TRUMP VS. BIDEN. LA LUCHA POR LA “DECENCIA” DE ESTADOS UNIDOS

Por: Adán Morales

@adangio

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Joe Biden ha estado siete puntos por encima de Donald Trump en las preferencias durante el mes de octubre. ¿Cómo cambiarán las cosas de aquí al 3 de noviembre? “Lo que está en juego en la boleta electoral es la decencia de este país”, dijo el exvicepresidente en el debate.

Por Eileen Truax


DEBATEEn el último debate las reglas fueron más estrictas y se prohibió a los candidatos interrumpir, encimar sus respuestas o gritar. Fotos: Facebook.

 

EMEEQUIS.– Han pasado 90 minutos de debate presidencial, y los candidatos se ven tan cansados como nos sentimos nosotros. Es jueves por la noche, y está por terminar el último evento en el que Joe Biden y Donald Trump se encuentran frente a frente. En su último turno, ambos repiten algunas cosas que han dicho antes, y Biden cierra con una frase: “Lo que está en juego en la boleta electoral es la decencia de este país”.

Esta es una de las líneas argumentales más efectivas de la campaña Biden. En una elección tradicional, los candidatos a la presidencia suelen intentar convencer a los votantes de que sus propuestas son las mejores mientras desmontan las del contrincante. En esta, uno de los candidatos, el presidente, insiste en que es el mejor gobernante que ha tenido el país. El otro, ofrece gobernar “usando la ciencia, no la ficción”; respetando a todos, sean demócratas o republicanos; pagando impuestos, y regresando la normalidad a las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con el resto del mundo, entre otras cosas.

Es decir, explica, regresándole la decencia a este país.

El asunto es este: son tantas las ganas que tenemos de que Biden –el otro– le gane al presidente en turno, que es posible que terminemos comprando la idea de que la “normalidad” estadounidense previa al gobierno de Donald Trump, era, en efecto, decente. Que la aplicación de la ley para minorías raciales y étnicas era decente. Que la asignación de contratos para los grandes corporativos era decente. Que el manejo convenenciero de las leyes de asilo y la diplomacia internacional eran decentes. Que las leyes migratorias eran decentes. 

Para muestra, un fronterizo botón. En este último debate, uno de los temas a discutir fue migración –aunque en Estados Unidos, siempre que hablan de eso dicen “inmigración”, por esta idea que tienen de que los otros siempre quieren venir, y nunca al revés–. La moderadora del debate empezó preguntando a Trump sobre los más de 500 niños inmigrantes que se encuentran “desaparecidos” tras haberlos separado de sus familias en la frontera, una política de su gobierno. Después de farfullar alguna cosa, el presidente, como siempre, dijo que no es su culpa. Cuando Biden dijo: “Todos vimos las imágenes de los niños en jaulas”, la respuesta de Trump fue “¿y quién construyó las jaulas? Tú construiste las jaulas”, haciendo alusión al gobierno de Obama, en el que Biden fue vicepresidente. Y es extraño decir esto, pero Trump no mintió.

En 2014, bajo la administración Obama, se registró una llegada sin precedentes de niños migrantes no acompañados a la frontera entre México y Estados Unidos. La cifra fue tan alta, que los espacios asignados para retener temporalmente a quienes solicitan asilo en las oficinas de inmigración resultaron insuficientes. Las jaulas que hemos visto en la televisión se construyeron para “alojar” inmigrantes de manera temporal, mientras los niños eran canalizados a otras agencias. Cuando Trump llegó, las jaulas tuvieron un uso permanente. ¿Es mejor tener personas en jaulas de manera temporal que permanente? Sí. ¿Es decente tener personas en jaulas, aunque sea por unos minutos, o siquiera construir jaulas para personas? Pues no. 

En aras de retornar la normalidad a este país, los demócratas de ideas más liberales, los de centro, e incluso algunos republicanos, han cerrado filas en torno a la candidatura de Biden. Con este respaldo, Biden debatió con Trump sobre el irresponsable manejo de la pandemia de COVID-19 por parte del gobierno; sobre cuál de los dos tiene más vínculos con China o con Rusia; sobre cuál de los dos puede recaudar más dinero, y hasta sobre quién era más racista: Trump, defendiéndose como gato boca arriba, y Biden reforzando la parte de autoridad moral que le da el solo hecho de no ser como Trump.

La otra parte de la autoridad de Biden para debatir, viene de las encuestas. Durante todo el mes de octubre, el exvicepresidente ha estado siete puntos por encima de Trump en las preferencias electorales. Como en Estados Unidos está permitido el voto anticipado, faltando 10 días para la elección ya han votado más de 50 millones de personas –de los 230 millones de posibles votantes. Es claro que, si bien mucha gente tal vez no simpatiza con el partido Demócrata, o con su candidato, sí hay un deseo de participar políticamente porque, al final, aún hay muchos ciudadanos con la suficiente decencia en este país.

Si la noche del 3 de noviembre Estados Unidos tiene un claro ganador de la contienda electoral, y este es Joe Biden, habrá un suspiro de alivio por parte de la mayoría de los estadounidenses –y me atrevo a decir que del mundo–, por no tener que vivir un segundo periodo del gobierno Trump. Pero el 4 de noviembre habrá que recordar que de la normalidad a la decencia hay aún un buen camino por andar, y que esta última no depende solo de un candidato o de partido político, sino de los principios sobre los cuales se construye un sistema democrático.

Algo sí hay que reconocer: en este último debate las reglas fueron más estrictas y se prohibió a los candidatos interrumpir, encimar sus respuestas o gritar. Trump llegó preparado para aguantar las ganas de hacer todo lo anterior, pero por si las dudas, también se optó por apagar el micrófono del candidato que no tuviera la palabra. Esta vez dialogaron más, gritaron menos, y nosotros pudimos entender un poco de lo que se hablaba. Punto a favor para la decencia.

 

@EileenTruax