Por ahora, los grandes postores para adquirir Citibanamex son el propio gobierno mexicano, a través de una oferta mixta liderada por Bancomext, y los apellidos Slim, Larrea y Hank
POR RODRIGO CARBAJAL- CÓDIGO MAGENTA
¿Quién se va a quedar con Citibanamex? Esta pregunta ha despertado un fuerte debate dentro de la administración de Andrés Manuel López Obrador. Personas cercanas a esta discusión le dijeron a Código Magenta que el presidente ordenó explorar dos posibilidades:
La primera, lanzar una oferta mixta con capital público y privado bajo la bandera de Bancomext, el banco de desarrollo del Estado mexicano. Este escenario contempla una opción en la que el gobierno sea el accionista mayoritario de la nueva institución financiera.
La segunda opción que tiene el gobierno es facilitar las condiciones políticas y regulatorias para que uno de los apellidos más poderosos del empresariado mexicano tome el control de Citibanamex.
Carlos Slim, Germán Larrea y Carlos Hank tienen algo en común que va más allá de que sus nombres aparecen en las listas de multimillonarios de Forbes y Bloomberg: los tres dirigen grupos económicos que son herederos de las privatizaciones del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, que consolidaron sus monopolios y oligopolios con las complicidades y omisiones de los sexenios panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, y que ahora buscan explotar su cercanía política con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para comprar los activos que Citibanamex está vendiendo en México.
Los cuartos de guerra de Slim, Larrea y Hank tienen claro por qué la adquisición de Citibanamex representa una oportunidad estratégica única en una generación: se trata del tercer banco más importante del sistema financiero mexicano y abre la posibilidad de influir en la dirección de los 1.073 billones de pesos en activos de las Afore que están bajo su tutela hacia proyectos de inversión afines a los intereses de Grupo Carso, Grupo México o Grupo Interacciones.
En enero, Bank of America proyectaba que la venta de Citibanamex significaría una operación de 15 mil millones de dólares. Ocho meses después, el consenso del mercado ha actualizado esta estimación a apenas 7 mil millones de dólares: una fracción del valor de la oleada de adquisiciones que América Móvil, de la familia Slim, ha realizado en Europa y en América Latina en la última década; una fracción de los 30,800 millones de dólares en los que están valuados los activos públicos de la familia Larrea; y una fracción de los 16,430 millones de dólares de valor de capitalización de mercado de Grupo Financiero Banorte, propiedad de las familias Hank y González.
La operación de Citibanamex no es relevante por su monto, sino porque documenta cómo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador busca restaurar el control mexicano de los oligopolios más importantes del país, de la mano de las empresas paraestatales del Estado, de las Fuerzas Armadas o de las mismas dinastías empresariales que emergieron durante el proceso de privatización de la década de los noventa.
El gobierno está buscando levantar capital de inversionistas privados para realizar la oferta a Citigroup. Esto representa una renovación radical de la política industrial en México, una postura que es consistente con el discurso de economía política que el presidente López Obrador emite todas las mañanas desde Palacio Nacional.
No obstante, lo que no es consistente con el ADN ideológico de López Obrador es la lista de postores con los que el gobierno federal se siente cómodo para “mexicanizar” al tercer banco más importante del país: tres apellidos que el presidente alguna vez llegó a calificar como miembros de la mafia del poder y que hoy representan el Plan B del Estado mexicano, en una operación de primera relevancia para el país:
CARLOS SLIM: GRUPO FINANCIERO INBURSA
Grupo Financiero Inbursa, propiedad de la familia Slim, ha hecho explícito su interés por adquirir Citibanamex.
Esta semana, Frank Aguado, director de Relación con Inversionistas, declaró: “Tenemos que ver si conseguimos un precio razonable y si la estrategia es buena para nosotros, tendremos que rebajar nuestros costos”.
Para Grupo Financiero Inbursa, la oportunidad que representa adquirir activos de Citibanamex se conjuga con un fuerte proceso de reestructuración dentro del banco de la familia Slim. El año pasado, Inbursa anunció la escisión de tres subsidiarias de inversión del banco para realizar una oferta pública inicial en el mercado de valores. De acuerdo a Reuters, el financiamiento de esta operación alcanzaba en abril un total de 1,470 millones de dólares.
El apoyo político que la familia Slim podría conseguir para concretar la compra de Citibanamex contrasta fuertemente con el historial del dueño de América Móvil.
En 1990, Carlos Slim fue el principal beneficiario de la privatización del monopolio de telecomunicaciones del país. Eventualmente, las ganancias extraordinarias de Telmex derivaron en América Móvil, una compañía con presencia multinacional que mantiene una participación de 64 por ciento en el mercado mexicano y que, por su relevancia en la infraestructura del sector, es considerada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones como un agente económico preponderante.
A pesar de ello, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador se refiere a Carlos Slim como “el empresario más austero de México”. La relación política con la 4T ha redituado de manera significativa: por ejemplo, CICSA y FCC, dos compañías propiedad de Carlos Slim, obtuvieron un contrato de 18,533 millones de pesos para construir el Tramo 2 del Tren Maya.
Los beneficios de la relación entre el hombre más rico de México y el presidente también se han vuelto evidentes en la protección política que se cierne sobre Grupo Carso, en la investigación del colapso de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México o en el papel que juegan América Móvil y su socio chino, Huawei, en el despliegue de la red 5G en el país.
GERMÁN LARREA: GRUPO MÉXICO
Grupo México contrató a Barclays para explorar una oferta de adquisición por los activos que Citibanamex está vendiendo en México. La ascendencia económica de este conglomerado y de su dueño, Germán Larrea, tienen el mismo origen que el caso de Carlos Slim: una privatización en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, una oleada de adquisiciones en México y en el extranjero, financiadas por las ganancias extraordinarias de una posición oligopólica y una cercanía reciente con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En 1989, Jorge Larrea, padre de Germán Larrea, obtuvo la concesión de la Compañía Minera Cananea por 175 millones de dólares, una contraprestación 3.7 veces menor del valor de la propuesta que había presentado en ese concurso Grupo Protexa, una compañía de Monterrey. Ese mismo año, Grupo México también obtuvo la concesión de la mina “La Caridad” por 680 millones de dólares, una oferta de apenas un tercio del valor de los activos. En ambos casos, las compañías mineras adquiridas ya habían sido saneadas financieramente por el gobierno mexicano y se había anulado el costoso contrato colectivo.
33 años después, la inversión original de Jorge Larrea se transformó en un conglomerado de 29,500 millones de dólares. Actualmente, Grupo México es la segunda empresa en el país con el mayor número de concesiones mineras.
Al igual que Carlos Slim, Germán Larrea fue señalado por Andrés Manuel López Obrador en 2006 y en 2012 como un prominente miembro de la “Mafia del Poder”, una etiqueta que fue rápidamente eliminada cuando Morena ganó las elecciones en 2018.
Grupo México obtuvo un contrato de 17,359 millones de pesos para la construcción del Tramo 5 del Tren Maya. Eventualmente, el gobierno de la Cuarta Transformación se vio obligado a declarar la obra como un proyecto de seguridad nacional, por lo que las Fuerzas Armadas desplazaron a la compañía de Germán Larrea.
No obstante, la compañía no ha dado ninguna señal de que pretende litigar política o legalmente esta decisión. Algunos analistas lo han interpretado como una señal de la inesperada cercanía entre Larrea y López Obrador.
CARLOS HANK GONZÁLEZ: GRUPO FINANCIERO BANORTE
Grupo Financiero Banorte es señalado de manera insistente por los analistas del sector como el comprador natural de Citibanamex: por las sinergias de negocio, por su posición financiera y, por supuesto, por la relación personal de su director, Carlos Hank González, con Andrés Manuel López Obrador. Hank es parte del Consejo Asesor Empresarial del presidente.
Y no sólo eso, Hank González es nieto de Roberto González Barrera, quien fue el beneficiario de la privatización de Banorte en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y nieto del profesor Carlos Hank González, quien fue secretario de Turismo y de Agricultura en esa administración.
El director de Grupo Financiero Banorte tiene las credenciales políticas para conseguir el visto bueno de la administración de Andrés Manuel López Obrador para “mexicanizar” Citibanamex. No obstante, este perfil no necesariamente suma puntos entre los accionistas extranjeros de Citigroup.
La última palabra de quién se queda con los activos mexicanos del banco la tienen Citigroup y su directora, Jane Fraser. Aunque el gobierno mexicano tiene una fuerte ascendencia en esta decisión.
Esta operación tiene que ser aprobada por la Comisión Federal de Competencia Económica, un órgano regulador que ha sido debilitado sistemáticamente desde Palacio Nacional. El cabildeo político de la administración de Andrés Manuel López Obrador es fundamental en este sentido.
Por ejemplo, una fusión con Grupo Financiero Banorte resultaría en la concentración del tercero y el cuarto jugador más importante del sistema financiero mexicano. En el sector de Afores, la participación de mercado de la nueva entidad se elevaría a 37 por ciento.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha dejado claro que no le importan las consideraciones de competencia económica. La prioridad de Palacio Nacional es “mexicanizar” la banca.
Este mes, Citibanamex rechazó la oferta de alrededor de 7 mil millones de dólares realizada por el grupo español Santander, el segundo mayor jugador de la banca mexicana.
Personas cercanas al asunto refieren que Daniel Becker, dueño de Banca Mifel y presidente de la Asociación de Bancos de México, está desarrollando un proyecto, de la mano de la comunidad judía, para presentar una oferta de adquisición de Citibanamex.
Pero por ahora, los grandes postores son el propio gobierno mexicano, a través de una oferta mixta liderada por Bancomext, y los apellidos Slim, Larrea y Hank. Tres concesionarios del salinismo que se han vuelto aliados temporales de la Cuarta Transformación.
La ausencia de alguna oferta consolidada del Grupo Monterrey o de algún grupo de inversionistas estadounidenses tampoco es casualidad. El pulso de la venta de Citibanamex lo lleva el presidente Andrés Manuel López Obrador.