Si alguien sabía ocupar el Dinero era el Don, ‘El Señor de los cerros’, de ahí se puede explicar que ganará elecciones y por consecuencia el poder.
Su meta eran los Pinos.
Cuando salía de ‘shoping’ político compraba de todo: gobernadores, líderes de partidos, empresarios, senadores, diputados, regidores, sindicatos, munícipes, activistas, periodistas, deportistas, intelectuales, constructores, curas; pactaba con el crimen y se asociaba hasta con el presidente.
Compraba cualquier cosa que sirviera para la causa.
Una mañana me llamó efusivo.
-¡Tonny, Tonny! Urge que te vengas a CDMX. Ya te mandé el augusta.
Yo estaba en Cancún en una residencia que me había comprado, Juanito V y unas muchachas que me había mandado el Tio Jonhy. El alcohol y el polvo eran cortesía de un capo colombiano que operaba libremente el corredor de Cancun-Puebla.
El augusta negro llegó piloteado por el capitán Coopel quien venía acompañado de la ‘piernuda’ de Mercedes.
La nave se dirigió hacia la CDMX y aterrizó en un amplio jardín de la colonia Lomas de Chapultepec, ahí me esperaba una GMC blanca que me llevó a un café de Polanco.
Al llegar al lugar el chofer bajó y giró su cuello como periscopio. Cuando confirmó que no había peligro ni mirón alguno me abrió la puerta.
Cuando entre el abrazo de caguamo entre el Don y yo fue magistral.
En la mesa estaba un par de maletas Louis Vuitton y un operador de Milio Lozoy.
- Te quiero presentar a Froy, es el encargado de la mensajería que bimestralmente nos mandará, Milio.
Un “cho gusto’ salió de la boca de Froy.
Un apretón de manos selló el encuentro.
Aquel día bebimos e hicimos planes de como ese par de maletas nos harían llegar a los Pinos y nuestro reino no tendría fin.
Una semana después el Don convocó a una veintena de operadores locales.
A Bodegas del Molino llegaron: Marchello, El Castaño, Pablito R. El Notario ‘Cachetes’, El Cantante, Gris Banck, Tovilleras, Angelito Traw, Piñas, Mal-donado- Don Arde, Saturnino, Paty Des-leal, Laurita, El ‘Bonito’ Cruz, El Profe, Diodoro, Tristeza, Mayito Ries, Cabalan, Los Amador y otros miembros destacados de la fauna política que gobernaba entonces.
Las instrucciones fueron claras. Se les darían decenas de millones de pesos que tendrían que lavar y devolverlos a través de empresas ‘fantasmas’ que iban señaladas en un sobre.
El sobre contenía el nombre de las empresas, datos y montos para facturar.
Los operadores cumplieron en tiempo record con el cometido.
El dinero ya estaba limpio y con aroma a downy.
Las empresas fantasmas vivían la bonanza, facturaban millones de pesos mensualmente.
El cash fue a parar a las campañas políticas: publicidad, compra de conciencias, candidatos que se hicieron millonarios con solo arañar un 20 % de lo que se les asignó…
Hubo quien se dio el lujo de comprar casa en Japón e invertir su dinero en Vision Fund y SoftBank
Los astutos como yo mandamos el dinero al extranjero, compramos unas casitas blancas en el país, una buena dotación de polvo y guardamos un poco de cash en el armario.
Y es que el cash es bendito: cuántas puertas y cuántas piernas abre.
PD: Al señor de los cerros el destino le cobró la factura, es decir: Diosito lo castigó
La pastelera del mal.
De la noche a la mañana me hice cliente de una mujer que vende alta repostería a domicilio. Sus pasteles son tan exquisitos que me hice adicto.
Una de mis mujeres (siempre celosa e intuitiva y con una dosis de mala leche) me dijo que era muy raro que me vendieran unos postres gourmet a tan bajo precio, la ignoré.
Pero con el tiempo mi sueño se empezó a fugar, mis malestares estomacales aumentaron y el cansancio se apoderó de mi cuerpo.
El día viernes al llegar a casa, ansiaba probar un pay de queso que me había llevado.
Me serví un lechero enorme y comencé a partir el pan. Mi sorpresa fue brutal cuando en la cuarta rebanada apareció un cabello, observé el queso y mis piernas empezaron a temblar, como pude llegué al lugar donde el estómago se desahoga.
Le hablé a una de mis mujeres y me dijo: Te están haciendo brujería.
Le hablé a otra y me contestó: Te quieren matar.
Lolita
Un día como hoy ‘lolita’ subió al auto.
Iba feliz.
Como siempre: mejillas rosadas, jeans, una blusa que escondía sus exquisitos pechos y sus tenis rojos descoloridos que combinaban con su cabello rojizo.
Yo llevaba en la mano un par de helados santa clara. Uno de fresa y otro de chocolate.
Lolita tomó el de fresa y me lo embarró en la boca. Después me besó y me susurró felizmente al oído: ‘No me ha bajado’
Mi reacción fue de sorpresa.
Ella me miró tristemente y me dijo: No te preocupes, algún día conoceré a alguien que nos quiera…
Abrió la puerta de la camioneta y se fue llorando.
Aquel día me sentí tan miserable.
Un mensaje de texto entró a mi celular: Al leer las primeras líneas, sentí como el helado de chocalate se amargaba en mi paladar.
Contesté el texto: Quizá con el tiempo se abra un mundo nuevo para ti.
El aire me empezó a hacer falta.
Saqué un poco de polvo y aspiré.
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Periodismo ficción.