El llanto del Tío Poncho

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Para muchos el Tío Poncho es un personaje que gozaba de protección divina y creían que sus mejores días estaban por venir.

Así se lo decía en corto a sus seguidores, a sus sobrinas, testaferros y uno que otro gato que suele adularlo y engañarlo.

Pero la realidad es otra.

Prefirió el dinero al poder.

Se envalentonó y sus dos vastagos sufren ahora la persecución de Don Nene.

Se quiso quedar con un dinero ajeno y en el pecado llevó la penitencia, pues pagó protección en Palacio Nacional y solo lo timaron, le bajaron la lana y ahora no le toman ni las llamadas.

Pues bien.

El  Tío Poncho me buscó por todos lados.

Saturó todas las formas de contactarme.

Buscó a mis dealers.

Buscó a mis lolitas.

Buscó a mis testaferros.

Decidí llamarle y preguntarle ¿qué coños quieres?

La cita fue en una casita de campo de Cuernavaca, lejos de la mirada de los PIPOPES, de los conejos y de los Nene boy´s.

-Tonny, Tonny… -gritó al verme-

-Poncho, Poncho… -le contesté-

Quiso darme un abrazo de caguamo que eludí con el pretexto de la #sanadistancia

-bendito COVID, cuantos abrazos se niegan en su nombre (pensé)

Lo observe a la distancia y su rostro era fúnebre, se veía más flaco, más cansado, más ojeroso y sin ilusiones.

Me ofreció un poco de coñac.

Nos atendió una de sus sobrinas que tenía carita de ángel pero el demonio sobresalía en sus caderas.

Esa mujer caminaba con el ritmo de un tsunami, movía una nalga a la izquierda y otra a  la derecha, con brutal ritmo.

Sin darme cuenta el tío poncho hablaba y lloriqueaba. De ser un personaje con un futuro brillante se había convertido en un pelagatos con sus días contados.

Hace un año, se reunió con Don Nene, quien le pidió el dinero que el difunto había lavado en la institución.

El Tío Poncho lo negó y hasta se indignó.

Don Nene se encabronó y ese día se la sentenció.

La guerra por los dineros sucios comenzaría.

El Tío Poncho por recomendación de su primer espada, el famoso Chi-Chi, lo llevó con Betty a palacio nacional; y en una exitosa operación llamada ‘Poncho ponchado’ se transfirieron miles de millones de pesos.

La sobrinita no paraba de coquetearme.

Y empezaba a despertar el  ‘Sade’  que se apoderaba de mí en  momentos de ofuscación etílica.

-¡qué buena estas!

-¡qué cosas dice, Don Tonny, jiji!

Seguí escuchando los lamentos del Tío Poncho, quien en esos momentos parecía la encarnación de la llorona ‘Ay mis hijos, ay mis hijos…’

– Me consta que en tus inicios tenías ideales. ¿En qué momento te volviste cínico?

-No lo sé- respondió-

-Deja de llorar, te daré un consejo y quizás te sirva para salir de tus problemas, en este negocio cuando la gente se encuentra en el punto en el que tu estas, el honor, como la virginidad, se pierde una sola vez en forma irreparable, busca a Don Nene y él te dirá en que momento te debes de agachar.

El Tío Poncho soltó en llanto.

Yo busqué a su sobrina y es que esa mujer tenía las mejores piernas universitarias que he cargado en esta ciudad.

 

Pd: Si el Tío Poncho busca quién lo traicionó y lo vendió al dar santo y seña de la ruta del dinero, debe buscar a su mayordomo, ese que su nombre parece pronunciado por un tartamudo y que le avienta maíz a la prensa poblana.

 

 

 

Mi cuenta en tuiter: @soprano_tonny

Periodismo ficción