No es la primera vez que la prensa aborda el tema de la salud del gobernador, Luis Miguel Barbosa, sin duda no es un tema que le guste en absoluto y cada vez que se le menciona a sus cercanos, la reacción es descalificadora.
El tema no es intrascendente, sino fundamental. Cuando se vota por un candidato, se le entrega un mandato para que tome decisiones en nombre suyo. Por tanto, se da esa confianza a una persona y espera que termine su periodo en el cargo y no que sea alguien más, a quien no escogió, quien lo concluya.
Boris Yeltsin ocultó su alcoholismo durante su campaña presidencial, con una serie de presiones a la prensa rusa para que no hablaran de ese tema, enfermedad que le provocó problemas en el mundo. El presidente Franklin D. Roosevelt murió en la Casa Blanca durante su cuarto mandato, que buscó a sabiendas de que tenía una enfermedad del corazón avanzada e hipertensión.
A los políticos en general no les gusta revelar su estado de salud, y el gobernador poblano está muy lejos de ser la excepción.
La diabetes es una enfermedad complicada, Fernando Manzanilla declaró hace unos meses que veía en buen estado al gobernador y que lo único que le veía disminuida era la vista.
En junio de 2014, López Obrador se refirió a la salud del presidente Enrique Peña Nieto, quien dos meses antes había sido intervenido quirúrgicamente para retirarle un nódulo tiroideo benigno. “Existe el rumor de que Peña Nieto está enfermo”, escribió López Obrador en su cuenta de Twitter, el 5 de junio de ese año. “Ni lo creo ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad”.
Existe el rumor de que EPN está enfermo. Ni lo creo, ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) June 5, 2014
¿Habrá pensado lo mismo ayer que vino a Puebla?
Discutir sobre la salud de los gobernantes no es una ligereza, al contrario, sería de vital urgencia que en una de esas mañaneras el gobernador mostrará las pruebas de que su diabetes está perfectamente controlada.
Negar que la salud es tema toral, nos abre el camino hacia otro tipo de enfermedad: la intoxicación del poder y esa es ‘peor’.
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