#CartasaLolita
El #metoo, lolita y yo.
La línea del #metoo y la seducción es muy delgada.
Hay mujeres que aún no lo logran distinguir entre lo uno y lo otro; y confunden a un seductor con un acosador.
Pero también hay personajes que aprovechan la ocasión y hacen morder el anzuelo a su presa abusando de la fuerza y su posición.
Casos hay muchos:
Hace un par de años un poderoso productor de Hollywood fue acusado de violación y abuso sexual de dos mujeres.
Un famoso tenor también paso por las mismas y fue señalado por ocho cantantes y una bailarina de acosarlas.
Un político metido a mafioso fue atacado por haber acosado a un maldito homosexual.
Mi historia no es menor.
Conocí a Lolita cuando ella realizaba su labor periodística, el encuentro fue casual. Un par de miradas y los dos caímos.
Quedamos de vernos. Conocernos y una oferta de trabajo fue el motivo.
Yo le invité un café, ella sugirió una cerveza.
Yo le ofrecí un trabajo, ella ofreció sus labios.
La oferta de trabajo jamás la concretamos, lo que si construimos fue una historia llena de sexo loco y pasión desenfrenada.
Ella me confundió un día con Dios.
Yo la confundí con una reina.
De las últimas ocasiones que nos vimos las cosas ya no funcionaban tan bien.
Un motel, una cajetilla de cigarros, un six de Tecate y una pizza, fueron testigos de la charla acalorada. Lolita me acusaba de haberla acosado. Yo me defendí y le dije: jamás.
-Tonny, tú me invitaste a tomar un café para ´supuestamente’ ofrecerme un empleo, acosarme y llevarme a la cama.
-Lolita, tu preferiste una cerveza, como atajo.
-Te voy a denunciar –dijo-
-Y si primero llevamos esto al nivel de las sombras de gray –le susurré al oído-
Para entonces yo estaba en un estado de excitación que rozaba con la locura; pero al mismo tiempo tenía la astucia de un zorro.
Le volví a susurrar –anda-
Lolita estaba alterada, vulnerable y la menor provocación despertó el paraíso.
Hicimos el amor como la primera vez, con esa pasión que destruye la moral y fortalece los demonios.
Sus gritos se ahogaban en mi boca, cuando bebí de ella su cuerpo se quebró y en la almohada quedaron impresas sus uñas y sus dedos.
Agitada me dijo: Eres un Dios.
Eres una reina –le respondí con la voz entrecortada-
Prendimos un cigarro y de frente al espejo del techo de la habitación, ella volvió al ataque.
-Tonny, insisto, me invitaste a tomar un café para ´supuestamente’ ofrecerme un empleo, acosarme y llevarme a la cama.
-Te arrepientes –le contesté-
Se trepó en mí y me dijo: jamás.
Sin embargo la habitación olía a soledad y es que hay que aprender a leer los gestos de una mujer cuando se viste.
Los aromas de la NORIA
Por azares del karma ayer terminé comiendo con una mujer que es adicta a los hombres de poder.
Ella es una especie de Mantis, una hembra que se devora al macho cuando lo tiene atrapado.
La cita fue en el restaurante La Noria.
El lugar olía bien.
Salvo por unos tipos que apestaban a mamonería, pero a diario convivo con decenas de esa especie.
Una agüita de piña con jengibre y unas mollejas de res (para empezar)
Una mesa estaba ocupada por algunos sindicalizados del SNTE. Velaban armas y preparaban la estrategia para quedarse con la dirigencia en las elecciones por venir.
Una patona de la sección 51 no dejaba de verme y yo le correspondía.
La Mantis que me acompañaba me dijo, dulce y amenazantemente –compórtate que vienes conmigo, cabroncito-
El lugar se fue llenando.
Dos delegados federales y un líder empresarial, bebían tequilas y comían descaradamente unas chalupas, su mascado era terrible. Pero al final fue lo de menos y es que pactaron un par de licitaciones de equipo médico.
De pronto hizo su aparición una presidenta de nombre Norma.
Tenía un vaivén provocador y sin querer recordé al diputado Biestro, en su mesa la acompañaba una mujer hermosa y exquisita, lo confieso: coqueteamos a distancia y un mesero fungió de cupido.
Un trió de juniors apestaban el lugar, su mariconería era vergonzante pero en este país se ha perdido la discreción reserva y los códigos.
De pronto hizo su aparición el ex secretario particular de FECAL, el mismísimo Gil Zuarth, cuando me vio abrió sus enormes ojos.
-Mi Tonny.
-Mi Beto.
El abrazo de caguamo fue cálido.
Quedamos de comer la próxima semana y es que aspira a ser gobernador de su pueblo.
La Mantis que me acompañaba estaba excitada, el aroma a poder y las cervezas que llevaba ya encima la tenían más que inquieta.
Pedimos la cuenta y nos perdimos con rumbo a un departamentito que tengo atrás del Sams.
Mi cuenta en tuiter: @soprano_tonny
Periodismo ficción