Selvin Paz y Arnold Menchur son dos Hondureños que encontraron desde hace años la forma de saquear la BUAP por medio de los servicios subrogados que ofrecen a través de las empresas: Vida Digna Melcave y BSI Group de México.
La mina de oro la encontraron en el Hospital Universitario que dirige Saul Hernández. Desde su oficina se autorizan tratamientos costosos, como: catéteres, marcapasos, prótesis cardiacas… lo que significa cuantiosas ganancias para Selvin y Arnold.
Una de mis Lolitas me contó que hace unos meses atendió a sus familiar en el HU y fue dirigida a Vida digna, el tratamiento no rindió los resultados esperados y viajo a CDMX para tratar a su familiar en una clínica particular, en donde le dijeron que el material ocupado era de segunda mano: caduco y Re esterilizado, como si hubieran sido comprados en un anfiteatro clandestino.
Como el caso de mi Lolita existen varios.
Juan, Paty, Luis, Renata, Susy…
Mi CISEN me ha dicho que las facturas que paga la Universidad a los Hondureños es escandalosa, que hay sobre costos y obviamente ganancias para todos.
Otro CISEN me ha dicho que los datos que arroja el padrón de proveedores de Vida Digna pertenecen a Radioterapia Guadalupe Amor Y Bien S.A. de C. V, y que en el lugar no existe rastro alguno de la empresa citada.
Las preguntas saltan.
¿Quién protege a los hondureños?
¿A cambio de qué?
¿De cuánto es el moche?
¿Por qué en rectoría se hacen de la vista gorda?
¿Alguien extraña al Tío Poncho?
Estas empresas ya cuentan con señalamientos en los tribunales por vender ‘presuntamente’ a sobreprecios y distribuir medicamento falso, pero ni se inmutan, los hondureños dicen a sus allegados que seguirán participando en licitaciones, que la salud no tiene precio; y ellos no tienen jefa.
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Columna ficción.