El manzano que inspiró la ley de la gravedad aún da frutos tres siglos después
En un jardín tranquilo en Inglaterra, un viejo manzano continúa contando una de las historias más icónicas de la ciencia.
Por Redacción Ciencia | Woolsthorpe, Inglaterra
Más de 350 años después de haber inspirado una de las ideas más revolucionarias de la historia, el legendario árbol de Newton sigue en pie. Bajo sus ramas torcidas y su copa todavía frondosa, este manzano que sobrevive en los jardines de Woolsthorpe Manor, en Lincolnshire, Inglaterra, es mucho más que una reliquia botánica: es un símbolo viviente del nacimiento de la gravitación universal.
Fue allí, en ese huerto familiar, donde Sir Isaac Newton observó la caída de una manzana y comenzó a preguntarse por qué los objetos siempre caen verticalmente hacia el suelo. Esa sencilla escena, sucedida hacia 1666, cambió para siempre nuestra comprensión del universo.
🧠 Una manzana, una idea y un “año milagroso”
En 1665, con solo 23 años, Newton regresó a la casa de su infancia debido al cierre de la Universidad de Cambridge por la Gran Plaga de Londres. Aislado del mundo académico, pasó más de un año en Woolsthorpe, un período que más tarde sería conocido como su annus mirabilis —el “año milagroso”— por la extraordinaria cantidad de ideas que desarrolló entonces en óptica, matemáticas y física.
Fue durante ese retiro forzado cuando ocurrió la célebre caída de la manzana. Newton jamás dijo que la fruta le golpeara la cabeza (ese detalle es una invención posterior), pero sí relató que ver caer la manzana lo llevó a reflexionar sobre la fuerza que atrae los cuerpos hacia la Tierra, y que quizás también actúa a distancias tan grandes como la que hay hasta la Luna.
De ese momento surgió su intuición inicial sobre la gravedad. Años después, en 1687, lo plasmaría formalmente en su obra maestra Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica, donde formularía la ley de la gravitación universal.
🍏 El manzano más famoso de la historia
La tradición local no tardó en identificar al árbol que supuestamente inspiró a Newton. Se trata de un manzano de la variedad Flower of Kent, una especie de fruto verde, de pulpa harinosa y sabor ácido, más útil para cocinar que para comer.
Plantado alrededor de 1650, el árbol ha sobrevivido al paso del tiempo e incluso a un vendaval a inicios del siglo XIX que lo partió en dos. Según registros locales, fue derribado parcialmente hacia 1816, pero el tronco volvió a brotar desde la base original. Desde entonces, ha sido cuidadosamente preservado como un verdadero tesoro nacional.
Hoy en día, este histórico manzano sigue vivo en el jardín de Woolsthorpe Manor, convertido en museo. Los visitantes pueden contemplarlo y revivir la escena que desencadenó una de las mayores revoluciones científicas de todos los tiempos. En 2002, fue incluido por la reina Isabel II en la lista de los “50 grandes árboles británicos” protegidos por su valor histórico.
📜 De anécdota a leyenda científica
La historia de la manzana fue relatada por el propio Newton en varias ocasiones, y transmitida por su sobrina Catherine Barton al filósofo Voltaire, quien ayudó a popularizarla. También su amigo William Stukeley la dejó registrada por escrito en 1752, recordando que Newton le había dicho: “la idea de la gravitación se me ocurrió cuando vi caer una manzana, mientras estaba sentado meditando”.
Desde entonces, la manzana de Newton se convirtió en icono de la eureka científica, un símbolo de cómo una observación cotidiana puede dar lugar a una teoría que explique los movimientos de planetas, lunas y objetos en la Tierra.
🗝️ Curiosidades del árbol de Newton
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Es un manzano de la variedad Flower of Kent, poco común y de uso culinario.
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Sigue dando frutos cada año, más de 350 años después de haber sido plantado.
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Fue parcialmente derribado por una tormenta en el siglo XIX, pero rebrotó desde la raíz original.
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Actualmente está protegido como patrimonio natural de Inglaterra.
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Se han plantado clones y esquejes del árbol en universidades y jardines botánicos de todo el mundo, incluidos los de la NASA y el MIT.
En un mundo de telescopios espaciales e inteligencia artificial, el viejo manzano de Newton sigue recordándonos que la ciencia también nace en los momentos más simples: bajo la sombra de un árbol, con una pregunta en la cabeza y una manzana en el suelo.