Los resultados de la elección de consejeros estatales de Morena en Puebla revelan que el gobernador se ha hecho del control del partido.
Los informes muestran que se hizo de una manera poco aseada, pero: ¡Haiga sido como haiga sido! Los resultados son lo que cuentan.
El gobernador sin duda impondrá su lógica política, sus intereses económicos sus filias y fobias, en el control del partido y en el nombramiento de candidatos para las elecciones del 2024.
Si alguien espera que a la dirección de Morena en Puebla llegué alguien con voz propia, se equivoca, llegará alguien obediente y que sepa decir: Si señor.
Tampoco habrá dialogo con las tribus que perdieron. Ninguna mostró musculo y tendrán que apelar a las negociaciones de Palacio Nacional con Casa Aguayo.
En la plenitud del poder, el gobernador le apostará a la radicalización y a la exclusión (que le ha funcionado muy bien) Es un estilo que ha tenido costos, pero más ganancias.
Barbosa quiere trascender el 2024 y crear una clase política de entenados y huérfanos, que crecieron en el morenovallismo y en el galismo.
Sus fichas y operadores tendrán que entender que por hoy no se ven nubarrones en el horizonte, que, si alguno de ellos se deja tocar por las tentaciones y ambiciones, ponen en riesgo el proyecto, el poder y la ubre del tan codiciado erario.
¿Qué sigue?
La disputa por la candidatura a la gubernatura.
¿Quién se impondrá: el sumiso, el advenedizo, el leal, el mejor posicionado, el que enfrente menos resistencias…?
¿Ganará la pasión o el pragmatismo?
¿Qué pasará con las expresiones políticas derrotadas, a quien se sumarán?
¿Alcanzará un partido radicalizado para ganar la gubernatura y construir: El Barbosismo?
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