El 21 de mayo de 2020. El cadáver de Isaac Gamboa quedó tirado en un charco de sangre; Tenía los ojos abiertos y la cara apuntando al cielo.
Lo asesinó un pequeño convoy que comandaba un marino apodado ‘El Dientes’, quien era su escolta y amante de su mujer.
Isaac Gamboa, era un alto exfuncionario de la Secretaría de Hacienda y colaborador de Luis Videgaray. Su firma abría las puertas del ramo 23, un ramo millonario al que los gobernadores prometían moches si les agilizaban su rápido acceso.
El día de su asesinato había en su casa 22 personas, 13 miembros de la familia y 9 del personal de servicio. Había adultos, adolescentes y niños, incluyendo a dos hijos del exfuncionario de apenas dos y cuatro años.
Cuando escucharon los gritos de los agresores y vieron las pistolas, todos obedecieron y se tiraron al piso. Algunos alcanzaron a abrazar a sus hijos. Otros lograron escabullirse detrás de mesas, sillones y camastros.
Luego, los gritos.
Los llantos de los niños.
El caos, pues.
Eliminado Isaac, los homicidas caminaron lentamente entre los rehenes agazapados en el suelo.
—Es éste —dijo uno.
—Éste también —repuso otro.
Se referían a Édgar y Ricardo Gamboa, hermanos de Isaac, que estaban acostados boca abajo. A los dos los liquidaron de un disparo en la cabeza.
Luego siguieron abriéndose paso y localizaron a la hermana mayor, Miriam, de 44 años, y a la madre de la familia, Patricia Lozano, de 60. También las eliminaron de un balazo en el cráneo.
La matanza estaba completa.
Durante el ataque, las cosas de valor quedaron intactas. No se llevaron nada.
Solo fueron a asesinar a los Gamboa.
El Dientes (amante de la esposa de Isaac Gamboa) había ofrecido a los asesinos 500 mil pesos por aquel trabajo. Su plan era que se creyera que el asesinato era un ajuste de cuentas político y quedarse con la esposa, y disfrutar del dinero que corría en una red de empresas fantasma.
La muerte de Gamboa cayó como anillo al dedo al PRI de Peña Nieto. Gamboa sabía cómo se habían desviado millones de pesos para financiar las campañas del PRI en varios estados.
En Puebla, una filtración de una investigación de la UIF en tiempos de Santiago Nieto colocó en el ojo del huracán al Diputado y aspirante a la gubernatura, Ignacio Mier. Lo señalan de un presunto manejo de 400 millones de pesos de dinero de procedencia ilícita.
La historia de Gamboa y los señalamientos hacia Ignacio Mier nos muestran que la corrupción no es exclusiva del PRI, que solo cambio de manos y sigue haciendo Gamboas en donde el sistema ve la oportunidad.
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