César Jesús Quintero Vargas
Una cuestión bastante repetitiva dentro del panorama político nacional es la constante comparación entre Hugo Chávez, Fidel Castro y el actual jefe del ejecutivo nacional, cosa que me parece digna de comentar y de dar una crítica sincera desde la imparcialidad. Y aunque no lo crean, este breve análisis será en parte una defensa ante mencionada situación, ya que comparten similitudes, pero existen bastantes diferenciadores entre todos ellos.
Primero que nada, con el que se realiza una comparación forzada y constante es con Chávez Frías, vaya, comparten el discurso y ciertos slogans, pero hay que negar una realidad: aquel venezolano era un genio en el marketing político. No por nada, ese carisma innato lo catapulto al punto de ser considerado sex symbol. Carisma que no posee del todo Andrés.
Ahora, hagamos un repaso en la vida del fallecido mandatario venezolano. Desde joven tuvo una enseñanza política de izquierda, un vecino suyo era un declarado marxista y junto a los hijos del mismo, los instruyo en aquellas doctrinas económicas, políticas y filosóficas. Seguido de eso, la educación militar que lo condujo por toda su vida demarca un carácter bastante fuerte y disciplinado (cosa que no demuestra el presidente de México, en las fotografías de su escritorio en palacio nacional por poner un ejemplo) además de participar en un movimiento armado, singularidad que comparte con Castro, pero no con el Tabasqueño.
Iracundo en su discurso, que en un inicio era conciliador, no daba paso atrás cuando utilizaba injurias contra los “Yankees”, creo que era en su momento el único ser en el planeta tierra que no tenía consecuencias directas y físicas ante tales situaciones con los hermanos norteamericanos, situación que no comparte con el mandatario mexicano, por fortuna tenemos a un político que ha logrado conciliar y generar buenos lazos de hermandad con Trump y Biden, sin emitir calumnias y blasfemias como el político venezolano en mención.
Hugo se colgó la bandera de la democracia y permaneció en el poder de manera indefinida, hasta que el cáncer se lo impidió. Ahondar en más detalles sería contradictorio a la propuesta de este blog, pero he de mencionar que hay docenas de libros que hablan con mayor profundidad sobre el tema, esto es un análisis bastante rápido.
Ahora bien, Castro ¿qué hay que decir que no se haya contado ya? Militar, intelectual, icono de rebeldía en mitad del siglo XX, casi destruye el mundo, amigo de Hemingway, prófugo en México, múltiples atentados, guerrillero en Sierra Maestra… Y un largo etcétera lo acompañan y con ello, bastantes características que lo distan de la imagen de López. Además, Castro y Chaves se entendían bastante bien, sus movimientos surgieron del lado militar, además ambos alcanzaron su cenit político dentro de la prisión al ser frenados sus primeros movimientos golpistas y tal cual, como aves fénix, surgieron de ahí con mayor fuerza y porque no decirlo, sin miedo a nada, ni a la muerte.
Ahora, López Obrador, participe de la política priista más recia y cruel que el país haya conocido, incorporándose al mismo dos años después del dos de octubre, teniendo en su catálogo de indisciplinas el culminar sus estudios universitarios catorce años después de su ingreso ¿cuestionable? Sí.
Se argumenta que en ese lapso de tiempo ocupo varios cargos dentro del gobierno de Tabasco, podría ser una justificación, pero eso lo evaluará el lector (su boleta de calificaciones se encuentra en la web), ahora, ¿intelectual? Yo creo que, en ese rubro, si hay similitud con los otros dos, es ampliamente conocido que el presidente es una persona de lectura constante, algo que reconozco. Pero no guarda consigo ese espíritu de caudillo o militar, estoy completamente seguro de que es una persona que detesta la violencia física y eso se nota a leguas. Además, él ya había disfruta del placer democrático de obtener un puesto de elección popular, perseguido por una campaña de desafuero que no le acarreo más que popularidad. Tres veces candidato a la presidencia, vaya, esa perseverancia es de admirar, prefirió esperar que atacar con un fusil y eso amigos, es de admirar.
¿Pero decir que son lo mismo?
La forma en que Castro y Chávez acceden al poder es completamente distinta a la vía democrática en la que López Obrador llegó. Vamos, Hugo intento un golpe de Estado, simple y llano, que no funcionará fue diferente, una conjura de años dentro de las fuerzas armadas que al momento de ejecutarse mostro el semblante de un joven militar, con el resultado fallido conocido, abriendo camino por la vía del voto. Castro, por su parte, accedió con un golpe militar y años de lucha armada en la Sierra, expulsando a todos los burócratas del gobierno de Batista a su llegada a la capital… ¿Y López? Ya sabemos que lo intento por la vía del voto en tres ocasiones y eso es lo que principalmente lo separa de ellos, sinceramente yo no estoy a favor de muchas de sus políticas, pero debo reconocer que es una figura completa e integra de un demócrata (casi perfecto) lo cual dependerá del desenlace que le dé a su gobierno y la transición del mismo a uno nuevo o su eventual continuación.
Ahora, ya sé que pondrán videos con Andrés diciendo “amor con amor se paga” y después a Hugo Chávez diciendo lo mismo, si, lo sé ¡pero creo que al principio se los mencione! Esta copiando toda la campaña de alguien que supo conectar con las masas desprotegidas ¿El riesgo? que decida perpetuarse, pero no de forma física, eso es muy riesgoso y hasta tonto. Muy posiblemente este ejecutando una incorporación gradual al mero estilo del PRI, no lo dudo, pero eso ya dista del modus operandi de los otros dos latinoamericanos y se asemeja más con la visión de sus mentores del partido tricolor.
Y viendo el resultado de estos argumentos que vierto, solo tengo que decir una cosa: AMLO es un artista de la política.
¡¿Qué?! Así es. Y esto parafraseando a Picasso. Lo es puesto que ha sabido robar las características de todos los mandatarios latinoamericanos de izquierda que han cimentado vías de transformación (no necesariamente positivas) a sus países, bajo el clamor popular, la lealtad ciega y la defensa secular. Un buen artista imita, pero los más grandes roban y él lo ha hecho en su ámbito.
Y aunque no lo crean, yo soy un opositor de muchas de sus ideas. Pero hay que reconocer lo bueno de los adversarios porque de lo malo, eso se habla diario.