Cuando Mando Morales fue designado contador de la mafia municipal llegó con un gran cartel.
Había trabajado en la federación, en organismos financieros de prestigio y era experto en limpiar cloacas y retretes.
Sin duda era el hombre que se necesitaba: Duro y con oficio.
A pocos días de sentarse en su nueva oficina sus aspiraciones políticas crecieron.
Pensó en ser el sustituto de su Jefa o al menos conseguir una curul en San Lázaro; Al final no le alcanzó para nada.
Se acercó a personajes de la 4T que juegan en las grandes ligas.
Ayudó a otros personajes locales.
Les aventó algunas migajas a los periodistas.
Y también se dio el tiempo para seducir alguna compañera de gabinete.
Sus resultados no fueron malos: controló el gasto, desapareció la deuda, creció discretamente su patrimonio y pocas veces negó alguna ampliación presupuestal que le solicitaban desde el Palacio.
Sin embargo no todo podría ser perfecto, sus acercamientos con la mafia rival dejaron de ser clandestinos y era un rumor a voces que filtraba información a la marranera y a Siniestro.
Documentos confidenciales que poseía en exclusivo empezaron a aparecer en los medios de comunicación.
Su Jefa lo empezó a observar con cautela.
Varias veces fue sorprendido en mentiras y reuniones en lo oscurito con los enemigos.
Pero fue sostenido por su excelente labor como contador del grupo.
Mando tejía su historia.
Siniestro le había lanzado el anzuelo y él lo había mordido: A cambio de información y alguno$ favorcito$ lo convertiría en diputado local.
La historia es conocida: Siniestro perdió la candidatura al Palacio y Mando Morales se quedó como el chinito: MILANDO.
Sin embargo el contador estaba obligado a seguir dando información y dinero al grupo de Siniestro.
La presión era tal que empezó a recibir mensajes sicilianos.
Le ordenaron asfixiar el gasto de Palacio hasta para lo elemental: Papel de baño, agua…
Empezó a dormir poco y a fumar mucho.
La mejor forma de escapar era renunciar y huir, así se lo aconsejó su brazo derecho.
Y así lo hizo, desde hace 15 días presentó su renuncia con carácter de irrevocable.
Un conjunto de invitaciones para organizar entregas recepción en algunos estados fue lo que pretextó.
Que necesitaba unos días para dejar todo en orden.
Su renuncia no fue aceptada a la primera.
Él se mostró inflexible.
Al final a minutos de que se hiciera público su relevo, reculó y pidió quedarse.
Pero la suerte ya estaba echada.
La vida es una serie de elecciones. En este negocio la peor de todas es elegir ser una víctima.
En fin.
Esta es la historia de Mando Morales, el contador de la mafia, el hombre que traicionó a su jefa un viernes.
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Columna ficción.