La navidad de la ‘nueva normalidad’

 

En un cuento de Navidad el escritor inglés Charles Dickens creó en 1843 un personaje maravilloso llamado Ebenezer Scrooge que le daba su justo valor a la Navidad y la relegaba al cajón de los objetos inútiles.

Esta navidad será diferente por muchas cosas que el COVID nos recetó.

De entrada los reencuentros familiares entre los hermanos que tienen años que no se hablan y los primos que no se han visto, dejará de ser.

También el COVID benefició a muchos que ahora no tendrán que decidir si van el 24 o el 31 con la suegra y es que el lema de #QuedateenCasa cayó como anillo al dedo.

El súper chat que un día se le ocurrió al familiar buena onda para ponerse de acuerdo con la cena navideña y organizar el intercambio de regalos, también pasó a mejor vida; sin embargo, los memes navideños circulan por ahí y las notificaciones de ‘buenos días familia’ nos desquiciarán todo el año.

Si uno es padre de familia la situación no cambia y es que de cualquier forma en la mesa tiene que haber una cena y en el árbol unos cuantos regalos. Algunos empeñamos lo poco que tenemos de valor y  otros pedimos prestado, lo cierto es que no hay hogar en que la navidad no se haga presente.

Si a usted le toca cocinar, dirá que limpiar los romeritos es un martirio pero que lo hará con estoicismo por  preservar las tradiciones.

La cena era de lo mejor, las indirectas llegaban de todos lados y al final siempre quedaba una herida más abierta de lo que estaba.

Los solterones no dejaban de ser atacados  y los grinch se sentaban en un rincón a beber  y a comer sin disimulo.

Pero tampoco faltaba  ‘el enamorado’ que llevaba a su pareja a la cena como prueba de fuego y de amor. La pareja fingía sumisión y aguantaba el bulleo que más tarde le cobraba al familiar en turno tratándolo como perro faldero.

En el trabajo los Godínez la arman en grande. A pesar de que el jefe no organiza la fiesta, algunos ‘queda bien’ arman el pase de charola para comprarle su regalo navideño y promueven el intercambio de tazas u bufandas entre ellos.

Lo mejor es que Martita ya no se enojará cuando vea llegar al jefe de departamento con su esposa a la posada.

Las posadas está vez están prohibidas, pero horror, hay que chutarse a algunos políticos que presumen en redes que regalan cobijas que se chingaron de la campaña pasada y bolsitas con cacahuates rancios.

Pero la que sufrirá pocas variantes es la cuesta de enero, el recibo de luz que nos mandará Don Manuel Bartlett será de terror, el pago de tarjetas se vendrá en cascada, el estrés de los niños con las clases virtuales continuará, la señora de la renta llegará puntual y lo peor: ya hay poco que empeñar.

Y aunque muchos no lo admitan, de pronto la navidad no se disfruta: se padece.

 

Mi cuenta en tuiter: @adangio

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