Fernando Maldonado / Parabólica
La congruencia no ha sido la moneda de uso corriente en la vida pública del diputado Marcelo García Almaguer, a quien todos los periodistas desprecian por el tufo represor y dictatorial en tiempo de poder absoluto.
De ello saben todos los exdirectores de Comunicación en el gobierno del fallecido Rafael Moreno Valle, a quien el legislador Gatopardo (novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, 1957) hostigó y grilló hasta el cansancio.
La cita literaria e histórica encaja redonda y exacta. Bipolar beneficiario con una diputación plurinominal de un Partido Acción Nacional dominado por el régimen insepulto, alienta una época que ya no vive más, salvo en el imaginario de Genoveva Huerta.
Tras el fracaso en su intento por construir un grupo legislativo sin partido y ofrecer sus servicios al mejor postor, que para este caso fue a la bancada mayoritaria coordinada por Gabriel Biestro Medinilla, anunció su regreso a las filas del panismo.
Con histriónico recurso invocó todo lo que adolece: “como bien se ha dicho: el PAN es una familia. La unidad en el presente esindispensable para el futuro”.
Difícil borrar humillación y arrogancia en la conducta de un personaje a quien distingue su adición al régimen plutocrático al que obedeció, más allá de la militancia genuina de otros liderazgos auténticos que han estado ahí, en las buenas y las malas.
En diversos tonos, liderazgos panistas expresaron sorpresa y enojo por el recibimiento, otra vez, de quien no conoce doctrina ni sacrificio panista como ocurrió en el pasado y que nutre en buena medida la historia del partido que nació como contrapeso al poder en turno, incluso a la Cuarta Transformación.
Es probable que las buenas maneras que ayudan a la convivencia en la misma doctrina de perfiles diversos que ven la doctrina desde su particular perspectiva, impiden que García Almaguer conozca con profundidad sobre el pensamiento de anida respecto de su regreso a donde no perteneció nunca.
“Después de tanto brinco hay un salta pa’atrás” con el regreso a las filas del panismo de un personaje repudiado en lo general, concedió cuando se le consultó, además de considerar que ese gesto “tiene mucho que ver con la gran amistad que lo une a la dirigente estatal y al proyecto que compartieron con Rafael” Moreno Valle.
Marcelo García fracasó como pretendido líder de una fuerza independiente que más temprano que tarde demostró su pragmatismo convenenciero, pero también como aspirante a la candidatura a la presidencia municipal del Movimiento Ciudadano.
Por ello, algunas de las voces panistas consultadas añadieron con más agudeza sobre la nueva condición del vocero morenovallista: “Que haga fila. Ya se fue. Ya votó contra el PAN. El partido es una institución que debe estar abierta a los ciudadanos. Pero en su caso él ya no estaba, se fue”.
Otra fuente consultada dijo con rigor: “debe quedar claro que no es lo mismo el morenovallismo que el panismo. Él se escuda en un panismo que ni siente ni conoce ni cree”.
Aún no cruza la puerta del edificio de Bugambilias, la sede del PAN estatal, y Marcelo García ya es un apestado.