El pasado no es un lugar: la física cuántica desmonta el mito del viaje temporal

Por: Rocío Rios

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¿Y si pudieras volver atrás para cambiar tu destino? La idea de retroceder en el tiempo, tan arraigada en la literatura y el cine de ciencia ficción, ha sido una fantasía humana desde que H. G. Wells imaginó una máquina del tiempo en 1895.

Pero, aunque la imaginación ha viajado miles de veces al pasado, la ciencia moderna —en particular, la física cuántica— ofrece una conclusión radical: el pasado no es un sitio al que se pueda regresar.

Y más aún, tal vez ni siquiera exista como lo concebimos.

El mito del pasado fijo

La intuición cotidiana nos dice que el pasado es una línea fija, un registro definitivo de lo que fue. Sin embargo, la física cuántica desafía esta noción. En el universo microscópico, las partículas no existen en estados definidos hasta que son observadas. Antes de eso, solo son probabilidades, posibilidades superpuestas que colapsan en una realidad concreta únicamente al ser medidas.

Imaginemos una partícula como el electrón. Antes de ser observada, no está en un lugar específico ni sigue una trayectoria clara. En su lugar, se encuentra en una especie de “nube” de opciones llamada función de onda, que asigna probabilidades a todas las ubicaciones y energías posibles. Observarla no revela su posición: la crea.

Este proceso se llama colapso de la función de onda, y tiene una implicación profunda: el acto de medir modifica la realidad. En el mundo cuántico, medir no es pasivo, es transformador. La realidad no estaba simplemente “esperando” a ser descubierta; se materializa solo cuando la miramos.

El tiempo, visto desde lo cuántico

Entonces, ¿cómo afecta esto al concepto de viajar en el tiempo?

Si el presente cuántico es el resultado único e irrepetible de una medición, el pasado no puede recuperarse. No hay una “grabación” universal guardada en algún rincón del cosmos. Cada vez que se produce una medición, el universo descarta el resto de posibilidades. Esa elección no puede deshacerse. El pasado, en este sentido, es una realidad colapsada, cerrada.

Para entenderlo mejor, hagamos un experimento mental: imagina que participas en una lotería cuántica, cuyos números ganadores se generan por un proceso gobernado completamente por leyes cuánticas. Supón que tienes acceso a una máquina del tiempo y decides regresar unas horas al pasado, antes del sorteo, para apostar con conocimiento del resultado. Pero al repetir el sorteo… los números ganadores son diferentes. ¿Qué ha ocurrido?

La trampa cuántica del tiempo

La clave está en que el universo cuántico no repite estados pasados. Una vez que el resultado ha sido medido, el sistema ha cambiado. Aunque vuelvas a un punto anterior en la línea temporal, la función de onda original ya no está intacta. El universo ha evolucionado, ha sido alterado por tu observación.

Es decir, si vuelves al mismo instante antes del sorteo, el sistema cuántico ya no es exactamente el mismo. Cuando vuelves a preguntar “¿qué número es?”, obtienes una nueva respuesta. No porque el universo “te quiera engañar”, sino porque los resultados cuánticos no están predeterminados. No existe un único pasado esperando ser revivido, sino una secuencia de colapsos únicos e irreversibles.

El tiempo como flecha, no como ciclo

La física cuántica sugiere que la dirección del tiempo —esa sensación de que avanzamos hacia adelante y no hacia atrás— podría estar escrita en el mismo proceso de medición. Cada colapso cuántico elimina otras realidades posibles y consolida una, y ese proceso no se puede revertir. El universo no “guarda respaldo” del estado anterior.

Este enfoque cambia por completo nuestra relación con el tiempo. No viajamos por una cinta transportadora, como suelen sugerir las películas de ciencia ficción. Más bien, vivimos en una secuencia de momentos únicos e irrepetibles. El tiempo, en términos cuánticos, no es un mapa por el que podamos retroceder; es un camino que se construye al andar, una serie de decisiones del universo que, una vez tomadas, no pueden deshacerse.

Una frontera entre ciencia y ficción

A pesar de las historias que Hollywood nos ha contado, la ciencia parece decir otra cosa: no se puede cambiar el pasado, porque el pasado ya no está ahí. No es una cuestión de falta de tecnología o precisión, sino de las reglas fundamentales de la realidad cuántica.

¿Significa eso que no podremos viajar en el tiempo jamás? Si se trata de volver atrás, la física cuántica ofrece pocas esperanzas. Pero si hablamos de comprender cómo avanza el tiempo, o incluso de diseñar nuevas formas de experimentar su paso —como simular estados pasados en supercomputadoras cuánticas—, las puertas siguen abiertas.

Por ahora, solo una cosa parece segura: si alguna vez construimos una máquina del tiempo, nos llevará al futuro, no al pasado. Porque el pasado, como nos enseña la física cuántica, es una realidad que ya no está disponible, porque dejó de ser posibilidad para convertirse en historia.