Una de las primeras lecciones que aprendí en el bajo mundo fue que nunca debemos meter el asunto en la nómina.
Pero hay muchos que no lo saben y otros que, a pesar de saberlo, les vale ‘madres’ y lo hacen.
Hay muchas historias.
Hay mujeres que niegan aquellito y mantienen su honor intachable.
Algunas denuncian sin éxito y otras guardan silencio por miedo a su depredador.
Pero también hay quienes ven en un acostón la posibilidad de ascender y llevarse unos pesitos de más por ir a la cama.
Los inquilinos del Palacio Municipal, Los Yunques, no han escapado a estas prácticas propias de Sodoma y Gomorra, y del #metoo
Los romances prohibidos están floreciendo.
Un tal Domingo deja sus labores en manos de un tal Taquero para cortejar a un par de empleadas municipales y presumirles que pronto será el sucesor.
Taquero usa su poder y hace lo mismo. Varias veces ha sido sorprendido con las manos en la masa, pero, nunca pasa nada.
En el edificio de Reforma 126 un becario ha sido acosado por un alto funcionario. Si se llegase a filtrar el nombre, perdería mucho y es que quien respetaría a un jefe homosexual que discute los negocios de la organización.
En una oficina donde se maneja el dinero sucio de los negocios negros: Un funcionario mete sus asquerosas manos en una bella asistente, a ella le da asco, pero recuerda el cash que se lleva y se le pasa.
Un Jr. del yunque fue reubicado de área por estarse comiendo el plato de un alto funcionario.
La medida no fue para evitar las calenturas del Jr y la mujer, sino para, evitar el enfrentamiento entre Sancho y Cornelio.
En la sala de regidores una mujer mal atendida buscó cariño en un compañero. El compañero pensó ‘de aquí soy’
Las historias son fascinantes y es que cuando el demonio de la lujuria nos atrapa se pierde la razón y se comete cualquier crimen en nombre de la carne.
“¡Dios, patria, Yunque!”
Feliz día de #SanValentín
Mi cuenta en tuiter: @soprano_tonny
Columna ficción