El cambio climático está volviendo más frecuentes e intensas olas de calor como la que sacude Canadá, con temperaturas récord, y el noroeste de Estados Unidos
Washington.— Hasta hace unos días, Lytton era un pueblo desconocido en el interior de la provincia canadiense de la Columbia Británica: poco más de 200 habitantes y sin mucho más. Desde la semana pasada está en boca de todos, tras conseguir el dudoso honor de haber registrado la temperatura más alta en la historia de Canadá (49.6 grados centígrados) y una de las más altas sobre la faz de la Tierra.
En tres días, Lytton superó el récord de mayor temperatura en más de 4.6 grados Celsius, un aumento abismal; lo habitual es que récords de este calibre se superen en pocas décimas, no en cifras tan absolutamente grandes.
Según el climatólogo Maximiliano Herrera y su recuento de temperaturas extremas en el mundo, el hito de Lytton es más elevado que cualquier temperatura registrada nunca en Europa o América del Sur, y sólo tres estados en Estados Unidos han superado la barrera de 49.6 grados Celsius en la historia.
“No hay palabras que describan este evento histórico”, se resignaban desde la cuenta de Twitter del servicio de clima y medioambiente canadiense en la Columbia Británica. Para la Organización Mundial de Meteorología (OMM), órgano de las Naciones Unidas, la ola que está “horneando” el noroeste de Estados Unidos y las áreas occidentales de Canadá es “excepcional y peligrosa”.
La situación extrema que se ha vivido en los últimos días en el noroeste de América del Norte, especialmente en la provincia canadiense de la Columbia Británica, pero también en Washington y Oregon, no es sólo traumática por la pérdida de vidas por las altas temperaturas (alrededor de medio millar, según los conteos más recientes), sino desconcertante, pues es una zona nada acostumbrada a este tipo de fenómenos metereológicos (se calcula que menos de un tercio tienen aire acondicionado, pues la temperatura media no supera nunca los 25 grados).
La preocupación es qué significa que se produzca un fenómeno así en esas latitudes y en este momento del año.
No es un fenómeno extraño ni nunca antes visto. La “cúpula de calor”, un sistema de altas presiones y aire caliente estático que, unido al sol radiante, imposibilita el paso de frentes fríos que pudieran rebajar la temperatura y actúa como si de una tapa de olla se tratara, recalentando el calor en la superficie afectada, se ha producido anteriormente.
Lytton, en la provincia canadiense de Columbia Británica , sufre de incendios forestales por la ola de calor. Foto: DARRYL DYCK. AP
Sin embargo, la virulencia y la frecuencia es lo que más preocupa. Si bien los científicos están siendo bastante precavidos en culpar directamente al cambio climático de la situación, todos coinciden en señalarlo como factor fundamental.
“¿Una cúpula de calor se habría desarrollado en el oeste sin cambio climático? Seguro. ¿Pero habría sido tan extremo como la que estamos viviendo sin él? Seguramente no”, escribieron Michael E. Mann y Susan Joy Hassol, expertos climáticos en The New York Times.
Según cuentan, las olas de calor son tres veces más recurrentes que hace medio siglo; la opción de romper récords de alta temperatura es cinco veces superior que sin cambio climático.
Nick Bond, profesor de Ciencia Atmosférica de la Universidad de Washington, dijo a The Hill que el cambio climático “ciertamente” ha jugado un rol “en el hecho de que las temperaturas veraniegas hayan aumentado, y vayan a seguir aumentando”.
“El cambio climático inducido por el hombre está haciendo más probable y más intensa cualquier ola de calor que ocurre hoy día”, resolvió a la BBC la climatóloga alemana Friederike Otto, de la Universidad de Oxford.
Todo el mundo apunta a que episodios como éste serán revividos en el futuro próximo. G McCarthy, asesora climática del presidente Joe Biden, señaló el pasado miércoles que “estamos viendo temperaturas que son extraordinarias. Se está convirtieninado en algo serio… está empeorando cada vez más”.
“Me gustaría pensar que es algo anormal”, prosiguió, “pero creo que simplemente esto es la nueva normalidad que tenemos que enfrentar, porque el cambio climático no se revierte”.
El pesimismo sobre la repetición de un episodio como el que se ha vivido en los últimos días es compartido por el primer ministro canadiense Justin Trudeau. “Realísticamente, sabemos que esta ola de calor no será la última”, se resignó.
Es una teoría compartida por los científicos. “Las olas de calor están siendo más frecuentes e intensas a medida que las concentraciones de gases de efecto invernadero nos llevan a un aumento de las temperaturas; además, estamos notando que empiezan antes y terminan más tarde y están tomando un peaje más elevado en la salud humana”, reflexionó Omad Baddour, jefe de la División de Políticas y Monitoreo del clima de la OMM.
“Sin el cambio climático inducido por el ser humano”, reflexionaba Nikos Christidis, del Servicio Nacional de Meteorología del Reino Unido, “habría sido prácticamente imposible llegar a estos récords de temperaturas en junio en el oeste de EU, porque las opciones de que eso ocurriera son de una por decenas de miles de años”.
A pesar de los avisos de los científicos de los efectos del cambio climático en fenómenos meteorológicos, y que todos los expertos sabían que en algún momento iba a suceder, nadie escapa de la sorpresa de que se produzca tan pronto. “Estoy en shock”, confesaba el científico climático Simon Donner, de la Universidad de la Columbia Británica, a la radiotelevisión pública canadiense.
“Esperaba ver más oleadas de calor extremo más adelante en el futuro porque estamos añadiendo gases de efecto invernadero a la atmósfera, pero esto sobrepasa mis expectativas. Una ola de calor que dura tanto y es tan caliente en Canadá es totalmente sin precedentes”, dijo. “Se hablará de este momento durante décadas”, tuiteó el meteorólogo británico Scott Duncan, aterrorizado por el hecho de que una situación así se viva en estos momentos y no dentro de algunas generaciones.
Robert Brulle, profesor en el Instituto de Sociedad y Medio Ambiente de la Universidad de Brown, le respondía: “No se va a hablar de esto. ¡Los récords van a caer a medida que el cambio climático se acelera! Esto es sólo una versión suave de lo que podemos esperar en el futuro”.
El problema de estas olas de calor no se queda ahí. La sequedad del terreno y las altas temperaturas provocan graves riesgos de incendios, lo que eleva los desafíos, como se ha visto con el incendio de Lytton. El presidente Biden reunió la semana pasada a su gabinete para preparar una estrategia y hacer frente a la que se espera que sea la temporada de incendios “más severa” de la historia, aunque admitió que por culpa del cambio climático, los eventos de temperaturas extremas “ya no son una cuestión estacional”.
“Nuestro hogar está en llamas”, dice una de las frases más célebres de la activista Greta Thunberg. Estos días, el noroeste de América del Norte ha sentido al menos su calor extremo.