Claudia y la reelección.

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Claudia Rivera Vivanco  ganó la alcaldía poblana porque era inevitable. La ola morena que provocó Andrés Manuel López Obrador y su cruzada contra la corrupción y todo el pasado, habría llevado a la alcaldía a cualquier persona, ya en el ejercicio del poder sufrió la inexperiencia, la inestabilidad política del estado, el fuego amigo y los embates enemigos.

Cuando Barbosa asumió la gubernatura no la consideró una aliada, sino una empleada.

Las primeras indicaciones fueron replicar lo que él hacia: Culpar al pasado de todos los males y cederle el control de la seguridad pública.

Pero desde Palacio Nacional ella recibió otras señales y la instrucción era aguantar para construir la reelección, el último año curiosamente aumentó sus actividades en las colonias y juntas auxiliares, su primera línea: Andrés, Rene, Armando, Leo, Liza, Eduardo,  Magaly y Mayte, funcionaron como pararrayos mediáticos y le quitaron gran porcentaje de los ataques en las redes sociales, lo que le permitió nadar de muertito y colocar las bases para su reelección.

De su lado están los Antorchos, los Armenta, los Esparza, los Abdala…

Para muchos la apuesta es temeraria y es que si a bote pronto se pregunta a equis ciudadano su opinión sobre ella, un gesto desagradable es lo primero que aparece.

Hubo voces que le sugirieron guardarse para el 2024 y reconciliarse con la ciudadanía, su familia y equipo cercano le dijeron: es el momento.

La mujer aceleró y no aflojó  el paso en medio de la embestida desde Casa Aguayo.

El ambiente no le es favorable, un ejecutivo que la golpea todos los días, no  importa si la violenta o no, sino aniquilarla en el camino al poder.

Rivera Vivanco argumentó muy bien su reelección, dijo que era la única de MORENA que podía derrotar a AN y conservar la plaza.

Biestro por su parte nunca entendió que lo que el creyó su fortaleza fue su debilidad: la cercanía con el gobernador. Sus moditos y sus excesos en el legislativo le fueron creando víctimas y enemigos, no entendió que los delfines se deben camuflar.

Jamás encontró un estratega que lo potenciara y capitalizara el ser el líder del Congreso del estado, en donde hay dinero y poder.

La derrota no le irá bien y es que el haber polarizado la elección lo perseguirá para siempre, peor aún si acepta ser secretario de gobernación del estado y ponerse a las órdenes de Árdelio Vargas.

Claudia Rivera aún no ha sido designada oficialmente, al momento de  suceder los demonios terminaran por soltarse y enfrentará una elección muy diferente a la del 2018. Y es que ahora sus errores serán escrutados por los votantes y no tendrá la autoridad moral para llamar al voto de un partido que en la percepción le ha fallado a los poblanos.

Juega a su favor que la oposición no existe en la capital y el combo de partidos pulverizará el voto, además  la pérdida de referentes ideológicos generará un vacío. De lograr la reelección: ella es la figura a derrotar en los años venideros.

 

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