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Revelan nueva mirada a la prótesis de Frida Kahlo, un símbolo de resistencia y arte

Por: Rocío Rios

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Una nueva luz se abre sobre los últimos meses de vida de Frida Kahlo, un periodo marcado por la enfermedad, la lucha y la esperanza depositada en una prótesis que, aunque utilizada solo por tres meses, se convirtió en un símbolo universal. Gracias a documentos inéditos del archivo histórico del American British Cowdray Hospital (ABC) y a la investigación de Cristina Kahlo, sobrina nieta de la artista, hoy se conocen detalles inéditos del artefacto que acompañó a Frida en su etapa final.

La prótesis —fabricada en cuero, con correa de sujeción, un tacón rojo y un pie metálico— fue diseñada tras la amputación de su pierna derecha en 1953 debido a gangrena severa, resultado de años de dolor crónico provocado por la polio infantil y el accidente de tranvía de 1925 que destrozó su cuerpo.

Un aparato costoso y simbólico

Cristina Kahlo reveló un recibo fechado el 5 de abril de 1954, firmado por el doctor Rodolfo Martínez Errejón y dirigido a Diego Rivera, que confirma el costo total de la prótesis y accesorios:

  • Aparato protésico

  • Par de botas especiales

  • Par de muletas

  • Honorarios médicos

El monto final fue de 3,500 pesos, equivalente hoy a más de 4 millones 400 mil pesos, según la fotógrafa y cocuradora de la exposición Kahlo sin fronteras, actualmente exhibida en el Museo Casa Diego Rivera en Guanajuato.

Cristina aclara un dato esencial: aunque la imagen más icónica de Frida con su prótesis se atribuía a 1953, los documentos prueban que en realidad fue tomada en 1954, pues el aparato le fue entregado hasta entonces. La fotografía, captada por Raúl Anaya, muestra a Frida en una cama de hospital, con pantalón huichol y un cigarro en la mano. “Es una imagen poderosa —dice Cristina— que incluso desafía los protocolos actuales: ahora sabemos que fumaba cigarros Raleigh dentro del hospital.”

Un símbolo de fuerza en medio del dolor

La prótesis no solo ayudó a Frida a recuperar movilidad mínima: le permitió asistir a su última exposición en vida, en abril de 1954. Para muchos especialistas, este objeto representa la resistencia de una artista que nunca dejó de enfrentar la adversidad con creatividad y fuerza. Frida lo decoró con un glamour rebelde, convirtiéndolo en una extensión de su identidad: un gesto que transformó el dolor en postura estética.

En su diario, devastada tras la amputación, escribió: “Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas para volar?” Sin embargo, gracias a la prótesis, pudo caminar algunos pasos más hacia el cierre de su historia.

Un tesoro oculto en la Casa Azul

La prótesis estuvo guardada en el baño de la Casa Azul en Coyoacán, junto a corsés de yeso pintados, muletas y otros objetos íntimos. Diego Rivera ordenó sellar ese espacio tras la muerte de Frida en 1954, dejando su contenido oculto durante décadas.

Solo en 2004, tras la muerte de Dolores Olmedo —albacea de Rivera—, el Comité del Museo Frida Kahlo permitió abrir el recinto, descubriendo también 6,500 fotografías y 28,000 documentos, muchos capturados por Graciela Iturbide.

Abrir ese baño fue, según investigadores, “como asomarse al alma de Frida”: los espejos que la vieron sufrir, los corsés intervenidos y la prótesis roja revelan cómo transformó su dolor en lenguaje visual.

Un legado que trasciende frontera y tiempo

Los nuevos hallazgos no solo corrigen errores históricos sobre la cronología de la icónica fotografía, sino que subrayan el papel de los médicos y de quienes acompañaron a la artista en sus últimos días. También enriquecen la narrativa de Frida Kahlo como figura universal: una mujer que, con el cuerpo roto, construyó un símbolo de empoderamiento y dignidad.

Hoy, esta prótesis permanece expuesta en la Casa Azul, recordando que el arte puede nacer del dolor, y que incluso aquello que nos limita puede convertirse en una pieza eterna de historia, lucha y belleza.

FUENTE: Milenio