Para muchos el periodismo es un oficio, para otros un gran ‘negocio’ y para otros es una pasión que termina por ser la propia vida.
Hoy la prensa aplaude las comedias del poder: Gobernantes barriendo, perros hablando, congresistas arañandose y mil ‘ocurrencias’ mas. Olvidan los: ejecutados, desaparecidas, el desempleo, el desvio de recursos…
Hay que tener mucho cuidado con lo que se escribe hoy, y es que la tendencia señala que la autocensura y el halago, van al alza.
El oficio del periodismo ha perdido la subjetividad natural para convertirse en una subjetividad oficial.
Los políticos también hacen lo suyo: se vuelven dueños de periódicos digitales para desde ahí elogiar a quien les puede hacer conservar ‘El huesito’, otros se esconden en cuentas falsas y desde ahí lanzan amenazas e injurias a sus enemigos políticos y a la prensa incomoda.
Lo peor es cuando la pluma servil se encuentra con el político sin escrúpulos, el coctel es terrible y seguramente debe saber ‘ligeramente’ de la chin…
Obvio, el periodista será pagado con dinero público: ¡Y qué se cuiden los enemigos, a quienes les dirán todas sus ‘verdades’!
La subjetividad en un periodista puede ser soportable cuando lo que escribe no lleva linea, cuando teclea una verdad a medias, sin necesidad de mentir y de servir, pero cuando escribe por encargo para agradar al político que le paga o congraciarse con el poder en ‘turno’ es lamentable y afecta los códigos propios y del oficio.
Estoy a favor de que los políticos que se sientan agraviados puedan dar la cara y cuestionar al periodista que ellos sienten los difama e injuria, estoy en contra de que se escondan en cuentas falsas y paguen periodistas con dinero público para atacar a quienes consideran sus enemigos.
Sería extraordinario un ejercicio periodístico en donde el funcionario cuestione a la prensa tal como la prensa lo hace con él.
Pero los políticos prefieren esconderse y atacar, que dar la cara.
Están atascados en la vieja idea de ‘Lo políticamente correcto’
Peor aún, el periodista se deja ‘chayotear’ sin rubor alguno.
Los halagos también preocupan.
Y es que si de algo debe huir un periodista es de la versión oficial y de la porra con matraca. Si no lo hace seguramente comerá con manteca, pero lo debería hacer avergonzado.
Hoy la prensa aplaude las comedias del poder: Gobernantes barriendo, perros hablando, congresistas arañandose y mil ‘ocurrencias’ mas. Olvidan los: ejecutados, desaparecidas, el desempleo, el desvio de recursos…
El halago es una versión camuflada de lo que los hombres de poder pretenden ser y quieren que la sociedad sepa.
El periodista que lo hace no incurre en ningún delito, pero si pierde su calidad de informar y transforma su actividad en la de comunicar. Es decir, se vuelve secretaria o vocero del poder que lo contrata.
Si usted descubre este binomio en algún político y periodista.
La decisión está en sus manos.
En lo personal yo: huiría.
Por cierto: El proximo ocho de septiembre se conmemora mundialmente el ‘día del periodista’ , establecido por la Organización Mundial de Periodistas (OIP) en honor a Julius Fucik, periodista checoslovaco que fue ejecutado por los nazis