La integración de Ana Elizabeth García Vilchis a la encuesta por la candidatura a la Presidencia Municipal de Puebla vino a desatar los demonios en la contienda interna.
La capital poblana es una de las demarcaciones más anheladas, pues la ciudad representa el centro del poder político y económico, y llegar a palacio municipal es el primer escalón para buscar la gubernatura del estado. Y, en ese sentido, en la contienda interna de Morena, en la que apenas se seleccionará el candidato, hay muchos intereses de por medio.
Las fracturas entre los morenistas han sido evidentes. Existen por lo menos dos grupos en disputa: el que apoya a Pepe Chedraui y el de los “puros” que está con Claudia Rivera. El primero no tiene problema con que sea un expriista el que los represente, el segundo sí, y exigen que sea un fundador el que vaya al frente.
Y las fracturas parece que serán difíciles de sanar, pues el tiempo se agota. Incluso, una fuente de Morena ha revelado que la unidad deseada para sacar por consenso al candidato jamás llegará.
Así que desde la coordinación nacional se tejió la estrategia de integrar a Liz Vilchis, de tal manera que ella fungiría como el puente para negociar la disputa interna; sin embargo, sus números son fríos y en Puebla poco o nada se sabe de ella. Sólo es conocida por dos cosas: una por haber pasado sin pena ni gloria durante la administración de Claudia Rivera y dos por mal leer sus notas en “Quién es quién en las mentiras”, la sección que presenta todos miércoles en las mañaneras del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Su perfil no es muy conocido, así que este movimiento debe ser impulsado por alguien a quien le urge sanar las heridas.
