El hallazgo, repleto de frescos mitológicos y contenido erótico, revela nuevas claves sobre la vida doméstica y los valores culturales de las clases medias de la antigua ciudad romana.
Historia | Pompeya, Italia
Pompeya no deja de sorprender. Casi dos mil años después de haber sido sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., la antigua ciudad romana vuelve a ofrecer una ventana única al pasado con un descubrimiento arqueológico sin precedentes: la llamada Casa de Fedra.
Ubicada en la Insula dei Casti Amanti y revelada al mundo en 2024 como parte de un ambicioso proyecto de excavación, esta vivienda modesta —sin atrio, de unos 120 metros cuadrados— alberga en sus paredes un conjunto de frescos de una calidad y profundidad simbólica que están redefiniendo lo que sabíamos sobre la arquitectura doméstica y la cultura visual en la Pompeya de finales del siglo I.
Una casa pequeña, un arte mayúsculo
A diferencia de los típicos domus pompeyanos, caracterizados por su patio central (atrio) que ventilaba e iluminaba el interior, la Casa de Fedra presenta un diseño más compacto, funcional y probablemente más accesible para las clases medias o bajas de la ciudad. Aun así, la calidad de su decoración mural rivaliza con la de casas mucho más opulentas, como la célebre Casa del Fauno.
Este tipo de vivienda, conocida como casa mínima, se distribuía alrededor de un pasillo estrecho que conectaba estancias íntimas y decoradas. Lo más sorprendente es que, pese a su escala, esta casa está adornada con frescos mitológicos de gran carga emocional, simbólica y estética.
Erotismo y tragedia: el arte como espejo moral
Entre las escenas que cubren sus paredes —que incluyen la unión sexual entre un sátiro y una ninfa o lo que podría ser el juicio de Paris— destaca una representación que da nombre al lugar: el mito de Fedra e Hipólito.
En el fresco central, se retrata a Fedra sumida en la melancolía mientras su hijastro Hipólito la rechaza con un gesto que expresa pudor y distancia. Esta escena, cargada de dramatismo y refinamiento, ilustra un pasaje de la mitología griega popularizado por tragedias de autores como Eurípides y Séneca: Fedra, enamorada de su hijastro, es rechazada y termina causando su muerte tras acusarlo falsamente.
“Es una historia de amor prohibido, culpa y destrucción”, señalan los arqueólogos del proyecto. “La elección de este mito revela no solo el gusto por el drama, sino también una conciencia moral sobre los peligros de la pasión descontrolada”.
Frescos para todos: la estética al alcance de las clases medias
El hallazgo ha generado sorpresa no solo por la riqueza temática, sino porque demuestra que incluso hogares modestos accedían a un arte sofisticado. Durante mucho tiempo, se creyó que las grandes obras pictóricas estaban reservadas para la élite romana, pero la Casa de Fedra muestra que los sectores medios también decoraban sus hogares con escenas mitológicas de alta carga simbólica.
Las pinturas no solo embellecían el espacio, sino que reflejaban los valores, aspiraciones y preocupaciones de sus habitantes. En este caso, la tragedia de Fedra e Hipólito probablemente funcionaba como recordatorio ético sobre la virtud, el control de los impulsos y la importancia de la pietas, es decir, la devoción a la familia y a los valores cívicos.
Un nuevo paradigma para entender Pompeya
El hallazgo de la Casa de Fedra cambia varias cosas. Por un lado, desafía las ideas preconcebidas sobre la relación entre clase social y acceso al arte en el mundo romano. Por otro, nos invita a repensar cómo los habitantes de Pompeya usaban el espacio doméstico no solo como lugar de vida, sino también como escenario de expresión intelectual, emocional y cultural.
Además, la arquitectura sin atrio sugiere un modelo de vivienda más funcional y compacto, ideal para familias de menor poder adquisitivo, pero que igualmente participaban de las corrientes estéticas y narrativas de su tiempo.
Con cada hallazgo, Pompeya sigue dando lecciones sobre la diversidad social, la sensibilidad artística y la complejidad moral del mundo romano. La Casa de Fedra no es solo un descubrimiento arqueológico; es una ventana íntima a cómo los romanos entendían el deseo, el deber y el arte de vivir.
🏛️ Claves del hallazgo en la Casa de Fedra:
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Descubierta en 2024, en la Insula dei Casti Amanti, dentro de un proyecto de excavación arqueológica.
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Vivienda modesta y sin atrio, de unos 120 m², con una arquitectura funcional.
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Frescos de alta calidad con temas mitológicos y eróticos, como Venus y Adonis, sátiros y ninfas, y el juicio de Paris.
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Su nombre proviene del fresco central que retrata el mito de Fedra e Hipólito, una historia trágica de amor no correspondido.
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El hallazgo cuestiona las ideas sobre clase social y acceso al arte en la Roma imperial.