En Puebla ‘las mañaneras’ fueron replicadas por el entonces gobernador Miguel Barbosa, era expectante ver cómo a través de sus conferencias matutinas sentenciaba políticos, empresarios y periodistas, el aderezo vendría después, pues con periódicos a modo mandaba mensajes directos y a veces sicilianos, hubo encarcelados, recuerdo un hombre que murió en la cárcel, exilios y una persecución política con todo el aparato del estado: Tribunal y Fiscalía.
@adangio
Una ‘pequeña’ discusión se está dando en la prensa política por el tema del ‘Detector de mentiras’ implementado por el gobernador poblano Alejandro Armenta.
La dinámica no es nueva, pero si efectiva; cuando AMLO llegó a ser jefe de gobierno de la CDMX tuvo la idea de hacer conferencias matutinas a las que llamó ‘mañaneras’, el objetivo, mostrarse como un gobierno dinámico y marcar la línea oficial ante los escenarios del día.
Una vez que fue electo presidente decidió utilizar la misma estrategia, pero ahora con fines diferentes: Mandar mensajes a la prensa incómoda. La estrategia no paró ahí y entonces creo la sección: ‘quién es quién en las mentiras de la semana’ , que condujo la poblana Liz Vilchis.
En Puebla ‘las mañaneras’ fueron replicadas por el entonces gobernador Miguel Barbosa, era expectante ver cómo a través de sus conferencias matutinas sentenciaba políticos, empresarios y periodistas, el aderezo vendría después, pues con periódicos a modo mandaba mensajes directos y a veces sicilianos, hubo encarcelados, recuerdo un hombre que murió en la cárcel, exilios y una persecución política con todo el aparato del estado: Tribunal y Fiscalía.
No había personaje del círculo rojo que no estuviera atento a las ‘mañaneras’ de Barbosa. Ahí se decidía el futuro político de sus enemigos, ahí se descalificaba a la prensa y la víscera sobresalía.
El gobernador Armenta no dejará las mañaneras, es un instrumento que bien dirigido es sano y marcará su postura personal ante los escenarios del día.
‘El detector de mentiras’ también es un buen instrumento siempre y cuando se aplique sin filias ni fobias y solo sirva para aclarar las notas falsas e imprecisas de los ‘comentócratas’ , editores y líderes de opinión; sin atacarlos, sin intimidarlos y sin sentenciarlos.
Lo grave vendría si viniera el espionaje a la prensa, los malos análisis que llevan a información equívoca sobre la intención de una publicación, las llamadas para bajar notas o tuits y el uso del aparato del estado ante las plumas incómodas.
Pufff
Mi cuenta en equis @adangio