¿Te imaginas, un mundo en el que los hombres no solo se autodenominan víctimas de violencia de género sino que además exigen un instituto para protegerse de las malvadas mujeres que osan no prepararles el lonche o, ¡santo sacrilegio!, negarles sexo? Pues no hace falta imaginárselo porque ya tenemos un diputado de Morena, Alejandro Ruiz, que se le ocurrió esta brillante idea. Según él, los hombres son ahora las verdaderas víctimas de las micro violencias femeninas, y claro, necesitan urgentemente un instituto que los defienda. Pobrecitos, de verdad, qué vulnerables son, ¿no?
Este honorable legislador ha tenido la osadía de comparar el que una mujer no le prepare el lonche a su marido con una micro violencia. Porque claro, no vaya a ser que el pobrecito tenga que hacerse un sándwich solito, es una tarea demasiado compleja, digna de un instituto que los proteja de semejante violencia estructural.
Pero la joya de la corona de las declaraciones de este iluminado es que si una mujer se atreve a decir que le duele la cabeza y no quiere tener sexo, ¡eso también es violencia! Según él, una violación marital no existe. ¡Qué conveniente, no! Con esta lógica retorcida, el consentimiento ya no es necesario en un matrimonio. Si estás casada, parece que has firmado un contrato de esclavitud sexual. ¿Y si no cumples? Pues pobre hombre, otro ejemplo de micro violencia.
La realidad es que, sí, hay más hombres muertos de manera violenta que mujeres, pero, ¿a manos de quién? De otros hombres. No nos confundamos. El problema de la violencia en México no es porque a los hombres no les preparan el lonche o porque sus esposas no quieren tener sexo con ellos. El problema es que vivimos en una sociedad profundamente machista donde los hombres ejercen violencia entre ellos y, por supuesto, contra las mujeres. Los feminicidios son la manifestación más brutal de esta violencia de género, donde una mujer es asesinada por ser mujer, muchas veces después de haber sufrido abuso sexual y tortura.
Y aquí es donde el discurso del diputado Ruiz se vuelve no solo ridículo, sino peligroso. Porque al equiparar la supuesta “violencia” que sufren los hombres por no recibir un sándwich con la brutalidad de todos los tipos de violencia de género, lo que realmente está haciendo es minimizar y trivializar el sufrimiento real de millones de mujeres en este país.
Lo que más asusta es que este tipo de discursos no son aislados. Reflejan un sentir generalizado entre muchos hombres que no soportan la idea de que las mujeres ya no estén dispuestas a aceptar “su lugar tradicional” de subordinación. Se quejan de que ya no pueden cortejar a una mujer sin ser acusados de acoso, pero lo que realmente les molesta es que ya no pueden imponerse sin enfrentar consecuencias cuando alguien les dice NO.
Señor diputado Ruiz, la próxima vez que tenga una idea tan brillante como la de crear un Instituto para la Defensa del Hombre, quizá debería pensar en el significado de la palabra “violencia” y en lo que realmente implica. Y, de paso, aprenda a hacerse su propio sándwich. Porque en una sociedad equitativa, la cocina también es cosa de dos.
Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.
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Saludos cordiales.