Aunque debutó en la política nacional hace apenas unos años, Daniel Noboa ha logrado posicionarse como un actor clave en un escenario político fragmentado.
QUITO, Ecuador (AP) — La reelección del presidente Daniel Noboa con un contundente 55,8% de los votos refleja algo más que una victoria política: expone el hartazgo profundo de la ciudadanía ecuatoriana frente a la inseguridad y la falta de rumbo. Con más del 92% de las papeletas escrutadas, el Consejo Nacional Electoral declaró irreversible la ventaja del joven mandatario sobre su rival, la abogada izquierdista Luisa González, quien denunció un “fraude grotesco” y anunció que pedirá un recuento.
La escena política ecuatoriana ha cambiado drásticamente en apenas dos años. Noboa, un empresario millonario con escasa trayectoria política, llegó sorpresivamente al poder en 2023 en una elección anticipada tras la disolución del Congreso, y ha logrado capitalizar el miedo y la desesperación ciudadana en un país asediado por el crimen organizado.
Durante sus primeros 16 meses en el poder, Noboa se enfocó en medidas de seguridad de corte militarista, incluyendo estados de excepción y el uso del ejército para retomar el control de las cárceles y contener la violencia en las calles. Aunque estas políticas han generado polémica y críticas de organismos de derechos humanos, muchos ecuatorianos las perciben como una respuesta directa —y finalmente contundente— ante años de abandono estatal.
En ese contexto, su reelección puede leerse no tanto como una adhesión ideológica, sino como una decisión pragmática de un electorado exhausto. La seguridad se impuso como el tema central del debate, eclipsando propuestas económicas, sociales o de reforma estructural. El voto a Noboa parece menos una aprobación entusiasta de su gestión, y más un mensaje claro: “queremos vivir sin miedo”.
Pero el respaldo popular también impone una vara más alta. Con un mandato completo de cuatro años por delante, el presidente ya no podrá escudarse en la improvisación o en la falta de tiempo. Deberá mostrar resultados sostenibles, especialmente en seguridad, donde las soluciones de fuerza podrían no ser suficientes para atacar las causas estructurales del problema: pobreza, corrupción, y exclusión social.
Luisa González, en tanto, ha decidido impugnar los resultados, lo que podría agitar un panorama político ya tenso. Si bien su denuncia de fraude carece, por ahora, de pruebas contundentes, su narrativa pone en evidencia la fragilidad institucional y la polarización que aún domina la política ecuatoriana.
Con esta reelección, Daniel Noboa se consolida como una figura central de la política nacional. Pero el verdadero desafío comienza ahora: demostrar que su popularidad no es solo el reflejo de un momento de crisis, sino el inicio de un nuevo rumbo para Ecuador.
Fuente: AP