Cómo perder una rueda de prensa en 30 segundos

Columna de opinión Adriana Colchado (@tamalito_rosa)

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INTELIGENCIA EMOCIONAL: LO QUE SE LE OLVIDÓ AL ALCALDE DE PIEDRAS NEGRAS

En política, la inteligencia emocional no es opcional: es chaleco antibalas. Y ayer, al alcalde de Piedras Negras, Jacobo Rodríguez González, se le olvidó ponérselo. Resultado: saltó a la fama nacional… pero por la puerta de atrás. Todo gracias a su reacción durante una rueda de prensa, cuando una reportera —con toda la saña y la mala— le preguntó si él también se aplicaría un antidoping, igual que el que había solicitado a un bombero. El video es clarísimo: el alcalde conocía al personaje que le dio la palabra y, cuando escuchó la pregunta, se prendió como cerillo.

En lugar de hacer lo que cualquier político con callo haría —tomar el reto, decir “claro que sí, parejo para todos” y luego olvidarlo—, decidió confrontar. La cuestionó sobre por qué solo a él le hacía esa pregunta, insinuó que solo iba a molestarlo, y hasta le reclamó que nunca iba a las conferencias. En resumen: no respondió, se enredó y dejó sembrada la duda. Porque cuando un político se niega a responder un antidoping, la gente no piensa “qué incómodo”, piensa “¿y este qué se metió?”.

La reportera cumplió su cometido: lo incomodó, lo exhibió y lo convirtió en tendencia. Él, en cambio, perdió la oportunidad de lucirse con una respuesta ágil. Ese es el problema: a muchos funcionarios se les olvida que las preguntas incómodas no son ataques personales, son parte del trabajo de la prensa. Pero como ya vivimos un sexenio donde el presidente López Obrador convirtió sus mañaneras en trincheras para golpear periodistas, muchos políticos —sobre todo emanados del morenismo— adoptaron ese estilo bélico sin darse cuenta de que no son AMLO, no tienen su carisma, su narrativa ni el blindaje político que él tenía.

Lo peor es que no aprenden: el manual que siguen es “si te cuestionan, cuestiona al periodista; si te exhiben, exhibe a la fuente”. Y ahí está el verdadero riesgo: que en vez de rendir cuentas sobre contratos millonarios, licitaciones raras o negocios poco claros, los funcionarios decidan cambiar la narrativa señalando a quien los cuestiona. En el mejor de los casos, buscan desacreditar; en el peor, desatar el acoso digital contra la prensa.

Y no nos hagamos: este estilo también lo hemos visto aquí en Puebla. Nuestro gober amoroso, que termina sus mañaneras haciendo un corazón con las manos, ha tenido sus momentos de “López Obrador mood”: señalar con nombre y apellido a periodistas o “comentócratas” que lo critican, como si eso fuera respuesta a lo que publican. La 4T descubrió que desacreditar a la prensa es más fácil que dar explicaciones… y ese vicio político se sigue replicando.

El caso de Jacobo Rodríguez no es un exabrupto aislado: es síntoma de un problema más grande. Falta inteligencia emocional, sobra soberbia, y a la prensa se le sigue viendo como enemiga, no como contrapeso. Y mientras no entiendan que una buena respuesta puede enterrar un mal momento, vamos a seguir viendo alcaldes, diputados y gobernadores caer en trampas que un político astuto esquivaría con una sonrisa.

Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.

Por Adriana Colchado (@Tamalito_Rosa)

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