Federico López, alias “El Fede,” vuelve a las calles tras conseguir la modificación de sus medidas cautelares. A pesar de enfrentar acusaciones graves como homicidio en grado de tentativa y extorsión, el líder de la agrupación de ambulantes “Fuerza 2000” logró obtener un amparo que le permitió salir del penal de San Miguel el pasado 21 de agosto.
En su audiencia, un juez acató las disposiciones del amparo, ordenando que “El Fede” enfrentara su proceso en libertad, con la simple condición de firmar quincenalmente, no salir del estado, usar un brazalete electrónico y pagar una multa de monto desconocido. Un resultado que seguramente no ha dejado a todos contentos, pero que al parecer, tiene a más de uno en el poder con un suspiro de alivio.
No es la primera vez que Federico López evade una larga estancia en prisión. De hecho, es la cuarta vez que, tras ser detenido, vuelve a caminar libre, algo que deja en evidencia su capacidad para navegar las turbias aguas del sistema judicial. Este regreso a la libertad es especialmente relevante si consideramos que hace apenas dos meses, sus seguidores desquiciaron el tráfico en el sur de Puebla, exigiendo su liberación y demostrando que su influencia sigue intacta.
Ahora, la pregunta que todos se hacen es: ¿qué hará “El Fede” con esta nueva oportunidad? ¿Volverá a las andadas, o tal vez, se prepara para jugar un rol más relevante en la arena política? No es ningún secreto que su capacidad movilizadora podría ser una carta fuerte en la próxima administración, y hay quienes ya se preguntan si este líder de ambulantes será pieza clave en las protestas y movilizaciones que suelen incomodar tanto a los ciudadanos como a los futuros funcionarios.
El fiscal del estado, Gilberto Higuera Bernal, fue enfático en aclarar que la liberación de “El Fede” no fue decisión de la fiscalía, marcando distancia de un proceso que sin duda tiene trasfondos mucho más complejos de lo que aparenta. Las cloacas del poder sugieren que la libertad de este personaje no es más que una movida en un tablero de ajedrez político donde, como siempre, las piezas importantes se mueven antes de que los ciudadanos se den cuenta.
