Oculta por más de 300 años en la selva de Chiapas, la última capital de los mayas lacandones vuelve a ver la luz y reescribe la historia de la resistencia indígena en Mesoamérica.
Durante más de tres siglos, los vestigios de Sak-Bahlán, la mítica “tierra del jaguar blanco”, permanecieron ocultos bajo el dosel impenetrable de la Reserva de la Biosfera Montes Azules, en Chiapas. Hoy, gracias a un trabajo multidisciplinario que combina arqueología, tecnología geoespacial y crónicas coloniales, un equipo internacional ha redescubierto la última capital rebelde de los mayas lacandones, una ciudad que desafió a la conquista española por más de cien años.
🐾 Una ciudad forjada en la resistencia
Sak-Bahlán no fue un centro ceremonial como Palenque o Tikal, pero su relevancia histórica es enorme. Fundada a finales del siglo XVI por los mayas ch’olti’es y lacandones que huyeron de la colonización española tras la caída de Lacam-Tún (1586), esta ciudad se convirtió en el último bastión independiente de un pueblo que eligió la selva antes que la sumisión.
Allí, durante más de un siglo, continuaron cultivando maíz, criando guajolotes, practicando rituales en cuevas sagradas y manteniendo redes de comercio —y resistencia— con otros pueblos mayas. La ciudad cayó finalmente en 1695, cuando un contingente español, acompañado de aliados indígenas, logró encontrarla y ocuparla sin resistencia militar. Fue rebautizada como Nuestra Señora de los Dolores y, apenas unas décadas después, quedó abandonada… y olvidada.
🧭 Un hallazgo impulsado por tecnología e historia
La ubicación de Sak-Bahlán fue durante siglos uno de los grandes enigmas de la arqueología mesoamericana. Para resolverlo, el arqueólogo Josuhé Lozada Toledo (CINAH Chiapas) desarrolló un modelo predictivo usando Sistemas de Información Geográfica (SIG) y el software ArcGIS Pro, cruzando datos de:
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Crónicas del siglo XVII
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Topografía
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Vegetación
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Hidrografía
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Distancias de viaje históricas
Estas herramientas permitieron delimitar una zona de búsqueda precisa. Tras expediciones anteriores que no lograron localizar el sitio, un equipo reducido —liderado por Lozada junto a los arqueólogos Brent Woodfill (Universidad de Winthrop, EE.UU.) y Yuko Shiratori (Universidad Rissho, Japón)— se adentró en la selva.
A machete en mano y tras días de marcha y navegación, dieron con lo que describen como un conjunto de estructuras de piedra, herramientas de obsidiana, cerámica y los restos de una pequeña iglesia colonial.
⛺ Arquitectura modesta, valor inmenso
A diferencia de las metrópolis del periodo clásico, Sak-Bahlán fue construida para pasar desapercibida. Sus edificaciones, adaptadas al entorno, eran modestas pero funcionales. El objetivo no era deslumbrar, sino sobrevivir en libertad.
Las primeras exploraciones han revelado:
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Plazas comunitarias
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Estructuras residenciales y rituales
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Evidencias de comercio regional
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Influencias culturales tanto mayas como coloniales
Los arqueólogos destacan la confluencia entre lo indígena y lo europeo, que se percibe en los materiales y trazas arquitectónicas del sitio. Próximamente, se empleará tecnología LiDAR para mapear el terreno bajo la vegetación y revelar posibles caminos, campos agrícolas y más estructuras ocultas.
📖 Historia que late bajo la selva
El descubrimiento de Sak-Bahlán confirma que la conquista del mundo maya no fue un proceso rápido, sino una resistencia prolongada que se extendió durante siglos. Esta ciudad fue la penúltima capital maya en caer, solo superada por Nojpetén (Guatemala), que resistió hasta 1697.
El equipo espera que los análisis posteriores a este hallazgo ofrezcan nuevos detalles sobre:
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Las estrategias de supervivencia cultural
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Las redes de comercio entre comunidades rebeldes
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El impacto de la colonización en zonas remotas
🧬 Un acto de memoria y justicia
Más allá del valor científico, el hallazgo de Sak-Bahlán reivindica la memoria de un pueblo borrado de los relatos oficiales. Es también una lección de dignidad: una ciudad construida no para dominar, sino para preservar la autonomía frente a la colonización.
Hoy, los descendientes de los antiguos lacandones viven en distintas regiones de Chiapas y Guatemala, pero este descubrimiento resuena como un eco de su pasado resistente. Sak-Bahlán vuelve al mapa, no solo como punto arqueológico, sino como símbolo de la lucha por la autodeterminación.
🗺️ El dato
📍 Ubicación estimada: confluencia de los ríos Jataté e Ixcán, en el corazón de la selva Lacandona.
📆 Resistencia maya: de ca. 1586 a 1695.
📚 Fuente clave: crónicas del siglo XVII y registros de frailes españoles.
📌 Revista científica: Chicomoztoc (publicación prevista).
“Sak-Bahlán fue más que una ciudad: fue una decisión colectiva de seguir siendo libres, incluso en el aislamiento. Hoy, su redescubrimiento honra esa elección”, concluye Josuhé Lozada.
Y la selva, que durante siglos la protegió, empieza a soltar sus secretos.