EMEEQUIS.– Felipe Calderón llegó a las 2 de la tarde a Los Pinos. Un lunes aparentemente cualquiera en la agenda del entonces presidente de la República, Vicente Fox. Pero aquel 31 de mayo de 2004 marcó para siempre la relación entre ambos personajes. El secretario de Energía cruzó el umbral del despacho presidencial y se sentó junto a una mesa de la oficina. Sin disimular su molestia, Fox lo recibió distante. Calderón dijo algunas palabras de agradecimiento por la invitación y soltó sin más preámbulo. “Hubiera querido tener una oportunidad de conversar contigo antes de la declaración que hiciste a la prensa. (…) Pero el daño ya está hecho, por eso te presento mi renuncia irrevocable”.
El entonces secretario de Energía le reclamaba al presidente un maltrato previo, cuando lo calificó en público de “imprudente” luego de un evento en Guadalajara, donde fue destapado como candidato presidencial por el gobernador Francisco Ramírez Acuña en una comida con militantes panistas.
Felipe Calderón estrechó la fría mano del mandatario que apenas atinó a despedirse en medio de la sorpresa. No hubo tiempo para reaccionar. El michoacano le había ganado la partida en el arranque de la sucesión presidencial. Poco después filtró a la prensa su renuncia y en cuestión de semanas se construía su candidatura a la Presidencia de la República.
Lo ocurrido ese 31 de mayo de 2004 resulta fundamental para comprender los pormenores de la historia reciente de México. En esos años, Felipe Calderón no pintaba entre los panistas que podrían obtener la candidatura presidencial para hacerle frente a Andrés Manuel López Obrador, quien aventajaba en las encuestas. El expresidente nacional del PAN decidió así dar un “salto al vacío” y reinventarse desde los márgenes del poder.
Fue el inicio de una aventura que lo llevó a la primera línea de la historia, y lo convirtió en un personaje inesperado en la trama política de López Obrador, el poderoso heredero de la izquierda mexicana que cuestionaba la legitimidad de la derecha y la combatía con fuerza para expulsarla del poder en la elección de 2006.
La rivalidad entre Calderón y López Obrador está contenida afanosamente en las más de 580 páginas del más reciente libro del exmandatario, Decisiones difíciles, un ajustado recuento de su paso por la Presidencia. De su versión de la historia se desprende la trama del encono entre ambos políticos que sobrevive hasta el presente.
ECHEVERRISTA, POPULISTA, NEGATIVO…
Felipe Calderón recuerda que la primera etapa de su campaña por la Presidencia en 2006 fue un desastre y que López Obrador iba diez puntos arriba en las encuestas. “La discusión sobre la nueva campaña implicaba abordar la dificultad de alcanzar a Andrés Manuel (…) La publicidad debería reflejar por qué éramos mejores que nuestros oponentes, cuáles eran sus debilidades y qué opinábamos abiertamente de ellos y sus candidatos. Así se acuñó el eslogan ‘López Obrador, un peligro para México’”.
El panista califica de “populista y autoritario” al ahora presidente de la República en las páginas del libro, y está convencido de que aquella frase que marcó la campaña presidencial continúa vigente. “Se ha criticado enormemente esta campaña, pero era lo que en realidad pensábamos de él, y considero que, por desgracia, algunas de las cosas que dice y hace parecen confirmar aquel temor. Sus ideas, sus propuestas echeverristas, populistas, proteccionistas (…), la intolerancia a la prensa y voces disidentes, la destrucción del medio ambiente, el rechazo a la ciencia, la pequeñez internacional, el desprecio por el derecho y las instituciones parecen refrendar esa afirmación”.
La memoria del exmandatario destaca un episodio crucial de la campaña electoral, que desataría la enconada lucha por el poder que sostuvo con el fundador de Morena. “Era tal la ventaja en las encuestas de Andrés Manuel, y tal la soberbia de él y de su equipo, que anunció que no asistiría al (primer) debate” organizado por el IFE. No hubo forma de convencer a López Obrador para que asistiera, aduciendo que “sólo se organizaban debates para atacarlo”, recuerda el panista. “La decisión de Andrés Manuel de no asistir ha sido probablemente uno de los grandes errores de su carrera política”.
La historia de aquella elección registra los pormenores de la contienda, y en las encuestas posteriores al 25 de abril de 2006, fecha del primer debate presidencial, Andrés Manuel López Obrador aparece por abajo del candidato del PAN.
Felipe Calderón califica la campaña de López Obrador a partir de ese momento de “negativa”, “difamatoria” y “calumniosa”. El expresidente resiente a la distancia los golpes que marcaron su imagen pública. El fundador de Morena lo acusó en el segundo debate de haber estado involucrado en la corrupta trama del Fobaproa y en un asunto de contratos de Pemex entregados a su cuñado. No hubo tregua desde entonces entre ambos personajes.
“CONQUE NEGOCIANDO EN LO OSCURITO, ¿EH?”
El expresidente incorpora en las páginas de su libro una anécdota que le ayuda a tejer desde su perspectiva la trama del desencuentro con López Obrador. Cuenta que “en medio de esos ataques” y “a unos cuantos días de la elección”, buscó a Emilio Azcárraga para exponerle su “preocupación” por el “sesgo” que “comenzaba a tener Televisa a favor de Andrés Manuel”, y solicitarle “imparcialidad” en los comicios.
Azcárraga recibió al panista en las oficinas de la televisora acompañado de Bernardo Gómez, uno de los directivos más influyentes de la empresa, quien abandonó la reunión poco antes de que terminara. “Tuvimos una conversación difícil pero productiva”, recuerda el entonces candidato a la Presidencia.
Concluida la reunión, se enfiló hacia la salida acompañado de la secretaria de Bernardo Gómez. Esperó un poco frente al umbral del elevador, pero se impacientó al ver que no llegaba y se encaminó hasta las escaleras. Al percatarse, la mujer pedía a gritos que esperara el elevador y trató en vano de detenerlo. “No se preocupe, son unos cuantos pisos”, atinó a decir el panista. “Al bajar me encontré una sorpresa mayúscula: Bernardo Gómez estaba en el descanso de la escalera, supongo que esperando a que yo bajara por el elevador. Estaba con Andrés Manuel López Obrador”.
Calderón cuenta que los saludó con naturalidad pero que, unos pasos más adelante, se volvió, y les dijo: “Conque negociando en lo oscurito, ¿eh?”. Asegura que no los volvió a ver hasta después de la elección. “Se corrió el rumor, tiempo después, de que un hijo de Andrés Manuel estuvo en la oficina de Bernardo durante el día de la votación. No tuve manera de confirmarlo, pero la imagen de los dos personajes esperando en aquel descanso de la escalera que rodea los elevadores de Televisa Chapultepec, no es algo que se pueda olvidar”.
La elección presidencial de 2006 se saldó con un apretado y cuestionado resultado a favor de Felipe Calderón, quien recuerda en su libro que en el equipo de AMLO estaban seguros del triunfo, “sobrados, confiados, arrogantes”. La denuncia de “fraude electoral” que hizo Andrés Manuel López Obrador sigue en los hombros de Calderón. Fue un estigma que lo debilitó desde antes de asumir la Presidencia, y que influyó sin duda en sus decisiones políticas.
La rivalidad política se transformó en encono personal, a tal grado que el expresidente culpa al tabasqueño por el “daño” que asegura le causó a su hija María el día de la elección. “Hace poco me enteré de una anécdota: María, mi hija, esperaba con Margarita y unos amigos en una antesala del Comité Nacional. Cuando bajé al salón principal a tratar de neutralizar las mentiras de AMLO en los medios, Margarita me acompañó y María, entonces de nueve años de edad, se quedó ahí, con mis amigos, y exclamó, asustada: ‘Nos va a matar El Peje’. Así de violentos eran los mensajes y las señales que mis hijos recibían de López Obrador y sus seguidores”.
Felipe Calderón y López Obrador durante el segundo debate presidencial de 2006. Foto: Cuartoscuro.com.
“SE PRETENDÍA UN AUTÉNTICO GOLPE DE ESTADO”
Calderón escribe con todas sus letras que AMLO intentó generar un ambiente de incertidumbre y caos para impedirle ser presidente. “Era justamente lo que buscaba quien había sido derrotado en las elecciones: forzar el nombramiento de un presidente interino (…) Se pretendía un auténtico golpe de Estado (…) Estoy seguro de que sabía que había perdido, pero su apuesta siempre fue a la ruptura y al desorden. Siempre ha jugado así”.
Los calificativos para Andrés Manuel López Obrador abundan en la historia que cuenta Felipe Calderón. “Tiene un profundo desprecio al entramado institucional que le implique algún contrapeso, así se trate del Poder Judicial, por ejemplo, ya no digamos las instituciones autónomas que, ahora en el poder, insiste en desmantelar”.
Felipe Calderón encontró en la “guerra” contra el narcotráfico el dispositivo para legitimar su presidencia, una apuesta que al final perdió y lo marcó para siempre. Pero en el libro ajusta cuentas con su principal crítico, ahora instalado en Palacio Nacional, por su propio extravío. “La violencia debió terminar en 2018, cuando el presidente declaró ‘el fin de la guerra’”. Pero no ha sido así, reprocha, “todo lo contrario: hoy hay más asesinatos, casi el doble que al final de mi administración, y más violencia que nunca en México. (…) El desastre de Culiacán de octubre de 2019, la masacre de mujeres y niños en la Sierra de Sonora ocurrida días después, así como las cifras históricas de violencia, son el resultado de convertir ocurrencias de campaña en política de Estado”.
“Si usted ya declaró ‘el fin de la guerra’, ¿por qué entonces sigue habiendo tantos homicidios?”, le pregunta Calderón al presidente López Obrador en una carta que incluye en las últimas páginas de su libro y que le habría enviado a finales del año pasado.
La rivalidad entre ambos personajes no ha tenido tregua. Los ataques han sido constantes y han subido de tono en los últimos años. El exmandatario no ha querido quedarse callado e impulsa un nuevo partido político que lo pondría de nuevo en la arena electoral. Y el presidente amaga con investigar su administración y lo que haya de complicidad con su exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, preso en Estados Unidos acusado de vínculos con el narcotráfico. Calderón omite referirse a este tema, por cierto.
Luego de ser un personaje inesperado en la trama política de Andrés Manuel López Obrador, Felipe Calderón se convirtió en una molesta sombra para el presidente, el lado opuesto de su biografía y de sus convicciones políticas. La historia entre ambos personajes no concluye con las más de 580 páginas de un libro, y el final de la trama de ese encono político está por escribirse.
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