En 1888, Bertha Benz protagonizó el primer viaje de larga distancia en automóvil, desafiando las convenciones sociales y técnicas de su tiempo. Su hazaña marcó un punto de inflexión en la historia del transporte y la tecnología.
En pleno verano de 1888, una mujer alemana de 39 años cambió para siempre el rumbo de la movilidad. Bertha Benz, esposa del ingeniero Carl Benz, no solo desafió los prejuicios de su época: también convirtió una invención aún incomprendida en una realidad funcional y pública. Conduciendo un rudimentario vehículo de tres ruedas, la Benz Patent-Motorwagen Nº3, recorrió más de 100 kilómetros entre Mannheim y Pforzheim, protagonizando el primer viaje en coche de larga distancia de la historia. Su destino no era solo geográfico: era simbólico, industrial, y profundamente revolucionario.
El nacimiento del automóvil… y del escepticismo
A mediados del siglo XIX, Europa vivía un auge industrial sin precedentes. Fue en ese contexto que Carl Benz desarrolló en 1885 el primer automóvil funcional de la historia, impulsado por un motor de combustión interna. El vehículo —con un motor monocilíndrico de 0,75 caballos y una velocidad máxima de 16 km/h— fue registrado oficialmente en 1886. Sin embargo, la sociedad, acostumbrada a los carruajes tirados por caballos, no supo cómo recibir esta innovación.
Carl Benz, brillante como ingeniero, no era un promotor nato. Se mostraba reacio a realizar demostraciones públicas. Su esposa, en cambio, comprendió que el automóvil necesitaba algo más que perfección técnica: necesitaba ser visto en acción.
La travesía que lo cambió todo
El 5 de agosto de 1888, sin avisar a su esposo ni pedir permiso a ninguna autoridad, Bertha Benz tomó las riendas del Motorwagen, acompañada por sus hijos Eugen y Richard. Su objetivo era llegar a la casa de su madre en Pforzheim, más de 100 kilómetros al sur de Mannheim, pero también probar ante el mundo que el automóvil podía recorrer largas distancias de forma segura y autónoma.
En aquel entonces, las condiciones del camino eran un verdadero reto: carreteras sin pavimentar, sin estaciones de servicio ni apoyo mecánico. Para repostar ligroína (una forma primitiva de combustible), Bertha se detuvo en una farmacia de Wiesloch, que pasaría a la historia como la primera gasolinera del mundo.
Ingenio, perseverancia y mecánica improvisada
Durante el trayecto, Bertha no solo condujo: diagnosticó, reparó y mejoró el vehículo. En un punto del camino, desatascó una tubería de combustible con una horquilla para el pelo. En otro, reparó el sistema de encendido usando una liga de su vestido. Pidió a un herrero que remachara la cadena de transmisión y, al notar que los frenos eran insuficientes, los recubrió con cuero, anticipando el desarrollo posterior del freno forrado.
Al llegar a Pforzheim ese mismo día, Bertha envió un telegrama a Carl para anunciar su llegada. Días después, emprendió el viaje de regreso, completando así la primera gran hazaña automovilística de la historia.
Un hito mediático y tecnológico
La noticia del viaje se propagó rápidamente y cambió la percepción pública sobre el automóvil. Ya no era una rareza técnica, sino una alternativa real para el transporte. Carl Benz tomó nota de las observaciones de su esposa y mejoró el sistema de frenos, la potencia del motor y la fiabilidad general del vehículo.
Gracias a esa demostración práctica y valiente, comenzaron las primeras ventas del Benz Patent-Motorwagen, dando origen a una de las industrias más poderosas del mundo contemporáneo.
De sombra a protagonista
Durante años, el papel de Bertha Benz fue minimizado o ignorado en los relatos históricos. Solo en las últimas décadas su contribución ha sido reconocida plenamente. En 2008, el gobierno alemán estableció la Ruta Bertha Benz, un recorrido de 194 kilómetros que replica su histórico viaje. El Museo Mercedes-Benz en Stuttgart también le rinde homenaje como una figura clave de la innovación técnica y social.
Bertha falleció en 1944, a los 95 años, habiendo visto cómo su audaz travesía impulsó una transformación global.
Un legado sobre ruedas
La historia de Bertha Benz no es solo la crónica del primer viaje en coche: es una metáfora del coraje, la visión y la voluntad de romper barreras. Su decisión de actuar, cuando nadie más lo hacía, cambió el destino de una invención y, con ella, el rumbo de la historia.
En un mundo donde la innovación suele asociarse a grandes nombres masculinos, Bertha Benz dejó claro que también las mujeres tienen el poder de poner en marcha las revoluciones más importantes. Hoy, cada automóvil que recorre una carretera lleva, sin saberlo, un poco del espíritu pionero de aquella mujer que un día decidió acelerar hacia el futuro.
Referencias
- “The first automobile, 1885–1886”. Mercedes-Benz Group. URL: https://group.mercedes-benz.com/company/tradition/company-history/1885-1886.html
- “Bertha Benz”. Mercedes-Benz Group. URL: https://group.mercedes-benz.com/company/tradition/founders-pioneers/bertha-benz.html