CELDA 4-1. ASÍ ES LA HABITACIÓN DEL DIPUTADO SAÚL HUERTA EN EL RECLUSORIO ORIENTE

Por: Adán Morales

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Fría, pequeña, aislada. Dos exinternos describen la mazmorra que ocupa el político morenista preso por abuso sexual y violación. Ahí han dormido un exgobernador, un famoso futbolista y un capo chilango. “A los violadores no se les perdona nada”, dice un exreo.

 

EMEEQUIS.– Este invierno será muy duro para Saúl Huerta, el aún diputado federal de Morena preso por abuso sexual contra un menor. Como el nuevo inquilino de la celda 4-1 en el Reclusorio Oriente aprenderá cómo es el fin de año en reclusión: a partir de noviembre, su habitación se convierte en una congeladora a la cual no le pega el sol directo. Y cuando la temperatura en la Ciudad de México desciende a 10 grados, en aquella mazmorra se siente como si el frío cayera por debajo de los cero grados.

Con el frío viene la incomodidad: recostarse en la cama se siente como dormir sobre un bloque de hielo y las colchonetas son tan delgadas que se puede sentir cada bulto de cemento en la espalda. Las paredes son frígidas y el uniforme color caqui que a partir de hoy porta Saúl Huerta como interno sin sentencia se vuelve insuficiente: hay que dormir con chamarra e, incluso, botas para tolerar las bajas temperaturas.

Y el aislamiento lo hace peor. La celda 4-1 está en un área del penal conocida como “Ingreso”, a donde usualmente van a parar las personas con un alto perfil mediático que el gobierno local debe proteger a toda costa o quienes están en riesgo de ser lastimados o asesinados por los demás reos… como sucede con los internos acusados de delitos sexuales, como abuso sexual contra un adolescente.

Los que viven en ese pabellón aislado no tienen contacto con los demás reos, apenas pueden hablar con los celadores y sus únicas conversaciones largas ocurren en los locutorios con sus abogados o con sus familiares que van de visita. La mayoría del tiempo están en silencio, calculando la hora del día según el movimiento de la luz y las sombras.

Saúl Huerta ocupa la misma celda donde durmieron políticos, famosos y criminales peligrosos. Por ejemplo, en la 4-1 vivió el exgobernador panista, Guillermo Padrés, acusado de delincuencia organizada; el futbolista ecuatoriano Renato Ibarra, señalado por tentativa de feminicidio; y el capo de La Unión Tepito, Roberto Moyado Esparza, alias “El Betito”.

Exinternos del Reclusorio Oriente contaron a EMEEQUIS cómo es la vida en esa área del reclusorio inaugurado en 1984 en la alcaldía Iztapalapa. Y qué es lo que puede esperar el legislador morenista, quien pasará, al menos, entre uno y dos años preso, según sus abogados.

Esta mañana Huerta fue trasladado del Reclusorio Oriente a los juzgados en la Colonia Doctores para su audiencia. Foto: Rogelio Morales / Cuartoscuro.com.

VIGILANCIA CONSTANTE

“Lo más difícil lo debe estar viviendo ahorita. El mentado ‘carcelazo’”, dice Pedro N., interno del Reclusorio Oriente entre 2018 y 2020 por robo en pandilla. “Se siente una soledad tremenda. Es cuando uno se quiere quitar la vida”.

El “carcelazo”, explica Pedro, es ese momento en que alguien se da cuenta que ha perdido su libertad. El instante en el que la mente y el cuerpo aceptan que el reclusorio es su nuevo hogar y que, por un tiempo que nadie conoce, no saldrá de ahí. La vida seguirá para sus padres, esposa, hijos, amigos, pero para el interno parecerá que se ha congelado.

Los pensamientos suicidas son inevitables en todos, pero son de especial preocupación para las autoridades cuando se presentan en un interno del área de “Ingreso”, así que es probable que la celda 4-1 tenga una cámara de vigilancia las 24 horas a Saúl Huerta para evitar que se haga daño.

Para paliar la depresión, cuenta Hugo N., interno del 2018 al 2021 por fraude, Saúl Huerta deberá aprender a hacer ejercicio en su celda, que no supera los 15 metros cuadrados, según sus cálculos: podrá estirar las piernas, saltar una cuerda, estirar alguna liga de resistencia, hacer sentadillas o abdominales, pero no podrá correr dentro de la celda ni usar algún aparato.

“Lo peor es el tiempo perdido. No hay mucho que hacer, los días se pasan lentos. Y cuando uno está ahí lo que quisiera es que en un abrir y cerrar de ojos se pasen cinco, diez años y uno recupere su libertad”.

Lo que sí podrá hacer Saúl Huerta es pedir que sus familiares le compren libros y se los hagan llegar. O pedir que le cocinen sus platillos favoritos para saltarse lo más que pueda la “comida canera”, es decir, los alimentos de la cárcel, que tienen una fama bien ganada de ser insípidos y hasta repulsivos.

Y aunque quiera tomar el sol, asistir a una clase, trabajar en algún taller para distraer la mente o, simplemente, tener mayor contacto humano, es probable que Saúl Huerta reciba un contundente no como respuesta: el reclusorio es un lugar muy peligroso para quienes van presos por abuso sexual, especialmente de menores.

“Yo creo que él lo sabe. Y es mucho mejor, por su bien, que no asome ni la cabeza. En la ‘cana’ les vale madre si eres político, empresario, pastor cristiano… hay reglas de oro que no se rompen y a los violadores no se les perdona nada”. 

BAJO EL REINO DEL “DUKE”

Pero el Reclusorio Oriente no es sólo una región inhóspita para los abusadores sexuales que alguna vez tuvieron fuero, fama y fortuna. Lo es para cualquiera que sea obligado a vivir dentro de él.

Entre internos, celadores, exinternos y autoridades es bien conocido que la mayor influencia de ese reclusorio es un expolicía llamado Luis Eusebio Duque, alias “El Duke”, famoso por la violencia que ejerce en la cárcel y por ser jefe de La Unión Tepito.

No hay quien escape a su reinado, coinciden los entrevistados por esta revista digital: ricos, pobres, abogados, catequistas, ladrones de poca monta e inocentes en prisión se someten a sus órdenes. Es un capo que ha encontrado en el Reclusorio Oriente su centro de operaciones para hacer millones de pesos a costa del miedo y las amenazas a los internos.

“‘El Duke’ y su gente cobran hasta por respirar. Lo que sea hay que pagar. No importa que seas muy león, con ellos te cuadras. Y si no les pagas, a chillar, porque no perdonan. Imagínate que hasta los pinches celadores les tienen miedo”, dice Pedro N.

Si Saúl Huerta quiere alguna comodidad, tendrá que pagar al “Duke”. Si quiere un librero, un frigobar, un calentador, un horno de microondas, enseres de cocina, un par nuevo de tenis o hasta un teléfono celular sin internet, sólo para jugar y distraerse, deberá pagar.  Incluso, si quiere una visita conyugal.

De poco sirve el fuero allá, acota Hugo N. Cuando un diputado llega al reclusorio, la pirámide social se voltea y cae de la cima al sótano.

VINCULADO A PROCESO

El aún diputado federal morenista Saúl Huerta arribó la madrugada de este jueves al Reclusorio Oriente después de ser arrestado, sin oponer resistencia, por agentes de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, quienes cargaban con una anunciada orden de aprehensión por violación y abuso sexual contra dos personas diferentes.

El político poblano recién desaforado cumplió su palabra al prometer que no huiría de la capital mexicana y que él mismo abriría la puerta de quienes lo buscaran para detenerlo y llevarlo a prisión.

Y aunque su defensa a cargo del abogado Wilfrido Castillo ha insistido en que tienen elementos para probar su inocencia, la propia fiscal general de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, ha repetido en medios de comunicación que las evidencias en contra del morenista son contundentes y no dejarán duda alguna al juez que resolverá los casos.

El primer round de esta batalla legal ya fue ganado por la fiscalía local y por las familias de las víctimas, entre ellas, Christopher, de 15 años, quien denunció que Saúl Huerta abusó de él en un hotel: cerca de las 15:00 horas de hoy, el morenista fue vinculado a proceso por un juez que dictó prisión preventiva oficiosa.

Ahora, tocará a la fiscalía mostrar sus pruebas que deberán ser contrastadas con las que ofrezcan los abogados del político. Ese proceso, que puede tardar hasta seis meses, deberá ser resuelto por otro juez que decidirá el futuro de Saúl Huerta, el nuevo inquilino de la celda 4-1: libertad inmediata o hasta 50 años recluido.

 

@oscarbalmen