La cabeza de Eduardo Rivera está operando con una visión electoral que responde a sus intereses personales.
Así lo hizo desde que se montó en la estructura Morenovallista para ser alcalde de la ciudad de Puebla por primera ocasión, en público descartaba tener aspiraciones políticas para sucederlo y de manera silenciosa construía una candidatura a la gubernatura.
Hoy ha encontrado en el Gobernador Barbosa al mejor aliado que pueda tener.
De su mano se instaló por segunda vez en el Palacio Municipal.
Se hizo de la candidatura.
Se hizo alcalde.
Se deshizo de Genoveva y sus huestes.
Y se hizo del PAN poblano.
Hoy quiere la gubernatura
Lo anterior no solo requiere buena voluntad y operación política.
Requiere dinero y a carretadas.
El alcalde aprovechará todos los recursos legales e ilegales para financiar el proyecto.
La propuesta del DAP y la línea de crédito que le autorizó el Congreso, más los recursos que le corresponden al 2022 le darán una bolsa millonaria que se aproximaría a $5544 mdp.
Pero eso no es todo.
El dinero sucio también cuenta.
Dinero por el uso de la ciudad al crimen.
Dinero por el uso de las calles a los ambulantes.
Dinero por comisiones a constructores y proveedores.
Dinero por usos de suelo y licencias.
Dinero por todo.
La cantidad es estratosférica.
Con ese dinero se podrían cumplir a plenitud todas las promesas de campaña a los poblanos.
Pero Rivera Pérez está en busca de más dinero para pavimentar su camino a Casa Aguayo.
La receta lógica parecía: No gastar más de lo que ingresa ni recurrir al endeudamiento.
Pero en su mesa están el DAP y la tentación del crédito.
¿Qué hará Lalo Rivera con 6 mil millones de pesos?
¿Comprará alianzas políticas?
¿Desviará recursos para Acción Nacional?
¿Invertirá en medios de comunicación cifras descomunales para su promoción?
¿Le dará al gobernador una parte?
¿Le pagará a Marko Cortés la franquicia del PAN poblano?
De hacerlo así el alcalde se estaría convirtiendo en una especie de Moreno Valle, el gobernador que lo persiguió, que uso el partido y el dinero para construir su proyecto político.
Los ojos y la sonrisa pueden mentir, pero los hechos jamás.
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