La masacre de los inocentes: Pieter Bruegel y la censura de una denuncia artística
La obra “La Matanza de los Inocentes” de Pieter Bruegel el Viejo, creada hacia 1567, representa uno de los momentos más oscuros del relato bíblico: el asesinato de niños en Belén, ordenado por el rey Herodes según el Evangelio de San Mateo. Sin embargo, Bruegel, como era habitual en su trabajo, trasladó esta escena al contexto de su época, situándola en una aldea neerlandesa del siglo XVI.
En lugar de los soldados de Herodes, Bruegel pintó tropas españolas y mercenarios alemanes, una referencia directa a los abusos cometidos por las fuerzas de Felipe II en los Países Bajos durante el gobierno del Duque de Alba. Esta reinterpretación convirtió al monarca bíblico en una alegoría del autoritarismo español, una denuncia poderosa contra la opresión y la violencia en la región.
La censura de una obra incómoda
Poco después de que Bruegel concluyera esta impactante obra, su mensaje fue silenciado. Las autoridades ordenaron transformarla, eliminando las escenas de infanticidio y sustituyéndolas por imágenes aparentemente inofensivas: los cadáveres de niños fueron convertidos en animales, paquetes y alimentos. Aunque las expresiones desgarradas de los padres permanecieron, su contexto original fue borrado, diluyendo el potente mensaje crítico de Bruegel.
El legado en la copia de Pieter Bruegel el Joven
Afortunadamente, una copia realizada por su hijo, Pieter Bruegel el Joven, recuperó la esencia de la obra original. En esta versión, la crueldad y la violencia de las tropas españolas se muestran sin concesiones: bebés muertos yaciendo en la nieve, soldados atravesando infantes con lanzas, y madres llorando desesperadas junto a los cuerpos de sus hijos.
El frío paisaje invernal refleja el horror de una masacre que trasciende su origen bíblico para convertirse en un grito contra las atrocidades cometidas en Flandes.
Arte, historia y propaganda
La interpretación de “La Matanza de los Inocentes” ha generado debates durante siglos. Algunos ven en ella una denuncia directa de la tiranía española en los Países Bajos, mientras que otros sugieren que este significado se desarrolló más tarde como parte de la propaganda protestante que alimentó la llamada “leyenda negra” de Felipe II.
Sea cual sea la intención original, la obra, incluso en su versión censurada, sigue siendo un testimonio de la capacidad del arte para reflejar y criticar los horrores de su tiempo. La restauración parcial de su mensaje gracias a la copia de Bruegel el Joven nos recuerda la importancia de preservar y entender el arte como una ventana a la historia, incluso en sus momentos más oscuros.
FUENTE: Alex Sala | National Geographic
La Pintura pertenece a la Colección Real inglesa y se encuentra en el Castillo de Winsor