¿Vivir con o sin dinero?

Por: Admin

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Un día decidí terminar con Raúl y entregarme por completo a Don Gustavo.
¿Rompí un corazón? Sí.
¿Me arrepiento? Para nada.

Por @LolitaMovi

Ay, no me juzguen, ¿sí? Mejor escuchen bien mi historia… y si pueden, aprendan algo.
Un día tuve 24 años y pensé en casarme. Por supuesto no lo hice, pero si viví un laaaaaargo romance.
Él tenía 55 años, 30 años mayor que yo.
¿Y qué? ¿Acaso el amor tiene edad? Bueno… el dinero seguro que no.
Yo tenía novio, se llamaba Raúl. Llevábamos dos años juntos, nos conocimos en un karaoke, soñador, noble… pero, aunque su familia era de clase media, venían en franca picada y él era tan bruto como una vaca.

Me amaba con locura, y sí, yo también lo quería, al principio. Pero después, cuando conocí a Don Gustavo, las cosas cambiaron.
Él me empezó a invitar a restaurantes caros, me regaló una Mac, bolsos de marca, relojitos, cadenas, aretes y hasta me pagó unas vacaciones a Cancún solo porque le dije que nunca había visto el mar.
Raúl cuando cobraba me quería llevar al karaoke de siempre, me traía chocolates y me mandaba canciones.
Don Gustavo procuraba que nada me faltara.
Un día decidí terminar con Raúl y entregarme por completo a Don Gustavo.
¿Rompí un corazón? Sí.
¿Me arrepiento? Para nada.
Él encontrará a alguien más… probablemente de su nivel, para lo que le alcance.

Puse mi propio negocio, los gastos corrieron por cuenta de Don Gustavo.
Mis amigas no lo pueden creer, todas envidian mi suerte. Algunas se burlaban, decían que parecía su nieta. Ahora me piden que les consiga un “don Gustavo” para ellas también.
¿Y el amor? Me preguntaron.
Mira, el amor se construye. ¿Sabes qué no se construye? Una vida sin deudas, sin renta, sin estrés. -le respondí-
Don Gustavo dice que soy su “princesita”, su “último regalo de la vida”. Y yo lo cuido, le hago compañía… y le doy lo que quiere. ¿Quién pierde aquí? Nadie.

¿Que si extraño a Raúl? No, lo único que extraño es su inocencia cuando me decía que me regalaría sus vales de despensa que le dan en navidad… y a veces me da ternura pensar en cómo lloró cuando se enteró que Don Gustavo estaba en mi vida.