México, señalado como “adversario” por EU: un juicio alarmante con implicaciones diplomáticas, políticas y de seguridad binacional
Ciudad de México, 25 de junio de 2025 — Las declaraciones de la Fiscal estadounidense, Pam Bondi, en las que incluyó a México entre una lista de “países adversarios” que buscan asesinar estadounidenses, han encendido las alarmas tanto en círculos diplomáticos como en sectores académicos y de seguridad. Sus palabras, pronunciadas ante el Comité de Gastos del Senado estadounidense, no sólo refuerzan una narrativa agresiva en el discurso de seguridad nacional de la Administración Trump, sino que también plantean un cuestionamiento profundo sobre el estado de la relación bilateral con México.
Durante su comparecencia, Bondi afirmó que el gobierno de Trump “no se dejará intimidar por Irán, Rusia, China ni México”, acusando a estos países de poner en peligro la vida de ciudadanos estadounidenses —en el caso mexicano, a través del tráfico de drogas, especialmente fentanilo, que sigue siendo el eje del conflicto binacional.
“Ya sea que intenten asesinarnos físicamente o a través de causar sobredosis a nuestros niños con drogas (…) México debe saber que la mitad de su país está gobernada por los cárteles”, sentenció el senador Lindsey Graham, quien cuestionó directamente la eficacia del nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum en la lucha antidrogas.
Un lenguaje sin precedentes… y una tensión creciente
La inclusión de México en la misma categoría que potencias rivales como Rusia, China e Irán marca un hito peligroso en la narrativa estadounidense: por primera vez en un foro oficial de alto nivel, México ha sido calificado abiertamente como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos, no por su política exterior, sino por su supuesta incapacidad —o desinterés— para controlar al crimen organizado.
El hecho de que Bondi haya solicitado discutir en privado el nivel de cooperación del gobierno de Sheinbaum —en lugar de responder públicamente— solo añade opacidad a la relación bilateral en un tema de alto impacto, lo cual, según analistas, debilita la percepción internacional de México como un aliado estratégico.
Una contradicción peligrosa
Paradójicamente, las acusaciones de Bondi se dan justo cuando las cifras oficiales en Estados Unidos muestran una caída significativa en los efectos del fentanilo: el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) reportó una reducción del 26 % en las muertes por sobredosis, y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) informó una baja del 28 % en los decomisos de esta droga en la frontera con México.
Estos datos contradicen parcialmente la narrativa de “crisis imparable” promovida por legisladores republicanos como Graham, quien ha sido uno de los principales defensores de una política de mano dura contra los cárteles mexicanos, incluso proponiendo su designación como organizaciones terroristas extranjeras.
¿Qué significa esto para México?
Desde el punto de vista político y diplomático, estas declaraciones empujan a México a una zona gris entre socio y amenaza, lo cual complica gravemente la coordinación en temas clave como migración, seguridad fronteriza, cooperación económica y comercio.
Además, la postura de Bondi y Graham coloca al gobierno de Claudia Sheinbaum bajo un nuevo nivel de escrutinio internacional, en un momento donde la relación con Estados Unidos será clave para definir el rumbo de su política exterior y de seguridad nacional.
Expertos en relaciones internacionales han advertido que un cambio en el tono o en la estrategia de Washington podría derivar en medidas unilaterales, como operativos transfronterizos, sanciones económicas o restricciones en programas de cooperación bilateral.
¿Amenaza real o uso político?
Para muchos analistas, el uso de México como “chivo expiatorio” en plena campaña política en Estados Unidos no es una novedad, pero sí es preocupante que se haga desde cargos oficiales del más alto nivel, lo que podría erosionar los canales diplomáticos y de inteligencia entre ambos países.
“Más que una advertencia operativa, esto parece una señal política para la base electoral republicana. México es usado como símbolo del ‘caos externo’ que justifica políticas autoritarias y militarizadas”, comentó un exfuncionario del Departamento de Estado.
Lo cierto es que, mientras se endurezca esta retórica, la cooperación binacional quedará debilitada, y los retos compartidos —como el tráfico de drogas, la violencia armada y la migración— seguirán sin una solución efectiva ni sostenible.