Dicen los hombres de ciencia que los sismos y terremotos no se pueden predecir, a pesar del intento de muchos geólogos, físicos, matemáticos, ingenieros, biólogos, brujos, chamanes y gurús. Esto resulta imposible.
Pero lo que si queda para el anecdotario es la cantidad de personas metidas al negocio de la infidelidad que han sido sorprendidas en pleno deli-deli durante un sismo. Sus reacciones han quedado para los anecdotarios de oro.
En un Motel muy conocido de la ciudad, cierto día llegó un par de funcionarios estatales. Ella funcionaria de primer nivel y él, jefe de asesores.
Al entrar ella le dio el cash a él para que pagará la habitación con jacuzzi.
Se pusieron a ronronear, románticos y al final impúdicos.
Unos fuertes toquidos interrumpieron el coitus salvaje
Esta temblando, salgan esta temblando -les repitieron un par de veces-
Ambos perdieron la calma, no querían morir desnudos y aplastados por un espejo motelero. como pudieron se vistieron.
Una vez pasado el sismo, cada uno se fue a su casa.
Ambos al desnudarse frente a su pareja oficial fueron sorprendidos y es que por sus prisas intercambiaron sin querer su ropa interior: ella llevaba un boxer y él un cachetero con encajes.
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A otra pareja de poblanos el sismo los sorprendió en la oficina principal de un partido político.
Ella quería ser senadora.
Él estaba palomeando la lista de candidatas al senado.
Las encuestas no te favorecen -le dijo-
Ella se cruzó de piernas en el sofá, dejando ver el camino al cielo. “esto me favorece” preguntó
El se abalanzó como un animal en brama
La mujer tenía lo suyo y su clítoris tenía una voz dulce que sedujo al líder del partido.
Se desnudaron y aventaron sus ropas.
Él buceaba en las profundidades. Ella emitía sonidos como los de la lluvia.
La alerta sísmica sonó.
Los empleados del partido desalojaron el edificio.
Ellos se quedaron quietos, una pequeña barda sepultó sus ropas.
Cuando el sismo pasó pidieron ayuda.
La asistente fingió no escuchar y después de dos horas se apiadó de ellos.
Al final ella no fue senadora y él se volvió un funcionario federal de alto nivel.
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La mujer le llamó y le dijo “nos vemos en el lugar de siempre, en la habitación de siempre”
Ella le pidió a su chofer la dejará sola por dos horas.
Él era el tipo de hombre al que las mujeres usan para coger, mientras le dan el corazón a otro, por lo general menos diestro en la cama o les tocó uno que esta a nada de salir del closet.
Su encuentro fue rudo.
Ella dominaba y el obedecía.
A ella le gustaban las emociones fuertes.
Habían probado de todo: penes de plástico, vibradores, esposas, látigos y antifaces.
Durante el mete saca el sino llegó.
Él intentó salirse y ella lo sujetó del cuello “si te sales te lo corto” le dijo
Ella lo apretó y le pidió más.
El ritmo del sismo le provocó un verdadero squirt
Fue una verdadera trilogía: el sismo, ella y él, terminaron al mismo tiempo.
Él terminó pálido y ella exhausta.
Hay que cumplir los caprichos del cuerpo -le dijo ella- mientras le aventaba un sobre con billetes.
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Las historias aquí contadas son ficción, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.