Un nuevo estudio publicado en PNAS descubre que todos los idiomas comparten un ritmo natural en el habla espontánea: un pulso de entonación que se repite cada 1.6 segundos y que podría ser clave para entender cómo nos comunicamos.
¿Por qué una conversación fluye incluso cuando los interlocutores no comparten idioma? La respuesta podría estar en un ritmo profundo y universal que estructura el lenguaje hablado en todo el mundo. Así lo concluye una reciente investigación liderada por Maya Inbar, Eitan Grossman y Ayelet N. Landau, publicada en agosto de 2025 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El estudio analizó 668 grabaciones de habla espontánea en 48 lenguas de 27 familias lingüísticas diferentes. La principal revelación: todos los idiomas, sin importar su origen o complejidad, organizan la información hablada en “unidades de entonación” (IUs, por sus siglas en inglés), que aparecen con una sorprendente regularidad cada 1.6 segundos, es decir, a una frecuencia de aproximadamente 0.6 Hz.
¿Qué son las unidades de entonación?
Las IUs son fragmentos naturales del habla que combinan tono, ritmo e intensidad. No se corresponden exactamente con frases gramaticales, sino con ideas o bloques de sentido. En la conversación cotidiana, las personas hacen pausas, suben o bajan la voz, ralentizan o aceleran el ritmo, y estas variaciones delimitan esas unidades.
Este nuevo trabajo demuestra que las IUs no son arbitrarias ni culturales, sino que siguen un patrón acústico común. Incluso al hablar muy rápido o muy lento, las personas tienden a emitir una IU aproximadamente cada 1.6 segundos. Este compás actúa como un “metrónomo interno” que organiza el discurso, facilita la comprensión, regula los turnos de palabra y permite una mejor interacción.
Un hallazgo global con implicaciones profundas
A diferencia de estudios anteriores centrados en pocas lenguas dominantes, esta investigación abarcó lenguas de todos los continentes, lo que da mayor solidez a sus conclusiones. Para lograrlo, los científicos desarrollaron y validaron un algoritmo capaz de detectar IUs en grandes corpus de habla espontánea, con alta precisión frente a anotaciones humanas expertas.
Además, identificaron una firma acústica constante dentro de cada IU: una elevación y caída del tono y la intensidad, como una respiración del lenguaje. Este patrón no depende del número de sílabas por segundo, sino que se mantiene estable más allá de la velocidad del habla, del sexo del hablante o de su edad.
Más allá del lenguaje: atención, memoria y desarrollo
Los investigadores sostienen que las IUs son más que una estructura lingüística: podrían estar conectadas con procesos cognitivos profundos como la atención y la memoria. Este ritmo lento parece coincidir con una de las frecuencias cerebrales responsables de organizar información significativa, en contraste con frecuencias más rápidas que regulan sonidos o sílabas.
Esto explicaría por qué incluso sin entender un idioma, podemos intuir cuándo termina una idea o cuándo es nuestro turno para hablar: el cerebro reconoce ese pulso, aunque no comprenda las palabras.
También tiene implicaciones para el aprendizaje del lenguaje: los niños y niñas podrían usar estas “frases de entonación” como andamios temporales para segmentar el habla y aprender nuevas palabras o estructuras gramaticales.
Aplicaciones en tecnología, educación y salud
Comprender este ritmo universal podría revolucionar el diseño de asistentes virtuales, herramientas de enseñanza multilingüe o sistemas de diagnóstico de trastornos del habla. Si las máquinas pueden identificar y seguir el compás de las IUs, podrán interrumpir menos, responder de forma más natural y entender mejor las intenciones del hablante.
Además, el equipo sugiere que futuras investigaciones podrían explorar cómo este compás lingüístico se alinea con otros ritmos corporales como la respiración, los latidos del corazón o los movimientos oculares, para entender mejor cómo el lenguaje está conectado con nuestro cuerpo.
Una danza común entre miles de lenguas
En una disciplina como la lingüística, donde los “universales” son escasos y debatidos, este hallazgo ofrece una nueva perspectiva: todos los idiomas comparten un ritmo bajo y estable que estructura el habla espontánea. No borra la diversidad, pero sí revela un suelo común sobre el que cada lengua crea su propia danza.
La aportación práctica es doble: un marco temporal compartido para estudiar el lenguaje y un método escalable para analizar grandes volúmenes de habla. En resumen, hablamos siguiendo pulsos de significado, y entre cada uno de ellos —cada 1.6 segundos— nuestro cerebro se prepara para continuar el viaje de la comunicación.
📚 Referencia del estudio:
Inbar, M., Grossman, E., & Landau, A. N. (2025). A universal of speech timing: Intonation units form low-frequency rhythms. Proceedings of the National Academy of Sciences, 122(34), e2425166122. https://doi.org/10.1073/pnas.2425166122