El amigo mexicano de Juan Carlos I “que solo sabía meterse en problemas”

Por: Adán Morales

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El multimillonario Allen Sanginés-Krause, afincado en Londres, está detrás de las tarjetas de crédito que usaron el rey emérito y otros miembros de la familia real

Londres / Mexico – EL PAÍS

Un abogado español conocedor del mundo financiero londinense decía hace poco que resultaba casi imposible cruzarse con Allen Sanginés-Krause: “Eso quiere decir que es de los importantes, los que apenas se dejan ver”. El nombre del multimillonario, de 61 años y con doble nacionalidad mexicana y británica, saltó la semana pasada a los medios tras conocerse que regaló dinero a Juan Carlos I, que lo gastó a través de una tarjeta de crédito; un regalo o donación que el rey emérito presuntamente no declaró a Hacienda y por el que la Fiscalía Anticorrupción le investiga. Sanginés-Krause resulta tan enigmático como la sede de su principal empresa, el fondo de inversiones BK Partners, en Londres.

En una soleada mañana de confinamiento por la pandemia, con las calles despobladas, se deja ver en toda su majestuosidad el edificio victoriano que en 1883 diseñó Richard Norman para la Alliance Assurance Company, en el número 1 de St. James Street. “Aquí no hay ninguna oficina, esto es un edificio residencial”, dice uno de los operarios que trabaja en su remodelación. Apartamentos y pisos de lujo. Y, sin embargo, es también el segundo domicilio social —el primero está en Puerto Vallarta, México— de la firma de inversión del empresario, según indica su página web.

En el universo de Internet hay solo dos vídeos de Sanginés-Krause. Bastan para aproximarse a su retrato psicológico. En uno de ellos, de 2019, recibe el premio Carrera al Universo que se otorga a los exalumnos con más de 30 años de excelencia en su profesión del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). La institución lleva décadas formando a la élite financiera del país, y de allí han salido ministros de Hacienda y gobernadores del Banco Central. “Lo único que he sabido hacer en la vida es meterme en problemas. Después, tratar de salir de ellos, y divertirme en el proceso”, dice el premiado antes de relatar su trayectoria vital.

A su madre y su abuelo les debe el empeño de que recibiera la mejor educación. A su prurito personal, un ascenso meteórico. De creerle —y suena sincero—, a los 18 años se empapó de la Introducción a la Economía de Paul Samuelson (“El Samuelson”, libro canónico de la materia). Beca Fulbright, una vez licenciado, para doctorarse en Harvard (EE UU). Y casi un cuarto de siglo en la banca de inversión Goldman Sachs. Ocho años en Nueva York. El resto, en Londres, donde se establece junto a su esposa, la fotógrafa Lorena Sanginés-Krause, y sus tres hijos. A los 49 años, inicia su propia aventura empresarial, con la que se hace multimillonario.

En el vídeo que precede a la entrega del premio aparecen unas pocas fotos, a buen seguro escogidas por él mismo. Hay una con toda su familia, pero en la primera que se muestra aparece él junto a Juan Carlos I y el empresario mexicano Carlos Slim.

Un invitado muy especial

El segundo vídeo, grabado con su móvil por Marian Tighe, una vecina de la localidad irlandesa de Clonmellon, es la causa de uno de esos efectos mariposa que tan a menudo ocasionan las redes sociales. Un aleteo en una pequeña iglesia de pueblo provoca un vendaval inesperado a más de 2.400 kilómetros de distancia. Ocurrió el 22 de julio de 2017. El filántropo banquero mexicano que compró, restauró y habita por temporadas el cercano castillo de Killua acaba de rescatar de la ruina la pequeña iglesia de San Juan el Bautista para convertirla en un centro vecinal dedicado al arte. Aprovecha una exposición de la obra de su esposa para invitar a los lugareños a la inauguración. Ataviado con el kilt tradicional (chaqueta corta y falda de cuadros), Sanginés-Krause anuncia la sorpresa a los congregados: “Tenemos con nosotros a un invitado muy, muy, muy especial. El rey Juan Carlos de España”. Asombro y aplausos. El teléfono de Marian ha grabado a una mujer que acompaña al rey emérito, pero que se aleja de inmediato del objetivo. Es Marta Gayá, la mallorquina con la que mantuvo durante años un discreto romance. Ambos eran invitados de excepción en el castillo del mexicano. Con ellos realizó poco después una escapada por las islas griegas.

Apareció en los llamados papeles del paraíso, la filtración de miles de empresas de inversión en territorios offshore (a salvo de la inspección fiscal de sus respectivos países de origen). Era el director, accionista único y representante legal de Rasa Land Investors, radicada en Malta, con domicilio social en el apartamento número 7 del fantasmagórico edificio londinense de St. James Street, y vinculada a inversiones inmobiliarias en México.

Y en su huidiza biografía pública existe alguna foto junto a Corinna Larsen, cuyas revelaciones han puesto en la picota al rey emérito. Pero su entrada por la puerta grande en esta historia ha ocurrido ahora, al conocerse que los fiscales investigan el uso por parte de Juan Carlos I de tarjetas de crédito para gastos que acabaría pagando el mexicano. “La gente que se llama a sí misma selfmade (hecha a sí misma) no son más que unos desagradecidos que olvidan quién les ha ayudado en la vida”, decía Sanginés-Krause al recibir el premio del ITAM. A estas alturas, quizá habría preferido que sus favores a los amigos hubieran quedado en el olvido.

 

Amante de las antigüedades y de los hoteles de lujo

Allen Sanginés-Krause tiene fama de hombre culto, exquisito, amante del arte y las antigüedades. Su perfil en la web de BK Partners asegura que habla inglés, español, alemán, francés y ruso. Pertenece al Comité de Campaña de la fundación Historic Royal Palaces, la venerada institución británica que preserva palacios como los de Kensington, Kew o Hampton Court, o edificios históricos como la Torre de Londres, y es uno de sus patrones. Figura además como donante (en el grupo de los que han aportado de 11.000 a 27.000 euros) de Chatham House, el centro de pensamiento y política internacional más prestigioso de Londres.

De Sanginés-Krause apenas hay conocimiento público en su país natal, a pesar de haber hecho una fortuna en la inversión inmobiliaria turística. Con su primera compra, el hotel Four Seasons, el mejor y más caro de México DF. O con la adquisición a OHL del lujoso resort Mayakoba, en Cancún. Y, finalmente, con la compra del madrileño hotel Villa Magna, su lugar de residencia en sus visitas a Madrid.