Ataque de nervios

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La sana incertidumbre. Beatriz Paredes rompe la quiniela. Ha demostrado que no está lejos de reunir los dos requisitos básicos para obtener la candidatura presidencial de la oposición: ganar la encuesta y ganar la votación del domingo 3.

Sus participaciones en los foros opositores han sido solventes, sólidas. El primer foro realizado en la Ciudad de México no solo le sirvió para dejar fuera de combate a Enrique de la Madrid y minimizar a Santiago Creel sino pasar de la expectativa del cuarto lugar al segundo en firmas y en encuesta.

El PRI, o lo que queda de ello, cerró filas para apoyarla como la candidata opositora… y vino la suspicacia.

Si los priistas acuden a votar como suelen hacerlo con “rigurosa disciplina” y, además, Beatriz moviliza al 40 por ciento de sus adhesiones que fueron formalmente ciudadanas, peleará en la elección en urna.

En la encuesta eliminó a De la Madrid y quedó con 29 por ciento de preferencias en domicilio frente a 32 por ciento de Xóchitl Gálvez (ubicada en la zona de “margen de error” o empate). Con eso, la tlaxcalteca ya puso nerviosos a muchos en la alianza. ¿Y si gana?

Marcelo Ebrard ha jugado con astucia no para revertir sino revestir su desventaja. No goza la simpatía de una militancia morenista enganchada en el discurso de la velocidad del cambio, del ahora o nunca, del voy derecho no me quito.

Ebrard ha caminado en la línea de la provocación con el imaginario de la ruptura. Prácticamente todas las condiciones que él ha reclamado se le han cumplido y, aún así, mantiene su discurso de insatisfacción y reto.

El diseño de la competencia sucesoria fue elaborado por el presidente de la República considerando los ruegos de Ebrard y no puede suponerse que el resto del proceso quede suelto al libre mercado de las fuerzas morenistas.

El ex canciller ha dado un golpe de suerte al encontrarse a un empleado de gobierno repintando una barda que le hacía propaganda.

Su desplante no le da mayores puntos en Morena, por el contrario, le resta. Él no es ajeno a lo que reclama. Alcaldes, diputados, funcionarios que tienen prohibido intervenir y actuar públicamente en favor de los candidatos lo han hecho por su causa. También se lo han documentado.

Ninguno de los 6 precandidatos se salva de los apoyos gubernamentales. Ninguno.

Pero Ebrard trata de capitalizar la victimización con sobrada habilidad. Lo que ha puesto nerviosos a más de uno no es que pueda mover la encuesta que parece definida, sino que mueva la conciencia principal del proceso que es la del Presidente quien no quiere ver afectado aquello de “no somos iguales”.

Paredes y Ebrard rompen las certidumbres. Ambos tienen mucho en común. Su priismo de raíz, su añeja experiencia en sucesiones presidenciales que marca toda su historia política. Ella en 6 sucesiones, Ebrard en 5.

Ambos desafían los radicalismos. Gálvez es la candidata de la ruptura, de la frontalidad, de la prisa. Igual que Sheinbaum, la continuista de un proceso que se supone sin retorno y sin margen de negociación.

En el frente opositor muchos se tapaban la nariz pero iban con el PRI. Prefirieron admitirlo en la alianza que romper porque les da unos 15 puntos. Pactaron reglas de una interna, reclamaron que fuera abierta, con voto libre y secreto, menospreciaron al tricolor y ahora que una priista les amenaza le piden que decline o bien acusan trampa. Si obligan a Creel a declinar sería un sometimiento vergonzoso. Demócratas de ocasión.

Paredes alcanzó a Xóchitl pero hasta ahora, bien a bien, ninguna rebasa un umbral de votación opositor que les acerque al triunfo en una contienda presidencial contra Morena.

En el partido guinda pactaron reglas, se llenaron la boca de que no usarían recursos públicos, abrieron la contienda a los aliados y ahora le urgen a Ebrard que mejor se vaya a otro partido. Calculan que su salida no les hace daño.

El desafío a la certidumbre. O cómo a las élites les entró un ataque de nervios.

robertozamarripa2017@gmail.com

ROBERTO ZAMARRIPA DE LA PEÑA.- Periodista. Egresado de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Ha sido reportero y editor. Cronista. Es autor del libro “Sonora 91, Historia de políticos y policías”. Crónicas suyas están incluidas en la antología “El Fin de la nostalgia” y “Enviados Especiales”.