…los medios también juegan a ser pitonisos del poder. Tienen ese olfato —o más bien ese instinto de supervivencia— para identificar quién es el más probable ganador y se le acercan con cariño…
La mentira más dicha no es la de los hombres cuando prometen “eres la única”, sino la de los políticos cuando aseguran “no son mis espectaculares”. Esa frase es el “no es lo que parece” del poder, solo que con lona, Photoshop y una sonrisa perfectamente ensayada.
Y esta vez, la protagonista del cuento es Laura Artemisa García Chávez, presidenta del Congreso del Estado, quien jura solemnemente que no tiene nada que ver con los numerosos espectaculares donde aparece su rostro —con iluminación de revista y pose de precandidata— en toda la ciudad: Atlixcáyotl, Periférico, la 11 Sur… una ruta que parece más bien un road show político que una coincidencia editorial. Pero claro, según ella, “no sabe quién los puso”. Ajá, y yo no sé quién se come el último pedazo de pastel en mi casa, pero siempre desaparece.
No nos hagamos: esta estrategia de “publicidad disfrazada de entrevista” no la inventó ni ella ni José Luis García Parra, que también anda en modo no sé quién me quiere tanto que me puso en una lona. Es un clásico. Tan viejo como efectivo. Sirve porque es legalmente ambigua —no hay manera fácil de sancionarla— y porque, aunque todos sabemos que es propaganda, nadie puede probarlo. La gente ve la cara, recuerda el nombre y cuando llegue 2027, votará por el que “le suena”.
El truco está en la firma: esos espectaculares vienen avalados por medios de comunicación. Y aquí lo interesante: los medios también juegan a ser pitonisos del poder. Tienen ese olfato —o más bien ese instinto de supervivencia— para identificar quién es el más probable ganador y se le acercan con cariño. A veces no es el político quien paga, sino el medio quien invierte, porque le conviene ser el primero en decir “yo lo apoyé antes de que llegara”. Es estrategia pura: financiar la colocación de publicidad para verse cercanos al poder, para asegurar entrevistas, contratos o simplemente no quedarse fuera de la fiesta del presupuesto. Al final, en la política y en los medios, no siempre gana el más honesto… sino el que tiene mejor timing para apostar por el caballo ganador.
Y no, no quiero tirarle piedras al gremio -pues todos los días trabajo para pertenecer a él-, pero hay que aceptar la realidad: los medios también apuestan, construyen y apapachan. Las portadas que hoy vemos con políticos sonrientes no son gratuitas; comunican que ese medio tiene “buena relación” con alguien que suena fuerte. Es casi un código: si está en un espectacular con logo de revista, es porque ya alguien del poder lo autorizó… o lo visualizó como el próximo que lo tendrá.
¿Es campaña anticipada? Pues sí. ¿Es ilegal? Probablemente no. Pero en este país ya todo lo es y a la vez nada lo es. Todos los que sueñan con estar en la boleta de 2027 están moviendo cielo, mar y espectaculares para que los volteen a ver. Solo que los que logran la sonrisa más grande en las avenidas más caras no son los más populares, sino los más patrocinados.
Así que la próxima vez que un político te jure que “no sabe” de dónde salió su foto tamaño panorámico, créelo… pero con la misma fe con la que crees que un ex va a cambiar.
Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.
Por Adriana Colchado (@Tamalito_Rosa)