Para sorpresa de nadie, pero coraje de muchos Alejandro “Alito” Moreno, tras separarse del cargo como dirigente nacional del PRI el viernes pasado, este lunes se registró como candidato a la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional junto con Carolina Viggiano, con quien buscará la secretaría general.
Los críticos de Alito, un ejército de exgobernadores y viejas glorias del PRI, han firmado un documento desesperado para frenar esta maniobra. Dulce María Sauri, Enrique Ochoa, Pedro Joaquín Coldwell, y otros nombres ilustres han alzado la voz, aunque en los hechos, Alito tiene el control absoluto.
En Puebla, el dirigente estatal del tricolor, Néstor Camarillo, parece jugar a la defensa más que a la ofensiva. Con la senadora Nancy de la Sierra renunciando a la bancada del PRI en protesta contra la reelección de Alito, y Rocío García Olmedo criticando la inmadurez política de Camarillo, el tablero político se complica. Pero, claro, esto no es más que la clásica jugada de ajedrez en la política mexicana: mover peones para proteger al rey.
El próximo acto será en la Asamblea Nacional del 7 de julio, donde se espera que Alito consolide su poder. Con más de tres mil consejeros nacionales votando a mano alzada para cambiar los estatutos del partido y permitir la reelección de Alito hasta 2032, la función promete ser predecible. La oposición interna, aunque ruidosa, parece tener pocas cartas fuertes en esta mano.