Después del Covid, del escenario internacional, de la turbulencia que hay en la 4T a nivel nacional y las tragedias que han abundado en Puebla.
El gobernador Barbosa debe considerarse un sobreviviente de estos tiempos.
Durante sus ruedas de prensa es común verlo recargado en su sillón de piel, con el rostro semi irritado y esperando el momento para atacar a alguien de su gabinete o quizás decirle ‘pendejo’ a un reportero.
Las escenas en donde degrada a sus propios funcionarios o humilla a la prensa escogida por su coordinación de comunicación, ilustra una realidad desafortunada.
El gobernador Barbosa ha convertido su gobierno en un régimen personalista: un sistema en el que monopoliza una autoridad significativa.
Hoy, prácticamente no hay voces disidentes dentro de su pequeño círculo de asesores, ni tampoco alguien que desafíe su liderazgo.
En cambio, las principales figuras políticas de Puebla ahora son todos aquellos que le dicen al gobernador lo que quiere escuchar y ocultan hechos que lo molesten y culpan a otros de los males.
Unos verdaderos ‘yes man’
Barbosa vive en una burbuja de aislamiento y desinformación, lo que ha reforzado su ego y sin miedo enfrenta la política de Palacio Nacional, bajo el argumento de: ‘en Puebla mando yo’.
Ignorando que la justicia federal también depende de los estados de humor de quien habita Palacio Nacional.
La lucha que ha emprendido contra compañeros de partido (Nacho Mier, Claudia Rivera, Armenta…) es quizás la ilustración más clara de la desastrosa toma de decisiones en el estilo personal de gobernar.
Hasta ahora los hechos sugieren un falso combate a la corrupción y si un uso del aparato estatal para asustar a quienes no se alinean a sus intereses.
Alguien le debería comentar que las dictaduras son erráticas y que en algún punto habrá un quiebre, un rompimiento natural por fin de sexenio y pérdida del poder.
Que tomar decisiones con el hígado no conduce a buen puerto.
El no permitir asesores que presenten escenarios reales, hace que las decisiones se tomen de manera personal, con: fobias, filias, miedos y fantasmas.
Burlándose de las reglas de la política y del orden natural en donde en la cadena alimenticia hay muchos por encima.
A favor se puede decir que el gobernador no es un suicida y, hace uso del poder como ficha de negociación.
A pesar de haber llevado algunos peces menores a la cárcel, no se ha atrevido a llevar a la gente con protección de Palacio Nacional.
La intentona de encarcelar al edil de Tecamachalco, Ignacio Mier Bañuelos, quedó en eso. Hoy el edil goza de cabal salud.
El intento por encarcelar a Claudia Rivera Vivanco o al menos a alguien de su gente, no pasó más allá de un desplante de soberbia.
Las amenazas a Tony Gali han sido solo un round de sombra sin mayor alcance.
Lo mismo pasó con el exrector Alfonso Esparza, a quien acusó de ladrón y jamás le pudo realizar una auditoría. Ahorita goza de libertad y cabal salud.
El gobernador Barbosa se ha empezado a aislar. Su círculo íntimo de asesores se está reduciendo y lo va abandonando en medida que ven el final de su ciclo.
Gabriel Biestro está atado a la secretaría del trabajo, con cargo, pero sin capacidad financiera y política. Y analizando el momento en que deba dejar su dependencia.
El Dr. Martínez, secretario de salud, ha sido llamado a no moverse, le han vendido la idea de que puede ser un caballo negro para la gubernatura, pero detrás de esa maniobra se encuentra en que otros personajes no potencien su poco y sustancioso capital político.
Alineados con él se encuentran personajes como Melitón Lozano, Héctor Sánchez, Olivia Salomón, Salomón Cespedes, Elsa Bracamontes.
Pero que en algún futuro no muy lejano tendrán que
desafiar al gobernador o estrechar su futuro al del mandatario.
La lealtad de su círculo íntimo podría desmoronarse, sus fichas escucharán el canto de las sirenas, algunas se quedarán, pero otras se marcharán.
Alguien me dijo que el se siente un gobernador con suerte.
El problema es pensar que la suerte dura para siempre.
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