Nunca fuimos humanas.

Por: Adán Morales

@adangio

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Hace dos años México vivió uno de los procesos electorales más esperados por la ciudadanía, la promesa tan esperada de un gobierno de “izquierda” que pudiera dar fin a la tragicomedia política y social que habían representado los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto; sexenios en los que se cometieron violaciones sistemáticas a los derechos humanos de grupos vulnerados ( Atenco, Tlatlaya y Ayotzinapa por mencionar algunos), siendo uno de los grupos más afectados el de las mujeres, sobre todo las mujeres pertenecientes a sectores económicos precarizados y las pertenecientes a las comunidades indígenas.

Es así, como el nombre de Andrés Manuel López Obrador, parecía ser la respuesta a muchas de nuestras problemáticas, sobre todo cuando se había encargado de ir exigiendo justicia ante cada atropello de los gobiernos en turno, consolidándose como una oposición crítica y contestataria. Es así que durante su última campaña presidencial, y ante la creciente ola feminista en México y América Latina, AMLO se encargó de enfatizar la importancia que tendrían las mujeres en su gabinete lanzando el manual “Femsplaining: mujeres abran más los ojos”, en el que se hablaba sobre algunas problemáticas sociales que aquejan a las mujeres en México proponiendo algunas soluciones y causando gran impacto mediático, aunque no dejo de ser objeto de los análisis feministas que enfatizaron la gravedad de que existieran ambigüedades en temas como el aborto y otros derechos sexuales y reproductivos.

A pesar de ello, este manual fue de gran impacto, sobre todo cuando los otros candidatos a la Presidencia habían hecho declaraciones cargadas de sexismo y machismo, como los ataques de José Antonio Mead contra Nestora Salgado y el tweet de Ricardo Anaya en el que se jactaba de que todo el trabajo doméstico lo realizaba su mamá, normalizando dicha forma de explotación hacia las mujeres.

Para la llegada del mes de Julio del 2018 el triunfo de Andrés Manuel López Obrador era algo incuestionable, el que había sido el candidato eterno había logrado colocarse en la silla presidencial llevando entre sus máximas la de alcanzar una verdadera justicia social.

Los meses pasaron y las expectativas iban en aumento, sobre todo cuando las mujeres que habíamos votado por Andrés Manuel mirábamos un gabinete presidencial en el que las mujeres habían sido tomadas en cuenta, sobre todo en dependencias como SEGOB ( la más importante de toda la administración pública) y que en su mayoría estaban respaldas por grandes trayectorias académicas y laborales; sin embargo algo no cuadraba y las dudas empezaban a manifestarse…

Empezaron reducciones presupuestales que impactaban directamente en programas sociales cuyas beneficiarias eran las mujeres: guarderías, estancias infantiles y comedores comunitarios habían sido suprimidos y sustituidos por las típicas ayudas asistencialistas en las que la ayudaba pasaba a ser monetaria, pero con cantidades que de ningún modo podían asegurar el acceso a estos servicios de forma particular; empezaron recortes en materia de salud que impactaban directamente en enfermedades como el cáncer de mama y el cáncer cervicouterino, la excusa era la corrupción del gobierno de Peña Nieto en el caso de las estancias infantiles, comedores y guarderías; y la cobertura de salud universal en el caso del sector salud, sin embargo y siendo políticas públicas tomadas a bote pronto, quienes fueron severamente afectadas fueron las mujeres.

La respuesta de la oposición ( la cual ahora es conformada por el PRI, el PAN y las reliquias del PRD) no se hizo esperar, hicieron fuertes críticas a estas acciones del gobierno, sin embargo las expectativas en AMLO cubrieron los daños colaterales en la opinión pública, pues ¿cómo creerle a quienes habían demostrado ser gobernantes corruptos, incompetentes y despilfarradores?…

Pero esas no fueron las únicas señales de alarma, Andrés Manuel y su gabinete parecían olvidarse de las promesas hechas en campaña a las mujeres, parecían repetir el viejo patrón de invisibilizar a las mujeres y sus problemáticas, como había ocurrido en periodos históricos como la Reforma, la Revolución y el  Cardenismo por mencionar algunos, en los que se había utilizado a las mujeres a conveniencia y en los que empezaba a formarse una “cultura de género” que las confinaba a todo tipo de representación menos a la humana ( la madre abnegada, el ángel del hogar, seres virginales) lo que les negaba cualquier reconocimiento político y civil.

Reforzando lo anterior, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en alianza con grupos evangélicos  decidió relanzar la “ Cartilla Moral” de Alfonso Reyes, cuyos preceptos e ideología sé fincaban en la moral y en las normas ideológicas de principios del siglo XX, lo cual formaba parte de la apuesta de un nuevo gobierno supuestamente “progresista” para erradicar problemas como la violencia y la delincuencia, lo que fue severamente criticado por la falta de contextualización ante las necesidades del México de este siglo y la evidente afrenta a la laicidad del Estado.

La cartilla moral fue el precedente a otra acción de gobierno que permitiría entrever un destello de misoginía por parte de Obrador, como fue el arbitrario encarcelamiento de Rosario Robles  ( caso que analizaremos en otra columna, por el urgente análisis de género que este conlleva) en el que existieron evidentes violaciones al proceso legal, y en el que también es evidente el látigo de la venganza y la violencia política; pues si lo que se buscaba era desmantelar y hacer justicia a la corrupción del gobierno de Peña Nieto debemos preguntarnos, ¿ Cuando se va a iniciar el proceso contra los demás implicados, incluido el ex presidente y José Antonio Meade quién también tuvo participación en el caso SEDATU y que además fue el último titular de dicha dependencia?; ¿ Qué negociaron ellos que Robles no pudo negociar?

Pero si todo lo anteriormente descrito, no fuera suficiente para demostrar lo poco que le importamos las mujeres al gobierno de Andrés Manuel,  los hechos ocurridos durante los últimos meses han llegado a límites inimaginables,  recordándonos que de izquierda o de derecha el machismo sigue siendo piedra angular de la idiosincrasia mexicana; lo que viene a confirmarse con la creciente ola de violencia feminicida a lo largo del territorio nacional como lo comprueban los casos que día a día son virilizados y que dan cuenta de la brutalidad con la que son asesinadas más de 10 mujeres al día.

Esto también ha sido visibilizado gracias al empuje del feminismo en México, pues ha sido justamente en este nuevo despertar feminista que las mujeres hemos hecho uso de las redes sociales para tejer redes de apoyo ante cualquier tipo de violencia, o para difundir información sobre nuestros derechos y nuestras luchas, así como las inconformidades ante la evidente omisión por parte de las autoridades; lo que no fue bien recibido por parte del gobierno federal que en lugar de manifestar acciones efectivas ante feminicidios como el de Ingrid o el de la niña Fátima, prefirieron darle prioridad a la rifa ilegal del avión presidencial.

Las últimas declaraciones de Obrador son muestra de un posible porqué, y es que como el mismo Presidente lo ha manifestado, existen temas prioritarios para el país en los que evidentemente no incluye a ese sector de la población al que no se considera humano, y que decir de considerarnos como ciudadanas o como sujetas políticas y es que al minimizar nuestras demandas, el Presidente no está teniendo en cuenta el declive que puede tener ante la opinión pública -en el menor de los casos-cuando el costo más alto podría verse reflejado en las próximas jornadas electorales en las que las mujeres decidamos no votar por MORENA.

Ante los últimos hechos y ante el silencio de un gobierno indolente las mujeres decidimos encabezar el día 9 de marzo un paro masivo de labores y si bien es cierto que han existido oportunistas que han pretendido colgarse de dicho movimiento ( el PAN, el PRI y el sector empresarial), también es cierto que el trasfondo de esta movilización deriva de los grupos feministas y de un hartazgo social ante el machismo de un gobernante que ha denostado las luchas feministas usando la viejas excusas  confiables del “complot” y del neoliberalismo en lugar de reconocer a la violencia de género como un problema estructural que va más allá de cualquier sistema económico o político.

Sin darse cuenta el presidente justifica y forma parte del grupo de violentadores, instalado en sus privilegios ha sido capaz de utilizar a Beatriz Gutiérrez ( su esposa) y quién en un primer momento había respaldado el paro del 9M, para encabezar un contra movimiento en el que se insta a las mujeres a no apoyar el paro y demostrar su compromiso con López Obrador e incluso a la vieja usanza priista de entrometerse en los movimientos sociales, invita a las mujeres que apoyen a Obrador a acudir a la mega marcha del día 8 de marzo con Pañuelos blancos para identificarse como mujeres que respaldan al gobierno -¿ Echeverría, eres tú? -.

Con estas amenazas de infiltrados o posibles grupos de choque, y habiendo utilizado como carne de cañón a su pareja sentimental queda a la vista que las mujeres nunca fuimos ni seremos consideradas como humanas o que solo lo somos cuando vienen los periodos electorales; lo más triste es que este gobierno ha intentado desdibujar las desigualdades de género aludiendo a una supuesta lucha de personas buenas vs malas, como si se tratara de un cómic o de una novela de televisa muy mal contada.

El avión sigue siendo el tema principal de las mañaneras e incluso en una afrenta directa hacia nosotras y después de un sinfín de declaraciones absurdas (que nos remontan a la época de Fox), se decidió elegir al 9M como el día en que da inicio la rifa de los cachitos de lotería y al ser increpado por esta decisión la única respuesta del hombre que habita en Palacio Nacional fue la de afirmar que no sabía que para ese día estaba programado el paro.

Nuevamente con esa declaración AMLO acusó a las feministas de estar organizadas con la única intención de afectar a su gobierno, demostrando nuevamente que no nos considera humanas pues no nos reconoce como seres racionales capaces de protestar por nuestras vidas y el derecho que tenemos a vivir libres de violencia; es doloroso ver cómo una vez más Obrador se instala en su egocentrismo y se niega a responder y a reconocer que este problema no es contra su persona pero si contra el machismo del que evidentemente el también forma parte.

Ojalá que el Presidente se deje asesorar, que alguien le haga ver todas las faltas que está cometiendo y que tenga la oportunidad de rectificar y no perpetuarse como el típico líder de izquierda que defiende la revolución y la libertad mientras estás no involucren a las mujeres; ojalá entienda que las mujeres que vamos a salir a marchar el 8 de marzo y las que vamos a parar el 9 lo hacemos en un grito desgarrador para exigir que nos dejen de matar, que nos dejen de violentar y sobre todo que esta sociedad iniciando por el gobierno aprenda a reconocer nuestra HUMANIDAD.

 

Mi cuenta en tuiter: @gracehopecorona