El día de hoy, 8 de mayo de 2025, el cónclave del Vaticano anunció la elección del cardenal estadounidense Robert Francis Prevost como el nuevo Papa, adoptando el nombre de León XIV. Esta elección marca un hito en la historia de la Iglesia Católica, al ser la primera vez que un ciudadano estadounidense asume el pontificado.
Robert Francis Prevost, OSA
Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, es miembro de la Orden de San Agustín (OSA). Fue ordenado sacerdote en 1982 y, tres años después, en 1985, obtuvo un doctorado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino en Roma.
A partir de 1985 y hasta 2003, trabajó como misionero en Perú, donde tuvo un rol destacado en la formación sacerdotal, dirigiendo el seminario agustiniano en Trujillo. También dedicó gran parte de su labor pastoral al servicio en comunidades marginadas, mostrando un fuerte compromiso con la misión social y evangelizadora de la Iglesia.
En 2014, el Papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la Diócesis de Chiclayo, y en 2015 fue designado obispo de dicha diócesis. Su labor en Perú le valió la ciudadanía peruana y una reputación de cercanía con las comunidades locales.
El #PapaLeonXIV , estadounidense abre una nueva esperanza al mundo con una posible continuidad a la línea progresista del #PapaFrancisco
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En 2023, fue nombrado prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, cargos desde los cuales supervisó la selección de obispos a nivel mundial y promovió la visión pastoral del Papa Francisco.
Implicaciones geopolíticas de su elección
La elección de un Papa estadounidense tiene profundas implicaciones geopolíticas. Tradicionalmente, se evitaba la elección de un pontífice de Estados Unidos debido a preocupaciones sobre la influencia política de la superpotencia en la Iglesia. Sin embargo, la trayectoria internacional de Prevost y su enfoque pastoral han mitigado estas preocupaciones.
Su elección ocurre en un contexto global marcado por tensiones políticas y económicas, incluyendo las políticas arancelarias del expresidente Donald Trump. La presencia de un Papa estadounidense podría influir en la diplomacia vaticana y en las relaciones entre la Iglesia y gobiernos de todo el mundo.