El tres de mayo se conmemora en todo México el Día de la Santa Cruz, una de las celebraciones más importantes entre los albañiles y trabajadores de la construcción.
En medio de un mes lleno de conmemoraciones —como el Día del Trabajo, el Aniversario de la Batalla de Puebla y el Día del Maestro— esta fecha destaca por el arraigo cultural y religioso que representa para quienes día a día levantan casas, edificios y obras públicas.
En esta jornada, miles de trabajadores decoraron y colocaron cruces en lo más alto de las construcciones, como símbolo de protección y agradecimiento por el trabajo. Es común verlas adornadas con flores, papel de colores e incluso bendecidas por sacerdotes, en un acto que mezcla devoción y orgullo por el oficio.
Una tradición con raíces religiosas
El origen del Día de la Santa Cruz se remonta al siglo IV, cuando se construyó la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén, en el lugar donde, según la tradición cristiana, fue sepultado Jesucristo. Los constructores de aquella época enfrentaron dificultades que atribuyeron a fuerzas sobrenaturales, por lo que colocaron una cruz como protección. Con el tiempo, esta práctica se convirtió en una tradición y la Iglesia Católica fijó el 3 de mayo como fecha oficial de la festividad.
En México, esta celebración fue adoptada por los albañiles, quienes ven en la cruz un amuleto protector. Desde entonces, cada 3 de mayo se honra esta fecha con fiestas, comida, música y ceremonias religiosas en los centros de trabajo. Este año, la festividad cae en sábado, lo que hace que muchos obreros aprovechen el cierre de la semana para celebrar.
Una fuerza laboral esencial
La albañilería es uno de los oficios más extendidos en el país. Según datos de la Secretaría de Economía, más de 1.6 millones de personas se dedican en México a la construcción, la mampostería y labores relacionadas. Este gremio no solo representa una parte fundamental del desarrollo urbano y rural, sino también una tradición de esfuerzo, habilidad y resistencia.
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Así, el Día de la Santa Cruz no solo honra una figura religiosa, sino que también se convierte en un momento para reconocer el trabajo de los albañiles, su aporte a la sociedad y el valor de una profesión que, aunque muchas veces invisible, sostiene gran parte del crecimiento del país.