La pugna electoral en Estados Unidos se ha vuelto una batalla judicial sin precedentes, centrada en la pregunta de si un ex presidente puede estar por encima de la ley. Donald Trump, enfrentando una serie de juicios tanto criminales como civiles, ha desplegado una estrategia legal diseñada para aplazar y confundir, hasta ahora con resultados a su favor.
Con más de 80 cargos en su contra, Trump ha utilizado apelaciones y contrademandas para retrasar los procesos, mientras alega que los casos son políticamente motivados. La posibilidad de un autoindulto si es reelecto se encuentra sobre la mesa, aprovechando su influencia en la Suprema Corte y otros tribunales que parecen inclinarse a su favor, permitiendo la prolongación de sus casos.
Recientemente, un juez estatal en Georgia aceptó una solicitud de Trump y otros acusados para impugnar un fallo previo, postergando un caso en el que está acusado de conspirar para subvertir el resultado de la elección presidencial en ese estado. La conversación entre Trump y el secretario de Estado de Georgia, donde Trump pidió encontrar más de 11 mil votos, está en el centro de este proceso.
Sin embargo, Trump no está ganando en todos los frentes. En febrero, un tribunal civil lo encontró culpable de manipular información sobre su riqueza, imponiéndole una multa de 454 millones de dólares. La semana pasada, tuvo que obtener una fianza de 91.6 millones por un caso de difamación que perdió contra una escritora. Además, se avecina un caso sobre los pagos durante la campaña electoral de 2016 para silenciar a Stormy Daniels, una actriz de cine para adultos con quien supuestamente tuvo una relación.
Trump se convierte así en el primer ex presidente en enfrentar cargos criminales, con casos que incluyen intentos de subvertir el proceso democrático y manejo ilícito de documentos de seguridad nacional. A pesar de todo esto, sigue sin ser condenado, lo que ha llevado al documentalista Michael Moore a sugerir que “Trump es más inteligente que nosotros”.
La narrativa política estadounidense se enreda aún más en los tribunales mientras Trump, por ahora, continúa su trayectoria de mantenerse impune en su vida profesional. Esta batalla legal no solo definirá su futuro, sino también el del sistema democrático en Estados Unidos.