Sergio Rodríguez Elizarrarás, geólogo de la UNAM, afirma que es probable que ocurran fenómenos similares al de Zacatepec debido a las alteraciones en el uso del suelo y explotación de acuíferos
Sergio Rodríguez Elizarrarás es jefe del Departamento de Dinámica Terrestre Superficial del Instituto de Geología de la UNAM y junto a sus colegas mantiene una intensa discusión sobre las causas que generaron el socavón en Santa María Zacatepec, un municipio de Puebla. Aunque comparte las conclusiones de un estudio realizado por peritos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) que señalan a la explotación del acuífero de ese valle como la causa del hundimiento del suelo, este científico asegura que deben realizarse más investigaciones que permitan comprender mejor este fenómeno que ha deslumbrado al mundo. Mientras tanto, afirma en esta entrevista, las autoridades deben considerar la zona del socavón como “de potencial peligro geológico”. No descarta que hechos similares puedan ocurrir nuevamente, aunque aclara que para la ciencia es difícil determinar cuándo. “El peligro geológico existe desde el momento en que está presente este fenómeno”, asegura.
Pregunta. Una investigación de peritos vinculados al Instituto Politécnico Nacional (IPN) ha determinado que una de las causas del socavón en Puebla está relacionada con la sobreexplotación del agua por parte de la industria y la agricultura, ¿cree que es plausible esta conclusión?
Respuesta. Es una de las causas, indudablemente. Creo que influye y ha influido durante un tiempo muy largo de explotación, pero no puede decirse que sea exclusivamente la única causa. Es un conjunto de condiciones que se presentan para que, en un sitio determinado, como es el caso de esta localidad, haya ocurrido este evento.
P. La Comisión Nacional del Agua (Conagua), sin embargo, ha dicho que lo ocurrido en Puebla es un fenómeno natural. ¿Cómo se explica que haya dos conclusiones opuestas?
R. Tal vez los dos, parcialmente, puedan tener cierta razón. Cada quien lo ve desde una óptica distinta. En el caso del estudio del IPN, sí se hicieron una serie de estudios geofísicos en el área que les han permitido tener más datos. En el caso de Conagua, su informe tiene datos más superficiales, que desde mi punto de vista no dan un sustento más fuerte. Hay que seguir estudiando esto.
P. ¿Qué se debe tomar en cuenta en esos estudios para determinar las causas de este fenómeno?
R. Un entorno general, comenzando por la parte hidrológica, conocer en qué nivel se ha impedido el aporte del agua al acuífero, es decir que el agua fluya hacia los lugares donde tradicionalmente fluía. También las alteraciones en la topografía, en los cauces de los ríos, el cambio de uso de suelos en sitios donde antes eran zonas de recarga del acuífero y que ahora están ocupadas por asentamientos humanos o industrias. Hay que entender las causas en su conjunto.
P. Lo que sigue sorprendiendo es la magnitud y la profundidad del socavón, ¿cómo se explica que en tan poco tiempo haya crecido tanto y siga haciéndolo?
R. El fenómeno es esencialmente geológico. El material geológico del que está conformado ese terreno facilita que la erosión interna, subterránea, sea tan rápida, porque está formado por material completamente suelto. Se trata de arcilla, limos, arena, elementos que son fácilmente removibles por una corriente de agua y que en su conjunto han sido aportados a ese valle por las diferentes actividades y etapas volcánicas de los dos grandes volcanes que están al lado, que son el Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
P. Si el problema es la sobreexplotación del agua en la zona, ¿es probable que se repita este fenómeno?
R. Eso es justamente lo que se debería tratar de estudiar mediante un análisis técnico más sustentado. Desde el momento en que ya se dio este fenómeno allí, es esperable que ocurra en otros sitios, pero no es fácil determinar ni dónde ni cuándo. Habría que empezar por ver cómo está siendo explotado este acuífero. Un ejemplo es Ciudad de México, donde la sobreexplotación del acuífero ha causado un fenómeno denominado subsidencia, o sea asentamiento del suelo por la compactación del material. La ciudad, que está sobre lagos, está sometida a un hundimiento que se estima entre 30 a 40 centímetros anuales.
P. Los ojos de los ambientalistas están puestos en las industrias. ¿Cree que se deben seguir dando concesiones a estas compañías en un país con serios problemas de acceso al agua?
R. Supuestamente está regulado el uso del agua. La ley tiene que ser aplicada. El uso del agua tiene que darse con un sustento técnico y de acuerdo con un balance hidrológico. Se debe tomar en cuenta cuánta es la recarga que llega para que el acuífero esté suficientemente activo y cuánto se le está extrayendo. Si la extracción es mayor de lo que está recibiendo de recarga va a haber una descompensación. Todo es una cuestión de equilibrio.
P. ¿Este fenómeno tiene alguna relación con el cambio climático?
R. Es muy complicado decirlo ahora. Casi todo lo queremos explicar a través del cambio climático, que por supuesto tiene unas implicaciones a muy largo plazo. Las cuestiones son más complejas, van desde la parte social, el cambio en el uso del suelo, los cambios de morfología e indudablemente la extracción del agua. El cambio climático puede influir si deja de llover y hay una sequía tremenda y los acuíferos se abaten o llueve en unas cantidades extremas que causan catástrofes como las que estamos viendo en Europa. Si decimos que se trata solo del cambio climático, que habría que tomar en cuenta, nos quedamos en una cuestión muy corta de interpretación para explicar un fenómeno más complejo.
P. ¿Qué se debe hacer con este socavón?
R. Desde un punto de vista técnico de ingeniería es muy complicado controlarlo. Lo que se debe hacer es tratar de regular los accesos, implementar una zona de seguridad, porque los taludes quedaron muy inestables. Es muy complicado determinar hasta dónde va a seguir creciendo. No creo que vaya a aumentar mucho, al infinito. Todo llega a un punto de estabilidad que habrá que esperar. Afortunadamente esto ocurrió en una zona despoblada, donde solo había una casa, por lo que los daños fueron menores. Pero imagínate que esto hubiera ocurrido en una zona más poblada y que hubiera sido un colapso más súbito, con pérdidas de vidas humanas. El peligro geológico existe desde el momento que está presente este fenómeno. Esa zona se considera potencialmente de peligro.
P. ¿Se puede prevenir un nuevo fenómeno como este en ese lugar?
R. No sabemos si vaya a ocurrir otro en un punto específico, pero la zona debería ser considerada como de potencial peligro geológico y las previsiones deberían llevar a políticas que permitan conocer cuánta agua se está extrayendo, como se están ocupando las zonas habitaciones, el uso de suelo, la modificación al entorno. Esa es la parte preventiva, porque no se puede predecir un temblor, pero sí se pueden prevenir los daños. Un terremoto es un fenómeno natural, pero este parece ser un riesgo antropogénico, es decir causado por la mano del hombre. Este es un ejemplo muy claro de ello.
Vía: El País