En una época en la que las mujeres eran silenciadas o escondidas tras pseudónimos, Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle-upon-Tyne, eligió firmar con su propio nombre
Hablar en voz alta y publicar obras que desafiaban las normas del pensamiento científico y filosófico de su siglo. Escritora, filósofa, poeta, dramaturga y pionera de la ciencia ficción, Cavendish se convirtió en una figura única del siglo XVII: una mujer que no pidió permiso para pensar.
Su legado, ignorado durante siglos por los relatos dominantes de la historia intelectual, ha resurgido como un faro temprano de la voz femenina en el pensamiento occidental. En un mundo dominado por hombres como Descartes, Hobbes o Boyle, Margaret Cavendish levantó la mano y dijo: yo también tengo ideas. Y las voy a publicar.
Una vida fuera del molde
Nacida en 1623 en Colchester, Inglaterra, Margaret Lucas fue la hija menor de una familia noble. No recibió la educación formal que sí tuvieron sus hermanos, pero su madre —una viuda a cargo de ocho hijos— le dio acceso a libros, tutores y tiempo para la lectura. Desde niña mostró una naturaleza introspectiva y melancólica, algo que ella misma reconocería en su autobiografía A True Relation of My Birth, Breeding, and Life.
Durante su juventud, Margaret entró al servicio de la reina Henrietta Maria como dama de compañía, lo que la llevó al exilio en Francia durante la guerra civil inglesa. Allí conoció al aristócrata y militar William Cavendish, marqués de Newcastle, con quien se casó en 1645. Aunque él era mucho mayor, compartían una pasión por el conocimiento. Lejos de obstaculizarla, William fue su principal aliado intelectual. La animó a escribir, publicar y desarrollar sus propias ideas, algo extremadamente inusual para una mujer en ese tiempo.
Escritora prolífica y polémica
A lo largo de su vida, Margaret Cavendish escribió y publicó más de 21 obras originales: poesía, tratados filosóficos, textos científicos, obras de teatro y novelas utópicas. Su pluma combinaba ciencia, ficción, filosofía y crítica social, siempre atravesada por una conciencia aguda del lugar de la mujer en la cultura y el conocimiento.
Entre sus obras más notables destacan Poems and Fancies (1653), Philosophical and Physical Opinions (1655), Observations upon Experimental Philosophy (1666), y especialmente The Description of a New World, Called the Blazing World (1666), una de las primeras novelas de ciencia ficción de la historia, escrita más de dos siglos antes de que el término existiera.
En The Blazing World, una mujer accede a un universo alternativo donde se convierte en emperatriz de criaturas híbridas entre animales y humanos. En este mundo imaginario, Cavendish proyecta su deseo de poder y conocimiento en una protagonista femenina, una “Margaret la Primera” con autoridad absoluta, capaz de pensar, gobernar y explorar.
El libro es considerado hoy no solo un hito literario, sino también una crítica audaz a la exclusión de las mujeres del saber. Mediante la fantasía, Cavendish escribió una alegoría de emancipación intelectual femenina.
Filosofía vitalista en tiempos de ciencia mecánica
A pesar de no contar con formación científica formal, Cavendish se atrevió a opinar sobre los grandes debates de su tiempo. Criticó la visión mecanicista del universo y propuso en su lugar un modelo vitalista, en el que toda la materia —incluso la inerte— poseía vida y razón. Su idea de un universo animado fue vista por muchos como extravagante, pero también como radicalmente original.
Asistió incluso a una sesión de la Royal Society en 1667, un acto sin precedentes para una mujer. Su presencia fue motivo de burla para algunos, pero también de asombro: una duquesa, filósofa y escritora debatiendo con los sabios del momento en sus propios términos.
Su estilo, sin embargo, generó divisiones. Escritores como Samuel Pepys la tildaron de “ridícula”, mientras que otros, como John Dryden o Constantijn Huygens, reconocieron su talento y originalidad. Margaret no encajaba en ningún molde: escribía con pasión, a veces con desorden, pero también con una voz auténtica, rica en metáforas y osada en sus ideas.
Una mujer consciente de su tiempo —y de su destino
Margaret Cavendish no solo se destacó por lo que pensaba, sino por cómo vivía su pensamiento. Rechazaba las modas femeninas, defendía su forma de expresarse y aspiraba abiertamente a la fama, algo escandaloso para una mujer de su época. No buscaba la modestia como virtud femenina: quería ser recordada. Y lo logró.
Murió en Londres en 1673, a los 50 años, y fue enterrada en la Abadía de Westminster, un honor reservado a figuras excepcionales. Su esposo mandó erigir un monumento que la celebraba como “virtuosa y valiente”.
Durante siglos, su figura fue silenciada o tratada como una rareza excéntrica. Solo con el auge de los estudios de género y la crítica literaria feminista, Cavendish ha sido recuperada como una figura central del pensamiento moderno temprano.
Hoy, su obra se reedita, se estudia en universidades de todo el mundo y sirve de inspiración a escritoras, científicas y filósofas que reconocen en ella a una precursora del pensamiento libre. Fue una mujer adelantada a su tiempo, no porque predijera el futuro, sino porque tuvo el valor de imaginarlo distinto.