Lo que empezó como una aventura de internet sumió a una familia de Florida en una pesadilla.
The New York Times
NAPLES, Florida — Ava Majury descargó TikTok cuando tenía 13 años y, un año después, en el punto álgido de los confinamientos por la pandemia, contaba con más de un millón de seguidores. Sus admiradores, de los cuales casi tres cuartas partes eran hombres, la veían sincronizar sus labios y bailar al ritmo de música de moda en una cuenta con el mensaje de perfil: “¡Oye, me encantas!”.
A principios de 2020, Ava se dio cuenta de que un seguidor, EricJustin111, intentaba llamar su atención en los comentarios de TikTok. Él le enviaba mensajes en Snapchat y en Instagram y aparecía en juegos en línea en los que ella participaba con sus hermanos.
Ava le contestó varias veces al principio, dijo, “porque le respondía a mis fans, como ‘Oye, ¿qué tal estuvo tu día?’”.
El 10 de julio, temprano, ese admirador —Eric Rohan Justin, de 18 años y vecino de Ellicott City, Maryland— llegó con una escopeta al hogar de los Majury en Naples y abrió la puerta a punta de disparos. Su arma se atoró. El padre de Ava, Rob Majury, un teniente de policía retirado, lo persiguió pero cayó. Rob Majury le dijo a los oficiales del alguacil del condado de Collier que regresó a su casa por su pistola y se quedó solo haciendo guardia en la puerta del frente. Poco después, vio que el atacante volvía. Al amanecer, Majury le había disparado y Justin yacía moribundo.
Lo que empezó como la aventura de una adolescente emprendedora durante el confinamiento ha hecho que esta familia de cinco integrantes se dé cuenta de que la fama en internet puede provocar violencia en el mundo real. En entrevistas con The New York Times, los Majury hablaron por primera vez sobre una terrible experiencia que ilustra el lado negativo de una plataforma de redes sociales preferida por millones de niños.
La empresa propietaria de TikTok, ByteDance Ltd., con sede en Pekín, así como muchos de sus usuarios, destacan que la plataforma facilita las amistades, los contenidos innovadores y la colaboración creativa. Sin embargo, su enorme popularidad entre personas vulnerables y menores de edad también se ha vinculado con problemas de salud mental, lesiones y muertes.
En la actualidad, Ava Majury sigue en TikTok, donde gana miles de dólares en acuerdos de patrocinio y ha atraído el interés de Hollywood, incluso de productores de programas de telerrealidad. Su fama en TikTok le ha traído también oportunidades de patrocinio en Instagram y Snapchat. Instagram, propiedad de Meta, antes conocida como Facebook, también ha sido acusada de causar problemas de salud mental y emocional entre las usuarias adolescentes.
“Sus creaciones, sus contactos, sus videos se convirtieron en una parte tan grande de ella que quitárselo habría sido difícil”, dijo su padre.
“Elegimos lo que es mejor para nuestra familia”, agregó la madre de Ava, Kim Majury. “Sabemos que habrá dos bandos, y que algunas personas no lo entenderán”.
Una emprendedora y una amenaza al acecho
Los Majury se mudaron a Florida en 2019 procedentes de Manalapan, Nueva Jersey, atraídos por el clima cálido, los bajos impuestos y un estilo de vida más tranquilo. Se instalaron en Naples, una ciudad estable y segura de jubilados acaudalados y familias en crecimiento en el condado de Collier, en la costa del Golfo del estado. Rob Majury, de 51 años, fue teniente de policía de Jersey City, y Kim Majury, de 45 años, es tecnóloga de ultrasonidos. La familia alquiló una casa en Raffia Preserve, una comunidad cerrada de casas dispuestas en calles curvas.
Ava es “una emprendedora”, dice su padre. Cuando sus compañeros de clase en Nueva Jersey admiraron un adhesivo que había diseñado para su computadora portátil, la chica empezó a venderlo y acabó ganando casi 700 dólares. En TikTok, ha promocionado un producto para blanquear los dientes, artistas emergentes y partidos de la NFL.
“Tengo tres cuentas de TikTok, así que una marca puede venir y decirme: ‘Bueno, te daré 1000 dólares por un video en tu cuenta principal’, y yo les digo: ‘Ay, genial, tengo otras dos cuentas con diferentes tipos de seguidores’”, dijo Ava en una entrevista. “Así que, en total, estoy ganando 1700 dólares solo con mi nombre, porque abrí tres cuentas en lugar de establecerme en una sola”.
El emprendimiento sorprendió e intrigó a sus padres. “Sinceramente, no teníamos ni idea de la magnitud de lo que era capaz de ganar”, dijo su padre. Él ha aparecido en un par de sus videos, incluido uno que ella hizo en el carro mientras él conducía.
“Los dos apuntamos a la cámara al mismo tiempo y la música se paró y ella empezó a reírse. Ya sabes, tan inocente, fue dulce para mí. Somos ella y yo compartiendo un momento”, recordó Majury. El momento atrajo cientos de miles de vistas.
Las descargas de TikTok crecieron un 75 por ciento en 2020, y la aplicación se convirtió en la más descargada del mundo ese año, según Hootsuite. En la actualidad, la plataforma cuenta con más de mil millones de usuarios mensuales en promedio. Acepta a titulares de cuentas de tan solo 13 años, y en 2021 superó en uso semanal a Instagram y Snapchat entre los chicos de 12 a 17 años. Mientras que adolescentes como Ava lo han usado para entretener y difundir mensajes positivos, se ha dicho que los “TikTok Challenges” o desafíos virales en la plataforma han inspirado a los chicos a cometer actos de vandalismo y a amenazar a sus escuelas, a matarse de hambre con dietas de La novia cadáver y a asfixiarse. Las adolescentes han sido repetidamente el objetivo de depredadores de menores.
Una portavoz de TikTok, Mahsau Cullinane, envió un comunicado por correo electrónico en el que decía que TikTok está “profundamente comprometida con la seguridad y el bienestar de nuestra comunidad” y añadió que la plataforma utiliza herramientas para proteger a los usuarios menores de 16 años. En 2020, TikTok clasificó a más de un tercio de sus 49 millones de usuarios diarios en Estados Unidos como menores de 14 años, según datos internos de la compañía y documentos revisados por el Times.
Ava tiene dos hermanos, Evan y Logan, de 17 y 11 años. Ella y Evan asisten a una gran secundaria pública donde gran parte de la vida estudiantil gira en torno a las redes sociales.
A principios de 2020, después de que Ava se diera cuenta de que Justin buscaba su atención en TikTok, se enteró de que sus amigos de Nueva Jersey y Florida le estaban vendiendo fotos de ella, así como su información personal, incluido su número de celular, que Justin usaba para llamarla y enviarle mensajes de texto. En otra ocasión, Justin se conectó a la cuenta de la escuela de un compañero de clase e hizo tareas de matemáticas a cambio de información sobre Ava, dijo su familia.
“Tuve que dejar de seguir a todos mis amigos locales y de Jersey”, dijo Ava. “Y todos los que me rodeaban decían: ‘Oh, ahora te crees una diva de Hollywood, ya no quieres hablar con nosotros’. Y yo decía: ‘Ustedes están vendiendo mis cosas’”.
Pero los padres de Ava le permitieron vender a Justin un par de selfies que ella ya había publicado en Snapchat.
“No estaba enviando nada de mi cuerpo”, dijo Ava. “Solo eran fotos de mi cara, que es lo que supuse que era aquello por lo que él estaba pagando. Lo mío es básicamente mi bonita sonrisa: ese es mi contenido”. Dijo que Justin pagó unos 300 dólares por dos fotos, a través de la aplicación de billetera digital Venmo.
Después de eso, Justin envió un mensaje a Ava en Venmo con un desglose de las cantidades que estaría dispuesto a pagar por “fotos de su trasero” y fotos de sus pies, “cosas que una niña de 14 años no debería enviar”, dijo ella. Lo bloqueó en todas sus cuentas. En los mensajes de Venmo vistos por el Times, Justin le suplicó que lo desbloqueara y le envió 159,18 dólares, luego 100 dólares y finalmente 368,50 dólares con el mensaje: “Lo siento, esto es todo lo que me queda, no tengo más”.
Rob Majury dijo que envió un mensaje de texto al celular de Justin, le dijo que Ava era menor de edad y le exigió que dejara de contactarla.
En ese momento las actividades de Justin se volvieron siniestras. En una serie de mensajes de texto que llegaron a Ava, y que la familia Majury mostró al Times, preguntó a uno de los compañeros de clase de Ava si tenía acceso a una “correa” o pistola, compartió planes para agredirla y escribió: “creo que podría forzar la puerta con una escopeta”. La madre del compañero de clase declinó una solicitud de entrevista.
Cuando Ava se enteró de los mensajes amenazantes, llamó al compañero que los había recibido. Él confirmó que los había recibido y le reenvió otros. Temerosa, se los mostró a sus padres. Ellos investigaron la identidad de Justin, vieron que vivía a cientos de kilómetros de distancia y la tranquilizaron diciéndole que era “uno de esos temerarios del teclado”, dijo Majury padre.
“En cierto modo minimicé lo que podría haber sido una amenaza”.
‘Todo esto es tu culpa’
El dormitorio de Ava estaba justo del otro lado de la puerta que Justin abrió a tiros.
“Lo único que recuerdo es que lo escuché, lo sentí en el pecho y levanté la cabeza y había un agujero en mi puerta por los fragmentos”, dijo. Atravesó corriendo un baño conectado a la habitación de sus hermanos, llevando una manta, una botella de agua y su celular.
Rob Majury salió disparado de la cama y corrió gritando hacia el recibidor, donde, según dijo, aún flotaban partículas en el aire. Kim Majury lo siguió, mientras marcaba el 911 en su teléfono. Fuera, un adolescente desgarbado que llevaba lo que parecía ser un chaleco azul de trabajador de Walmart, tapones para los oídos y gafas de seguridad, estaba de pie en el jardín delantero. Se dio la vuelta para escapar y Rob Majury corrió, pero se cayó y se golpeó la rodilla. El pistolero se detuvo, intentando desatascar su arma, y luego huyó. Majury recuperó su pistola y estaba de pie en la puerta principal esperando a la policía cuando Justin regresó. Majury dijo que ordenó al adolescente que soltara la escopeta, y cuando este le apuntó, Rob Majury disparó.
Los tres hijos de Majury se habían retirado al dormitorio de sus padres en la parte trasera de la casa. El hermano mayor de Ava, Evan, se volvió hacia ella con pánico y furia.
“Todo esto es tu culpa”, dijo.
“Lo más probable es que el sujeto fuera un acosador fruto de la amplia presencia de su hija en redes sociales”, rezaba el informe de la Oficina del Alguacil del Condado de Collier, donde se citaban las declaraciones de Kim Majury. “A partir de la implicación de su hija en las redes sociales, múltiples sujetos han intentado averiguar la dirección de su familia en el pasado”. El informe decía que Kim Majury les proporcionó información de contacto de Justin.
En aquel momento, la Oficina del Alguacil del Condado de Collier informó a los medios locales que un hombre había muerto abatido a tiros por el residente de una casa en Raffia Preserve después de un disparo de arma en la casa, en un intento de robo con allanamiento de morada. La oficina no dio a conocer el nombre del pistolero.
Los Majury comentaron que la policía les dijo que Justin llevaba dos celulares que contenían miles de fotografías de Ava y cientos de horas de sus videos.
El alguacil del condado de Collier, Kevin Rambosk, y los investigadores de su oficina no respondieron a las solicitudes de entrevistas. “Esto sigue siendo una investigación activa y no hay actualizaciones”, dijo Karie Partington, una portavoz de la oficina del alguacil, en un correo electrónico.
La identidad del pistolero fue confirmada por su padre, Justin Dominic. El hombre, un ingeniero de software que está divorciado de la madre de Justin, dijo que antes del divorcio la familia había vivido en Estados Unidos y luego se había trasladado a India, el país de origen de Dominic padre. Cuando la pareja se separó, Justin optó por regresar a EE. UU. con su madre, dijo el padre, y recordó que su mudanza fue alrededor de 2015.
Dominic, que dijo que había hablado con los investigadores, recordó a su hijo como un buen estudiante al que le iba bien en matemáticas en la escuela secundaria Mount Hebron en Ellicott City. “Era un buen chico. No tengo palabras”, dijo en una entrevista. “No sé qué fue lo que le salió mal. Tomó una mala decisión”.
Tras el tiroteo, los Majury, aturdidos, se mudaron a casa de unos amigos. Unos días después, Kim Majury recibió una invitación de un posible agente para que Ava visitara Los Ángeles, conociera a otras influentes y asistiera a un par de eventos de alfombra roja. Uno de ellos era para “Glo-Up Girls”, una línea de muñecas listas diseñadas para hacerles un cambio de imagen que se anuncia en un canal de YouTube en el que aparecen seis influentes adolescentes “que viven en una mansión y se enfrentan a sensacionales retos de Glo-Up”.
“Fue una buena distracción, totalmente”, dijo Kim Majury.
Después de que los Majury volvieron a casa, su comunidad de propietarios envió una carta a su casero exigiendo su desalojo porque, entre otras razones, el proyecto de Ava en las redes sociales había atraído a un intruso a la propiedad.
A principios de agosto, Ava recibió mensajes en Venmo de un hombre que la llamaba “bebita” y le ofrecía pagar 1000 dólares mensuales por su número de teléfono. Sus padres descubrieron que el nombre del sujeto coincidía con el de un delincuente sexual registrado, detenido anteriormente por prostituir a una niña de 14 años.
Kim Majury recuerda que pensó: “No podemos vivir así”.
Nuevas oportunidades y peligros
Rob Majury dijo que la policía le informó que no podía ser llevado a juicio, en virtud de la ley de autodefensa conocida como stand your ground (en español llamada a veces ley de ‘alto o disparo’) que en Florida regula el uso justificado de la fuerza letal. Pero para estar seguro, se puso en contacto con un abogado, James Scarmozzino, para que lo representara. Scarmozzino conectó a la familia con otros abogados que organizaron un negocio centrado en las posibles ganancias de Ava.
Michael Marino, un abogado especializado en entretenimiento de Nueva York, creó una empresa, AGM Creations, para Ava, y firmó un acuerdo con los Majury para obtener un porcentaje de los futuros ingresos. Marino recurrió a un amigo, Lanny Davis, un abogado de Washington y gestor de crisis cuya empresa de relaciones públicas representa ahora a Ava.
El tiroteo sigue resonando.
El chico que recibió los mensajes de Justin sobre sus planes de atacar a Ava todavía asiste a la secundaria con ella. En diciembre, Ava dijo a sus padres que él la seguía y la vigilaba. La familia acudió a la secundaria para denunciar el asunto. El mes pasado, otra compañera de clase le envió un video que el chico había grabado donde se lo veía disparando una pistola en un campo de tiro, dijo su madre.
Inquieta, Ava se retiró de la escuela este mes y ahora asiste a clases desde su casa. Scarmozzino presentó una petición en el Tribunal de Circuito del condado de Collier en la que solicitaba una orden judicial de protección contra acosadores. Se fijó una audiencia para el 28 de febrero, y Ava testificará.
Ava sigue en las redes sociales, con el apoyo de sus padres. Kim Majury dijo que no quería que “individuos enfermos” obligaran a su hija a abandonar las plataformas. “¿Por qué debemos permitir que la detengan? Tal vez ella está destinada a crear conciencia sobre todo esto”, dijo la madre.
Ava no les ha contado a sus seguidores lo que ocurrió. “No quiero que salga a la luz de forma negativa y que la gente piensa que lo atraje”, dijo.
Su mayor preocupación es que otras personas con problemas “lo conviertan en un concurso para ver quién llega antes”, y reconoció que a veces, por la noche, al tratar de conciliar el sueño tras el tiroteo, “pensaba: ‘No quiero seguir haciendo esto’”. Pero por la mañana, “pienso en todos los beneficios”.
“La mayoría de la gente diría que el dinero. Y sí, es un gran beneficio. Pero es la experiencia. Pude ir a Los Ángeles, conocí gente”, dijo. “Solo poder hacer sonreír a otras personas es lo que me gusta, el disfrute de ver el impacto que tuve en la vida de algunas personas”.
“Publicaba un video por la noche, cerraba los ojos y por la mañana era emocionante ver cuántas visitas tenía”.
Su padre interrumpió: “Es como la Navidad a diario, porque luego ves que crece”.
“Creo que teníamos que dejarla tomar una decisión y apoyarla. Creo que la va a ayudar a curarse. Suena cursi, pero no sé por qué otra razón lo harías”.
Kitty Bennett y Susan C. Beachy colaboraron con la investigación.
Elizabeth Williamson escribe reportajes y trabaja en el buró de Washington. Anteriormente trabajó para The Wall Street Journal y The Washington Post, y fue corresponsal en el extranjero durante una década, cubriendo Europa Central y Oriental.