Es común saber de noticias violentas en esta ciudad: Mujeres desaparecidas que después son encontradas muertas, cuerpos hallados en fosas de los mercados, cobros de piso, ajustes de cuentas, asaltos violentos a comercios y transportes, bla bla bla…
Es decir que el crimen en Puebla se mueve a sus anchas, se siente cómodo y seguro. Es poderoso, pues, más de lo que la gente cree.
Algunos empresarios aseguran que para proteger su patrimonio es necesario contar con la protección del crimen, solo así sus negocios no serán quemados, ni sus familiares levantados y ellos seguirán con vida.
Hay quienes creen que esa política criminal en complicidad con el estado, con el que actúan coordinados (en todos sus niveles) es dictada desde alguna cárcel, desde ahí se planea todo: secuestros, robos, levantones, ajuste de cuentas, contrabandos, tráfico de cualquier cosa, extorsiones, etc.
Son invencibles -piensan muchos-
Difícilmente las calles volverán a ser seguras, el crimen ha inundado todo el tejido del estado y social.
Los poblanos han perdido la tranquilidad. Muchos piensan en cambiar de ciudad, ¿pero a dónde?, solo les queda cerrar sus negocios y llorar a sus muertos.
Lo peor es que nadie les garantiza: ni en el corto, ni mediano plazo, la seguridad anhelada.